Monday, October 22, 2007

¿Hacia dónde vamos?





Mi salud se encuentra dañada, vienen a mi memoria momentos imborrables e imposibles de describir, mientras, Serrat canta sus Versos de la Boca y el aire se llena de una lúdica esencia, la que fácilmente convoca una multitud de imágenes y sonidos que a penas puedo tocar.
Me ha pasado varias veces en la vida, que he soñado con lugares en donde nunca he estado y jamás conocí, pero que al recordarlos, pareciera como si hubiese estado alguna vez allí, no sé si la India, la misma Tahilandia, y así, lugares simplemente que tal vez, en mi espíritu, sí conocí. Tal vez sea esta la mejor y más económica forma de viajar que Dios nos ha dado a los que no tenemos medios para emprender vuelos tan costosos, que sé yo, en este mundo en que vivimos, hay para todos, médicos y enfermos, policías y ladrones, curas y curados, locos y psiquiatras, hombres sin destino y también los predestinados, hombres siniestros y espantosos, otros claros como el amanecer.
Creo haber acumulado en mi cuerpo el dolor suficiente como para comprender el dolor de muchas personas, incluso, el del que se encuentra sepultado entre los gruesos barrotes de una cárcel y sólo puede emitir movimientos predecibles y constantes.
Pero, tal vez mi mayor defecto es el no haber aprendido a condescender con la hipocresía. Me contengo, y luego de un gran esfuerzo, las palabras, que no necesitan más que un impulso, afloran sin medir consecuencias, sin medir si lo que escribo o voy a decir, será comprendido en su verdadera naturaleza. Pero de esta forma es como estamos construidos todos los que creemos en la posibilidad que nos da el verbo, en la textura que nos ofrece el logo, tal como una pieza de mármol que aún no ha sido trabajada, de la misma forma como el artesano en su silencio a veces emprende su obra y nos sorprende, así, construido de esta forma, y expuesto al escrutinio de quienes me conocen y de los que nada saben de mi, en esta infatigable condición de hombre urgente del urbano movimiento del hacer, absorbo el sonido del mar que llega hasta mis oídos, y sin mediar reflexión alguna, me dejo atragantar por la sed con que mi cuerpo va nutriéndose de colores y de aromas que proceden de este mar inmenso, de este mismo mar, inocuo a veces, a toda la inminente y desgarradora sensación que nos deja el hilarante y destechado porvenir de las horas nuestras, de los días que vivimos y que a veces se alimentan con el fruto de las manos que se hieren y palpitan, allí percibo el mar, y el sonido que llega hasta mí ser se torna, hasta placentero cuando las carnes y los huesos que sostienen a este cuerpo, oprimen con su dentadura filosa de aguijones la vida que circula en las arterias, estas viejas y delgadas avenidas que no paran de moverse, de mover la sangre, de mover los glóbulos, de hacer transitar las plaquetas.


La Omnipotente presencia del sol me quema, logro mantenerme en pie. Es quebradiza mi condición, mientras, mi pecho yace congelado en el mismo espacio en donde se cristalizan las miradas y nos ofrecen casi, con una vista privilegiada, semejante al de una mira telescópica, una enorme y constelada cantidad de bellos recuerdos que se fueron acumulando a través de los siglos en mi piel, y que no temen transitar y volver desde el olvido. Lo bello tal vez se encuentre, no en poseer una salud que no se quebrante o que nos permita realizar una vida normal o como quisiéramos al menos vivirla. Al fin creo poder comprender las palabras de Jesús dirigidas a quienes obviamente, en nuestra forma de entender el mundo y la vida que vivimos, necesitaban de una sanidad:

¿quieres ser sano?


Porque si vamos a tener una buena salud sólo para tenerla, y no para hacer con ella lo que Dios nos manda, entonces es mejor quedarse con el aguijón y sufrirlo, y mantenerse en esa condición. O por el contrario, si poseyendo una enfermedad o una pérdida de motricidad importante en una de nuestras valiosas e irreparables partes de nuestro cuerpo, y tenemos además la virtud de ser humildes y sumisos, y al ser sanados ponemos en riesgo estos valiosos tesoros del alma, la pregunta del Señor tiene un enorme sentido, ¿acaso no será mejor aceptar ciertas condiciones en que Dios a veces nos pone y vivir de este modo?
Los que luchamos a diario con enfermedades que nos esclavizan tanto física como materialmente en la ingesta y compra de medicamentos, seríamos los más autorizados éticamente, para ir en pos de una sanidad automática que nos liberara de una vez por todas de esta incomoda situación, no obstante, el aprendizaje acumulado al observar esta circunstancia a través de una línea imaginaria de tiempo, me hace pensar más en lo absurdo que puede llegar a ser siquiera, intentar sanar a otro ser humano cuando Dios, desde su inmensa morada celestial, hace enormes y no comprendidos esfuerzos para que el ser humano conserve todo lo que él ha aprendido.
Pero esta no es materia para La Prosperidad, no es materia para los propagadores de despertares espirituales y manipuladores de conciencias como los hay hoy día, y muchos, porque aunque ellos no lo quieran aceptar y reconocer, los milagros no aparecieron ayer nada más, no señor, los milagros vienen sucediendo y sucediéndose desde que el humilde CARPINTERO de Galilea inició su peregrinación hasta su final Calvario, y no porque los predicadores o “iluminados de hoy” lo hayan querido así, los milagros simplemente suceden, y a veces el milagro no consiste en que Dios sane a una persona enferma, sino, que el hombre enfermo, a pesar de su condición, de dolor con el que debe lidiar a diario, logre percibir y comprender ¿para qué y por qué Dios lo envió a este mundo? Ese para mí, sí que es un gran y enorme milagro.

1 Comments:

Anonymous Anonymous said...

..florencio , fiel soldado y atalaya del Señor , valiente y esforzado ..!! son pocos lo valientes en este tiempo y creo que tu eres uno de esos en extincion ...

* me interesaria adquirir esas grabaciones ..!!

1.- Urgentemente

2.- Un canto en el tiempo

3.- Compilado

* como y donde lo puedo hacer y conseguir..?

agradecido ..

lopezjorge20@hotmail.com

4:42 PM  

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