Nuestra decadencia

La monotonía a que nos tienen acostumbrados los cantantes cristianos y predicadores en general, parece no tener fin, sume a este estress, el que provocan actores cotidianos de la farándula chilensis como: Felipe Camiroaga, el Martín Cárcamo, los matinales de todos y cada uno de los canales que luchan diariamente por ganarse un espacio dentro de nuestros hogares, los mediocres programas de la faránula nacional en donde la vida humana no pasa de ser un tétrico y espeluznante proceso de descomposición, personaje de este tipo son los que debemos
soportar estóicamente a diario todos quienes no tenemos posibilidad de elección. La Paty Maldonado, mujer de extensa carrera musical en Chile que fue conocida más que por su potente y poco sutíl voz, sino por su amor y lealtad irrenunciable al dictador Pinochet, con sus frecuentes comentarios en los que pretende dictar cátedra de como debe comportarse el ser humano en tal o cual circunstancia, la pobreza y mediocridad cultural de cada uno de ellos, da forma a un grupo muy extenso y prolífico de personajes siniestros que ya se instalaron en el alma de un pueblo que hace poco o nada para exigir a quienes corresponda, una televisión de calidad.
Para qué hablar de programas como el "buenos días a todos, el SQP, alfombra roja", programas que en nada han contribuído a la construcción de una sociedad más justa y más reflexiva. Todos los llamados "panelistas ya sea de programas como SQP, alfombra roja, y cuanta estupidez produce nuestra merecida conciencia nacional, son sólo algunos aspectos, muy mínimos por lo demás, para dejar muy en claro hacia dónde se dirige nuestra pálida pero persistente alma nacional.
No obstante, lo verdaderamente preocupante, es que en este último tiempo, pareciera ser que a nadie le importa nada, por ejemplo, que un predicador y pastor protestante en Chile, como el Sr. Vilchez, dueño y gerente general de la bullada y siempre controvertida joyería Barón, salga siempre a la palestra de la información nacional porque una de sus joyerías ha sido asaltada, y no por que a este conocido hombre de negocios le importe un palote la degradación en la que está sumida nuestra realidad nacional televisiva. En cuanto a esto, habría que detenerse y hacer una reflexión muy pero muy profundíssima, en relación a la realidad sacerdotal que sobrellevan muchos ministros de Dios en nuestro país a costa de un gran sacrificio, y de como "otros privilegiados", simplemente se pasan por el forro todo lo que dice relación con el Llamamiento de Dios, y además, se les ha permitido, por el poder económico que da sustento a sus realidades, afectar espiritualmente a congregaciones en donde la ignorancia parece ser, uno de los mayores obstáculos para que de verdad en nuestra querida patria, germine una nueva camada de ministros del evangelio conforme a los dictados bíblicos y no a los de una pervertida y poderosa Institución como la que ellos dicen estar representando.

Habría que añadir a esto, que el profundo deseo que nos inunda cada día a quienes pensamos en lo perverso de esta forma de hacer evangelio en nuestra patria, es el de que muy pronto, estos personajes sacados de películas de misterio y de terror, o de algún libro policial de Agatha Christie, se vayan a contar la plata que se han ganado en sus oscuros negocios, y disfruten, tal como lo hacen los propagadores del gozo, tal como lo práctica y predica el conocido radio predicador nacional Sr. Fernando Chaparro y Cia., junto con todo ese séquito de vagos que alimenta la mediocridad espiritual de nuestra deteriorada alma nacional. Ah, se me olvidaba, este Sr. Vilchez, antes de abandonar la Institución Metodista Pentecostal Chilena, recuerden que sostuvo una larga, penosa y pública disputa por los dineros que entraban en esa congregación con el ya desaparecido Javier Vásquez, hombre fuerte de esa Institución que, por causas desconocidas para quienes vivimos con lo que Dios nos da, no sabemos cómo llegó a ser dueño de una fortuna que es mejor no nombrarla, y que hoy por hoy, mantiene en disputa además, a sus seguidores y familiares que creen a pie juntito que ni Javier Vásquez, ni Vilchez, ni Chaparro, ni ninguno de los que hoy se han enriquecido a costa de la buena fe y de la ignorancia de las personas que asisten a sus reuniones, tendrán que dar cuenta personalmente al Todopoderoso Señor Jesucristo por sus contratos y perversiones en pro de sus inclinaciones materialistas.
Finalmente, pareciera ser que la Palabra de Dios tiene cada día un tinte especial en relación a este tipo de personas aún pasados ya muchos años de que la Inquisición dejara de funcionar, los cristianos de nuestra realidad, y de otras por supuesto, no tienen opinión, están en silencio, y es allí precisamente cuando uno comienza a pensar en que algo raro está pasando, y es justo también, en bien de la verdad bíblica hacer las diferencias, y por una situación de carácter puramente pedagógico, pregunto: ¿no estaremos revolcándonos también en nuestra realidad cotidiana, sino en el mismo lodo de estos renombrados fariseos de este siglo en cuestión, en problemas de naturaleza semejante a la de ellos? no olvidemos que la Palabra de Dios dice que el amor al dinero es principio de todos los males, y que algunos (cristianos) siguiendo esta necesidad ya se extraviaron de la fe. Quiera Dios protegernos, alguien podría decir, ¡sálvese quien pueda!, pero no es el caso, no es como para romper vestiduras o humillar el alma porque se acerca el fin del mundo, para nada, a guardar entonces las cenizas y conservar el cabello en donde está, ésta es sólo una reflexión y nada más, y en un medio en donde la gente teme decir la verdad, y peor, mandan al infierno mismo a quienes nos atrevemos a decirla, está más que claro que no es motivo de preocupación el que exista, no sólo estos grandes y eternos farsantes de la fe, sino que además, los que a cualquier precio somos capaces de tener una postura en una sociedad tan vapuleada en sus mismas bases por quienes deberían dictar cátedra de honestidad y transparencia, y que simplemente por decir la verdad, hemos llegado a convertirnos en el estigma, y de eso, no hay absolutamente ninguna duda, a pesar de los panelistas y constructores de una realidad televisiva tan decadente como la nuestra.