Saturday, March 30, 2013

La implicancia de la verdad en nuestro cristianismo.





































Llevo una cantidad enorme de días y semanas soportando los efectos tal vez, de una  infección o algo parecido dentro de mi garganta. Los dolores simplemente han sido descomunales, tan fuertes como para impedir que la influencia de la morfina, pueda permitir que mi cuerpo a lo menos, se relaje, para así poder descansar, sin embargo, y a pesar de todo este inconveniente que debo sobrellevar a diario y de continuo, mi ánimo no decae, cada día que despierto, cada momento que logró zafarme de esta desagradable situación, agradezco al Señor por un día más, por todas las oportunidades que Él, como Dios, me brinda en esta vida, y pienso en mi interior, “nada podrá impedir que siga adelante, nada podrá impedir que el propósito de Dios en mi vida, pueda continuar desarrollándose”. Así me contengo, de esta sola manera logró hacer frente a tan magna desigualdad, porque si no hubiese tenido esta ayuda de parte de Dios, creo que hace bastante tiempo atrás habría desertado, no habría tenido la fuerza suficiente como para dar con esta condición que diariamente va desintegrando mi existencia. Lo concreto es que mi garganta, poco a poco ha comenzado a sentir los efectos terribles de una enfermedad que no me permite siquiera, tan solo un momento de descanso, los dolores se repiten una y otra vez, y pienso además, “si todavía no es invierno”, ¿qué vendrá entonces para mí? Sólo Dios lo sabe, sólo Dios tiene la respuesta, aquí estaré entonces, lleno de anhelos, lleno de deseos, viviendo con mucha intensidad lo que me ha tocado en esta vida, jamás pensando en dejar de luchar, por nada en el mundo, son demasiadas las cosas que ocurren en una sola vida como para ignorarlas, como para evadir el llamado de Dios, nadie dijo que sería fácil, nadie dijo que el camino estaría lleno de rosas, por el contrario, la dificultad y la prueba parecen ser, parte inherente de una forma de existencia en Dios que no conoce de valores intermedios, de verdades incompletas, sino, de absolutos como, “yo y mi casa serviremos a Jehová”, “el que en mi cree…”, “todo lo puedo en Cristo que me fortalece”, y así, una gran cantidad de versículos bíblicos que me ayudan a reafirmar en mi alma, aquello que un día juré, no iba a permitir por nada que este mundo pisoteara, por ello es que en este pasaje de mi vida, necesito tanto de Dios, por ello es que no puedo dejar de expresarlo, hacerlo, equivaldría simplemente a dejar de existir, a dejar que el desaliento me doblara y con ello, ya no sintiera el deseo profundo en el alma de servirle, con todas las fuerzas de mi vida, con todo lo que va quedando en este cuerpo que día a día, se vuelve un poco más inoperante, pero, como dije antes, que si no fuera por Él, hace rato que ya hubiese dejado de luchar.

No tengo claro aún en que va a terminar todo esto, desde luego que no, a penas uno puede vislumbrar algo del futuro incierto, pero sé también que a muchos de ustedes, no les agrada hablar del dolor, menos oír hablar a otro del dolor que le destruye, ese que no te deja alternativas para seguir viviendo, y es que no estamos acostumbrados por nada del mundo a plantearnos el tema del sufrimiento, como algo que deberemos asumir algún día, con toda sus tremendas e irrenunciables formas en nuestra propia existencia, aquél dolor que nos vuelve vulnerables y a la vez, inconsistentes como para dar una lucha cara a cara con esa inoportuna realidad que es la enfermedad o la muerte. La sociedad a la cual pertenecemos, nos ha ido cerrando rápidamente, muchos de los caminos que nos hacían más humanos, más sensibles frente al dolor de otros seres humanos, y al nuestro por su puesto, ofreciéndonos un tipo de humanidad alternativa, que no se duele con el alma de lo que le sucede a otros como nosotros, dejándonos a medio camino cuando se trata de procesos, de dar pasos que nos permitan mejorar como individuos primeramente, y luego, como partes de esta sociedad, la influencia del medio, mucho más que antes, se hace sentir poderosamente en nuestras vidas, como para cambiar en algo el propio estilo de vida que hemos abordado y elegido como prioridad no solo para nosotros, sino que además, para esos pequeños seres que viven con nosotros y que aún, por lo pequeños, no comprenden el valor de una vida que se esforzó por descubrir en Dios, el sentido que tiene para nuestras vidas, la elección que hiciste en algún momento en el interior de tu alma, y que como consecuencia, habría de marcar, profundamente, el destino y el trayecto en este mundo y para siempre, de una vida como la nuestra.

Pues bien, si hay algo que nos ha enseñado esta sociedad entonces, con todo su precario proyecto televisivo, cultural, moral y ético, es a no valorar en nuestras propias vidas, la importancia y el propósito que juega el sufrimiento en nuestra humanidad, el hedonismo, instalado como norma de vida en nuestros hogares, no deja que el hombre finalmente, reflexione en semejantes y poderosas verdades, es más, pretende con su indolente estatus de voluptuosidad e indiferencia, impedir que nuestra relación con las demás personas, se establezca en base a estados de profunda sinceridad y honestidad, empleando en su defecto, como herramienta de conexión para con los demás, la propia sensualidad que le permite y exige el hedonismo, y el cual también, impide, dentro y fuera del hombre en cuestión, cualquier intento por difundir en el “otro”, algún pequeño vestigio de la verdad que Dios desea, sea dada a conocer lo antes posible a todos los hombres, por la inminencia de Su Retorno. De esta forma, si el hombre desea avanzar como ser en desarrollo, deberá lógicamente, transgredir las propias normas que en su pobreza y miseria espiritual, se ha auto impuesto, de lo contrario, deberá aceptar que cada una de las reglas que le impiden sondear o detectar en la siempre escurridiza naturaleza humana, todas las innegables deserciones del proyecto divino, son demasiado enormes como para vencerlas con nuestras propias energías y convicciones en Jesucristo. Allí entonces, es donde el cristianismo tiene sus mayores desafíos, los mayores aportes que hacer a un mundo en completo quebrantamiento moral y espiritual, un cristianismo ausente de confrontación moral con un sistema que aparentemente se manifiesta aliado de Dios, se vuelve inocuo, inofensivo e insustancial para transformar la conciencia del hombre actual y despertarlo, y de este modo, ponerlo prácticamente, sobre la delgada línea que divide aquellos mundos y ofrecer, con una fuerza moral y espiritual inusitada, esa irremediable reflexión que nos ha de llevar a un sincero arrepentimiento y un pronto volvernos a Dios, justo cuando las circunstancias históricas mundiales, no caminan precisamente miel sobre hojuelas, por el contrario, las hilarantes demostraciones de poder venidas desde Corea del Norte hacia Occidente, nos hablan en definitiva, de la fragilidad de la paz que aparentemente vive nuestra humanidad, y además, del peligro inminente que conlleva para las naciones del mundo, la producción y desarrollo de ojivas nucleares, las cuales, en manos de verdaderos suicidas y mercaderes de la muerte, pone en riesgo el presente y el futuro de la humanidad toda, logrando con ello, finalmente, demostrar que el Apocalipsis bíblico, no es algo que el hombre debería desconocer o ignorar, o en el peor de los casos, denostar, sino que por el contrario, reflexionar en su mensaje y permitir, lo antes posible, que la verdad establecida por Dios para la humanidad, sea dada a conocer, de otro modo, atenerse el hombre a las consecuencias de haber ignorado, voluntariamente, el valor profético e histórico de estas tremendas palabras que hoy día parecen estar cobrando una mayor fuerza con el devenir de los hechos que nos convocan.

El cristianismo entonces, no carece de mensaje, el problema es que el cristianismo en este tiempo, ha preferido cantar alabanzas en vez de entregar a la humanidad un mensaje directo y claro, para ello es que se prepara, por ello es que solo canta, de otro modo, estaría interesado en la verdad, en denunciar, en confrontar su verdad con la del sistema, por ello es que los que cantamos y tenemos algo que comunicar no solo a la gente que no conoce aún el mensaje de Cristo, cosa incomprensible aún en este tiempo, nos vemos enfrentados a diario a esta gran controversia, es que vemos claramente y somos testigos, de cómo el instinto y la vocación del cristianismo, ha sido denostada por las propias castas religiosas, prefiriendo con ello, ese estado placentero que te provoca cantar las alabanzas e ignorar, por elección propia, que en ese mismo momento cuando en toda la realidad protestante mundial se cantan dichas alabanzas, a esa misma hora, en muchos lugares del mundo, mueren seres humanos víctimas del hambre o de enfermedades múltiples que produce la falta de elementos básicos para la subsistencia tales como el agua potable. Muchos Ministros de Dios se defienden de estas y otras realidades, no obstante, está claro que desde hace mucho tiempo atrás, el hombre de Dios, es decir, el mensajero, no solo dejó de luchar contra el establishment, o el medio que le segrega, sino que, y lo que es peor, se adaptó a las necesidades de este sistema, dando a luz, como verdad suprema, una forma de Ministro rodeado y centrado en las bendiciones materiales más que en la necesidades de los seres humanos, en las necesidades del alma por supuesto, por ello él es incapaz de cursar una sola palabra disidente contra las silentes realidades religiosas que apostaron, desafiando el llamamiento y la verdad divina, a una forma de mutismo que, a falta de mensaje y de convicciones profundas en Dios, hace alarde de su pobre espiritualidad, acentuando la importancia en la metodología de la alabanza, para lograr con ello, que el cristiano se convenza de que no es necesario conocer ni comprender la importancia de la verdad, para llevar, en medio de un mundo hedonista y narcisista como en el que vivimos, y un montón de otras perversiones más, una forma de cristianismo comprometido con la verdad divina y su aplicación ética en el desenvolvimiento de nuestras actividades diarias.     
                   
Finalmente, está claro que los cristianos actuales no desean oír hablar siquiera del dolor, es más, huyen de él, y de este modo, de quienes sobrellevan en sus vidas, la difícil encomienda de tener que sobrevivir soportando semejantes realidades, la cobardía entonces comienza a tener sentido, los cobardes son capaces de mutar e influir sobre los demás, para que ni te atrevas a nombrar la palabra dolor dentro de sus sesgadas realidades espirituales, ello no está permitido, ni menos decir que tú, el que predica, canta o tiene un deber que cumplir en Dios, lo haces detrás de una verdadera y perdurable cruz que algún día te ha de llevar a la eternidad. Los cristianos desposeídos de cruces, hoy día no nos permiten decir todo lo que deberíamos, tal vez por ello es que estos espacios tienen la importancia que tienen, es probable además, que por esta misma razón, y a pesar de que llevo casi dos horas de esta madrugada redactando estas líneas, unido a la incomodidad de esta dolorosa enfermedad, es que no puedo dejar de decir todo lo que siento, incluidos los delirios de estas enfermedad, lo cual, me deja tranquilo, porque en el fondo de todo lo que he venido diciendo, se vislumbra con total claridad, un profundo anhelo de ser valorados por la cristiandad, por lo que somos, aún a pesar de los ciegos que guían ciegos, de la inoperante actitud de aquellos conformistas que no aceptan que también en nuestro país, Dios sí nos utiliza para declarar Su Bendita Palabra, a pesar de la orgullosa y soberbia actitud de esos mismos Ministros que aceptaron la propuesta del sistema, lo cierto es que Dios nunca ha estado en silencio, eso, lo tengo bien claro, el que todo un sistema no desee oír ciertas verdades, puede que redunde hasta en un fenómeno social, el cual, deberá ser tratado por agentes competentes y preparados para tal y difícil análisis, lo determinante, es que Cristo Viene, y Pronto, y en una de esas, puede que sorprenda a los propios Ministros de Dios, reflexionando en la teoría de la fe cristiana, y no en el hacer, si ello ocurre, será el debacle, ¿en qué estará el cristianismo actual entonces? ¿Será capaz de auto – regirse, o simplemente deberemos esperar? En tal caso, ¿para qué o de qué modo La Obra del Espíritu Santo puede hacerse realidad mientras los propios siervos del Señor se muestran desinteresados en conocer, a qué o cuál verdad desea Dios que el Espíritu nos guíe? Todos tenemos en tanto algo que decir, algo que contar, guardar silencio parece ser una buena medida, no obstante, Dios, el hacedor de La Palabra, ya lo había dicho en el pasado: ¡Habla y no calles! ¿Qué otra cosa podemos hacer por Él, sino que testificar?    

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