Thursday, August 06, 2009

El dolor que nos aqueja.







Existe momentos en la vida cuando la verdad pareciera ser sinónimo de realidad, sin embargo, cuando nos encontramos frente a un hecho tan horroroso como el asesinato de la niña, Francisca Silva, la realidad, con todas sus encrucijadas, con todas sus contradicciones, se nos presenta de manera que no quedamos desconectados, desperfilados para volver a contactarnos con aquellas sonrisas que nos hacen ser personas, a pesar de la dura tarea que nos ha dejado Dios, la de sobrevivir en medio de un mundo en donde los gestos y las circunstancias, nos hacen pensar que la vida, con cada día que pasa, se nos vuelve cada vez más dolorosa, mas hiriente, más difícil de salvar.

Como tantas personas, soy de aquellos que siempre me la he jugado por lo que creo, por ello mismo, intento ser lo más verás cuando se trata de ser objetivo, de manera que quienes tienen la oportunidad de leer mis escritos, sepan, que desde mi lugar, desde esta posición en la cual me encuentro, no voy a condescender con lo que creo está mal, sea ello un punto de vista religioso, político, histórico, etc., no tengo puntos medios ni apreciaciones mínimas para los problemas que decidí tratar desde que comencé a escribir en este espacio. Y todo nace simplemente porque estoy cansado, aburrido de la mediocridad, de que unos pocos nos digan qué debemos hacer con nuestras vidas, de que nos dicten a dónde y como debemos vivir, que nuestras miserias humanas sean tomadas como porquerías y en cambio, los que nutren el alma de éste, “nuestro cristianismo”, jamás nos hablen de aquello que nos interesa, verlos subyugados y desconectados de la realidad debido a una dulce canción entonada por un profesional de la música cristiana, me produce náusea, me agota, pero también me apesta, porque los encuentro cobardes, indiferentes, sin contacto con los problemas valóricos y espirituales que todos acarreamos porque a Dios todavía no le place venir a este mundo a corregir lo que está mal, y a poner en su lugar a toda esta casta de mal paridos que no dejan que nuestros hijos puedan crecer libres y confiadamente.

Pero hoy día no se trata de cantantes cristianos que no dicen nada de nada y que se la pasan de fiesta en fiesta, no señores, ellos hoy día a penas me quitan un poco de sueño, porque estoy seguro que ninguno de ellos dirá nada, la realidad es demasiado para ellos, no están construidos parra enfrentar problemas como el desahucio, la pérdida de tiempo, el ocio, la corrupción, los asesinatos, los niños violados, y ahora, una pequeñita ultrajada y asesinada cobardemente por un individuo que ya tenía antecedentes penales. Lo que pudo pasar por su mente en el momento de cometer el acto, ya no tiene importancia, nada de lo que él sienta o piense interesa, esta sociedad está demasiado enferma para oír a los que producen esta clase de dolor, y nosotros estamos demasiado cansados para soportar que un asesino de esta calaña, pueda sobrevivir al peso de la justicia y pasar largos años de su vida aprendiendo a escribir o a desarrollar cualquier actividad en un recinto penitenciario. Por ello es que hoy día, cuando a penas han pasado un par de horas desde que se supo toda la verdad, he oído a muchas personas comentar, padres de familia, madres, seres humanos, que sería bueno que la pena de muerte retornara a nuestra realidad.

Yo sé que el debate es constante, nos dirán, “que en otros países aquello no ha resuelto el problema”, y me pregunto, “a esos otros países, ¿les interesa de verdad lo que nos pasa?”, por ejemplo, ¿Estados Unidos, Rusia, China? Esta es una sociedad que todos hemos construido, en la que todos hemos colaborado para que la vida del chileno común se haya convertido en un constante dolor, las cifras económicas hasta antes de la gran crisis servían como una especie de cortina para tapar los grandes desastres que asolan a nuestras calles, pero hoy día la situación no da más, aunque me digan que Chile es un país seguro en el cual aún se puede vivir y respirar tranquilo, porque no estoy pensando solo en nosotros sino, en todos los que vienen detrás de nosotros, en los niños, en aquellos que desde hace muchos años han sido motivación e inspiración para mis canciones y por las cuales, la propia cristiandad rechaza mi exposición. Mi argumento siempre ha sido el dolor que como sociedad le hemos ocasionado a los más débiles, en especial a los niños, en ello se ha sustentado casi toda la estructura de mis canciones, y gracias a ello he podido darme cuenta de lo indiferente y cruel que puede resultarte la realidad evangélica, cuando adoptas algún tipo de postura que contradice ciertos principios que no tienen más fuerza que un papel con tinta, yo lo he vivido y palpado de continuo, he tenido la oportunidad de verlos y darme cuenta que no serán capaces de revertir ni afectar en nada a una sociedad que mucho del propio cristianismo necesita para enfrentar la condición en la que estamos dejando esta realidad.

Desde escupitazzos, a ser tratado de lo último, ¿pero a quien le importa eso cuando tu deber te conmina a perder el miedo al qué dirán? La sociedad en cambio, se ha construido de manera que este tipo de problemas sirva para amenizar un poco la mañana de algún miserable programa de televisión, total, díganlo o no, reciben un sueldo por aquello, así que el problema más pronto que tarde pasa al olvido y la imagen del ya reconocido conductor del matinal, nos pone nuevamente en actitud de pasarlo bien, total, no hay nada realmente doloroso en este mundo como para que te derrumbes y digas a la vida y a Dios:

¡Hasta cuándo Señor!

¡Cuándo juzgarás a los moradores de la tierra por todas nuestras maldades!

Así me fui quedando solo, absolutamente solo, envuelto en mis propias contradicciones, solo porque a un sistema religioso como el evangélico no le interesa el que un hombre de Dios, diga ciertas verdades que podrían ayudar a esclarecer algún tipo de dudas o por último, que podrían servir para producir un tema debate que cambie en algo la rutinaria escena de cultos que no colaboran a la edificación del cristiano en cuestión, sin embargo, esta misma soledad me ha llevado desde hace algún tiempo, a ir desarrollando en casa de ciertos cristianos, un tipo de reunión en donde se pueda orar y clamar por la sociedad, por un mundo mejor, por nuestras calles, por nuestros vecinos, no me he dejado amedrentar por una religión que no ama la verdad, que no desea al sincero, aunque para ser honesto, jamás me he quedado quieto, siempre a donde puedo, voy y comparto lo que Dios me ha dado, no obstante, el Domingo fue algo especial, los carteles en los buses, en las esquinas, todo el barrio de Placeres se unió para ayudar, Francisca Silva, una pequeñita de apenas 5 años había desaparecido, sólo se sabía lo que la Policía había logrado recopilar en una intensa pero lamentable investigación. Por ello es que oramos, leímos La Palabra, compartimos unos salmos y nuevamente oramos por nuestro barrio, porque Dios pudiese ayudar en la búsqueda, aún así, todo fue infructuoso, finalmente el asesino confesó y hoy día, a sólo dos cuadras de donde me encuentro escribiendo, ha sido formalizado el asesino de nuestra pequeña vecina Francisca Silva.

Sin duda el dolor que este personaje nos ha producido, puede que no sea tomado en cuenta por los grandes profetas de la prosperidad y el Gozo, ellos están demasiado extasiados con Witt y su arrogante ejército de indiferentes, no tienen tiempo para llorar, sólo lloran cuando una alabanza les llega al alma, el dolor humano no es carta para gente tan bien estructurada, para ellos, como bien lo explicaba el DR: LUCAS MARQUEZ, en un espacio del canal cristiano de la Quinta Región, “somos perdedores, y con los perdedores no hay que juntarse”. A pesar de ello, y de la opinión de este Dr. en no sé qué cosa, el cristianismo de Cristo, su fundador, se basó en cambiar las vidas de estos mismos perdedores y no en rechazarlos, sus bienaventuranzas están basadas en la pérdida, en el dolor, en la desdicha, las bienaventuranzas son una completa contradicción a la razón de ser este sistema, pero hoy día ellos, los ungidos, con una cátedra de cobardía imposible de describir, y porque lo dicen a gente que solo ve en blanco y negro, el evangelio solo es de uso de los ganadores y los postergados no tenemos opción dentro del plano de la fe cristiana. Con un pensamiento de este tipo, con un predicamento de esta envergadura, es claro que la maldad seguirá su curso, y que la propia cristiandad apóstata habrá colaborado para que nuestra realidad sea el escenario para que tales enfermos mentales anden sueltos como si nada por la vida.


Lo que nos incumbe ahora, es el dolor, es la tragedia, no el gozo, no la prosperidad de los falsos profetas, sino, hacernos parte del problema de esta sociedad involucrándonos, dejando de lado a aquellos programas de televisión que nada aportan a nuestras vidas y que sólo nos ofrecen más y más mediocridad intelectual y espiritual, la tragedia por cierto, no acabará cuando comencemos a buscar y a orar por nuestra sociedad, no existe ni puede generarse una condición de este tipo solo porque nos damos cuenta que hemos estado vegetando en la fe y que debemos tomar parte, allí sólo es el comienzo, esa es la gran tarea que Dios le ha dado a los cristianos de este mundo para que los niños, en primer lugar, reciban la protección que nosotros como sociedad no hemos sabido darles, Dios, desde luego, nos ayudará para que hechos como lo acontecido aquí, y que tiene a Valparaíso sumido en una angustiante tristeza, no vuelvan a repetirse.

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