Monday, November 09, 2009

El descaro de sentirse superior.






















Un cristianismo de este tipo, carece entonces de fuerza moral y ética espiritual para decirnos a nosotros, a los que estamos fuera, a los que están enfermos crónicos, a los que no tienen recursos materiales, a los separados, a los alcohólicos, a los que no estamos de acuerdo con el procedimiento que siguen los evangélicos, qué debemos o no hacer con nuestra vida espiritual, para tener esa capacidad, una realidad espiritual no debe transar con los representantes del poder político ni ninguna otra clase de poder mundano, nos basta el último capitulo de la historia de Chile para entender que un compromiso con el Estado, provoca en la opinión pública, una sensación de menosprecio hacia el propio Evangelio de Cristo.


Esta actitud de soberbia absoluta y que prueba el corazón de esta forma de cristianismo, deja al descubierto, cuáles son realmente las verdaderas ambiciones de sus líderes, incapaces de valorar el propio peso de la historia del protestantismo en Chile, cuya realidad nos habla de personas que amaron a DIOS, y que por creer en ÉL y predicar su Nombre, ni siquiera fueron enterrados como personas naturales de este podrido país cuando entregaron sus almas y espíritu al descanso en Él, los cementerios para disidentes son testigos mudos de aquella historia, una historia que no desea ser contada ni menos recordada por los voraces constructores de esta fábula actual de la fe cristiana. Sin embargo, todas aquellas muertes reclaman honestidad, Ética, Moral, lealtad de sus líderes que tienen como responsabilidad, dirigir las conciencias de un pueblo que en su gran mayoría, carece de educación, los cuales, enfrentados al sombrío y poco claro discurso de sus predicadores y maestros, asisten y financian el Circo que les brinda la religión de los sentidos y de las congratulaciones.



¡Como si haber ganado un día para la Iglesia Evangélica chilena les otorgara prestigio!

Con tal arrogancia, el mensaje profético a las naciones pasa prácticamente desapercibido, todo entra en un mismo canasto, del mismo modo que el ecumenismo practicado por Roma, de la misma forma como la Puta norteamericana absorbe el peso de nuestras culturas y de nuestras historias, nada tiene diferencias, nada tiene malicia, nada carece de cuestionamientos, se amputa el poder de la Palabra y de la interrogación, y en su lugar, los nombres de Ministros de Dios vendidos al sistema, hacen una enorme y serpenteante hilera que no alcanzo a ver en dónde comienza y donde termina. Todo lo que se busca es gloria humana, ser conocidos, ser aceptados, no tener problemas con el Estado, aunque más de medio Chile no tenga todavía seguridad del porvenir. Todo el requerimiento de Dios para ellos es sólo pompas de jabón, luces de neón, ¡Glorias a Dios! ¡Aleluyas!, una inmensa montaña de sombras que no se disipan y que pretenden desde allí, hacernos sentirnos culpables porque no entendemos a Dios ni al Evangelio de Cristo del modo que ellos lo ven.

La caricatura es loable, si pensáramos tal condición, es posible que nunca acertáramos, sin embargo, las vidas de esas personas puede que estén construidas con elementos que las hacen mucho más predecibles de lo que nosotros pensábamos. ¿Cuál es el techo? ¿Cuáles son entonces los parámetros? ¿Cuáles sus bases? Tal vez nunca lo sabremos, pero si está claro, es que el fruto revela la naturaleza del árbol, y en tal caso, no existe, dentro del panorama bíblico profético histórico, semejante demanda de Dios, menos ahora que la credibilidad en la política ya no tiene sentido, justo en ese momento, cuando más ellos necesitan del apoyo popular, del respaldo de los votos, del escrutinio sin reflexión de las masas, aparecen estas torres de Babel criollas sentenciando a la realidad evangélica chilena, a una incertidumbre mucho mayor que la que vivieron los judíos cuando debieron caminar por el desierto más de 40 años. No hay entonces líderes como Josué, desaparece del alma de este pueblo los Moisés, quedan sepultados en el olvido, porque todo se trata de dejar bien a los Ministros evangélicos chilenos con quienes, de una forma que tampoco entendemos, han recibido el apoyo suficiente como para coexistir con otras realidades sin sufrir un solo y perentorio rasguño. ¡Lo triste de todo no es que ya no existan, sino, que no los extrañemos! La palabra persecución, huye ahora del lenguaje cristiano, y el Estado, que precisa de votos y apoyo, pasa a ser el único guardador y no el Espíritu Santo del recurso intangible que es La Iglesia, tamaña deserción hace que la inmensa mayoría de cristianos evangélicos, ya no tenga capacidad para corregir ni redargüir al alma sin Cristo, ni tampoco dar cátedra de moral a quienes ya desertaron de esta fe podrida y vuelta al mundo.

Los planteamientos bíblicos, sin embargo, dejan, a quienes tenemos el valor de desertar de tal realidad, un espectro de seguridad en lo referente a nuestra posición. Al discurrir ahora un poco las sombras que eclipsan el mensaje bíblico y profético, la palabra REMANENTE comienza a tener un profundo y decidor asevero, y lo que no tiene raíz si quiera en La Palabra de Dios, aparece dando a luz una corporativa y esquelética demostración de ignorancia con respecto a la verdad tantas veces vapuleada e ignorada en la persona de hombres decididos a cambiar la historia. El pequeño pueblo de creyentes ahora, toma su lugar, son tan importantes aquellas convicciones, no importa en tal situación, si tienes o no recurso monetario, si ayudas o no al Ministro para que haga un pequeño viaje a Norteamérica y traiga las buenas nuevas que allá se predican, total, Cristo dijo que estaría con nosotros hasta el fin del mundo. El Cuerpo de Cristo deja de tener coberturas mundanas, ya no es necesaria una escarapela que diga que eres cristiano para que otros te reconozcan, el alma y el espíritu hablan a través del hombre sin dejar dudas que tal o cual hermano ha tenido un genuino encuentro con Dios, eso es suficiente, eso es mayor que la asistencia a un templo, eso es mayor que el diezmo entregado a un voluptuosos y carnal predicador de Gozo, eso es suficiente para sentir que eres cristiano, nada puede ser mayor que aquello que te ofrecen, s etrata ahora de una IDENTIDADA y nada más.

Pero ser remanente también implica ciertas responsabilidades, como por ejemplo, nunca más permitir que la realidad corporativa haga sucumbir el Espíritu de la verdad, porque aquí, esparcidos sobre este inmenso desierto, nada te faltará, Jehová siempre estará para guardarte, a ti, y a los tuyos, porque desde hace muchos siglos ÉL deseaba ver a su pueblo libre, libre para encontrarlo, para educarlo, libre para vestirlo con Su Palabra y Su Presencia, pero Él, no hallaba en este mundo, al hombre dispuesto, no encontraba el cristiano deseoso en lo profundo de su existencia, para querer ser parte de una realidad tan inconmensurable como es, la gran experiencia diaria con Jesucristo lejos de los parámetros institucionales y jerarquizados de la religión corporativa. Los discursos ahora, no serán mayores que las alboradas, que el silencio del mar nocturno y las estrellas centelleando sobre sus lomos, el don, por cierto, será respetado, el Llamamiento considerado, el Ministerio, por humilde que sea, dignificado, nunca más podrán absorber la cultura de su pueblo esparcido sobre estas y otras latitudes sin que antes, ÉL mismo Dios que guió los destinos de Israel, salga Personalmente a enfrentar a los enemigos de las convicciones, a los sensuales, a los cercenadores del Cuerpo. El remanente ahora pace tranquilamente, alejado de las babilonias, apartado de las juergas, de las fiestas en que a veces, por condescender, tenía que estar en ellas.

Con una lengua tan histriónica y flexible como la mía, difícilmente podría pasar por alto todas estas reflexiones, aún quedan muchas, sé que muchos además, hoy día se están nutriendo diariamente con tal verdad, es que la mentira no puede sobrepasar a la verdad, desde algún lugar debe emerger con toda su crudeza, con toda su poderosa y afilada consistencia la verdad, sin importar quien la diga o la respalde, vivir enajenados pretendiendo hacer como que no ves lo que de verdad existe, es una manera cobarde de enfrentar la vida, es una forma de decir a los demás, que no estás interesado en lo que les duele o por lo cual se desviven, peor siendo un cristiano que dice estar viviendo en la certeza de Cristo. Así, la condición de la realidad espiritual actual, no deja dudas, la fuerza corporativa que el Estado les ha otorgado, les cierra toda posibilidad de ser los paidagogos de nuestras existencias mientras se aproxima La Venida de Cristo al mundo por Segunda vez. De tal modo entonces, no podemos permitir que por tratarse de superestructuras corporativas las llamadas congregaciones cristianas, tengan el derecho de la fe, por nada del mundo, Cristo nos ha hecho libres, libres para experimentar la vida con Él en cualquier lugar, si somos templos del Espíritu Santo, no necesitamos fuerza corporativa ni dictados humanos para poner en ejercicio la misericordia de Dios ni la piedad cristiana, el Reino se ha de construir aquí en la tierra, con resentidos, con marginales, con seres humanos de carne y hueso, llenos de defectos, llenos de problemas que permitan a Dios manifestar su verdadero Amor y Poder. Los siúticos abyectos de la religión corporativa que dicen estar representando el Carácter de Cristo, no tienen ya la fortaleza ética para confrontar a un pueblo que desea ser instruido y ser conocedor del Propósito divino, no hay manera que puedan detener una fuerza semejante, lo tengo más que claro, y sé que después que yo, vienen muchos más, como muchos que fueron olvidados por las castas sacerdotales de la religión corrupta, los asesinatos espirituales cometidos contra aquellos santos hombres de Dios, no van a quedar impunes, en algún momento el Señor de las almas cobrará.

Por lo tanto, no intenten detenerme, no lo van a conseguir, estoy demasiado contagiado de esta locura como para impedir que la obra que Dios desea realizar en muchos de ustedes, se detenga porque yo no he sido claro con mis palabras, para nada, no es que me jacte de tal condición, el que piensa de este modo simplemente no me conoce, sin embargo, el llamado persistente del espíritu Santo a sus hijos allá adentro seguirá siendo:

¡Salid de ahí pueblo mío y no os contaminéis!

¡He aquí, Yo estoy a la puerta y llamo, si alguno oye mi voz, entraré a él y cenaré con él, y él conmigo!

Tengo finalmente la certeza de que la tradición, con toda su potente dictadura del miedo, no será capaz de detener a muchos que si han oído la Voz de Dios y que anhelan en lo profundo de sus corazones, vivir una experiencia genuina con Cristo, genuinamente humana, genuina como para contarla y hablar de ella sin tener que pasar por las escuelas norteamericanas ni extranjeras, una experiencia real que convierta el corazón humano en una alborada de luz, y que el Nombre glorioso de Cristo, permita iluminar el corazón de tanta gente que la religión simplemente dejó en el olvido o simplemente decidió ignorar.

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