Sunday, January 13, 2013

Ser hacedores y no solo oidores de Su Palabra, ese es el dilema.












Cuando, impedido por las circunstancias que me rodean, hago uso de esta herramienta para pedir ayuda a quienes todavía sienten interés por los ministerios nacionales, sé que estoy quebrantando o transgrediendo, uno de los más fuertes principios con lo que he debido convivir por muchos y largos anchos, porque siempre he sostenido en la vida, que teniendo salud y fuerza para luchar, uno debe ser capaz de ganarse el sustento para no tener que ser carga de nadie, incluso de nuestros mismos padres, lo aprendí desde pequeño, pues me crié en el ambiente de la Feria de Valparaíso, en donde mis tíos y mi abuelo me enseñaron a ganarme mis monedas semanalmente, junto a ello, traté de estudiar y ser fiel a los predicamentos de mis padres, no obstante, uno no es Dios para no cometer errores, pude haber hecho tantas cosas con mi vida, haber seguido una carrera universitaria y desde allí, obviamente servir al Señor, pero cuando uno está joven, no escucha los consejos, y desde luego, escucha a quienes no tiene que escuchar, es la edad de los ideales y por supuesto, siempre habrá sembradores de ellos, y lógicamente, quienes desean ser sembrados por esta clase de personas.


Sin embargo, y a pesar de todas mis más tontas decisiones, aprendí con el correr de la vida, ciertos oficios que fueron ayudándome a sobrellevar el peso de la realidad con un poco más de tranquilidad, ello también colaboró, a que la música y el Llamado del Señor desde muy joven, pudieran encontrar en mi, un cerebro, un alma y un espíritu dispuesto. Así fue como comencé, luego vino todo un proceso del cual muchos de ustedes fueron testigos, y logré junto a mi compañero de canto, recorrer todo este país cantándole a Cristo, fueron años de mucha libertad en donde aprendí casi todo lo que hoy día entiendo es el mundo de Dios, volvería a vivirlos, no obstante, como dije antes, cuando uno está en esa edad idílica, no piensa en el futuro y en que de repente nos vamos a poner viejos, o en enfermarnos, menos yo, que pese a no tener una buena salud, fui siempre un deportista, y no cualquier deportista, porque siempre me destaqué, ya sea como atleta, representando a mi viejo Liceo Eduardo de la Barra, o defendiendo los colores de algún club de fútbol. De ese modo fue que a los 14 años llegué al club Everton de Viña del Mar, y comencé a vivir una vida de futbolista que rápidamente se encumbró gracias a las aptitudes naturales con que Dios y la vida, me trajeron a este mundo, claro, siempre acompañado de mi música, pero la verdad, es que al pensar en estos momentos en esos días, solo recuerdo que cuando hacía deporte, me cansaba un poco, quizás, mucho más que los demás, pero bueno, cuando sé es joven, uno a prende a vivir con estas cosas sin darle la importancia que se debe, solo recuerdo haber sentido algunos dolores en mi pecho y luego intensas ganas de descansar.

Desde luego mi vida era muy bella en esos aspectos, podía entrar gratis a cualquier estadio del país, viajaba, entrenaba con los profesionales y había frente a mí, toda una expectativa que no iba pasar por alto, sin embargo, sucedió conmigo, todo lo que sucede con cualquier persona que a una edad tan temprana, puede disfrutar de aquellas cosas que otros no simplemente no pueden. Tenía apenas unos 17 o 18 años de edad, y mi mundo interior estaba completamente deshecho, por ello bebía, mucho, fumé marihuana, hice de algunos años de mi vida algo realmente loco, pero los días fueron pasando, y fue acumulándose en mi alma, todo un peso de temores y dudas que poco a poco terminaron por derrumbarme, hasta quedar completamente “tirado”. Fue en ese tiempo cuando ocurrió mi encuentro con Cristo, mi verdadero encuentro porque del Señor, siempre recibí todas sus enseñanzas a través de la pequeña congregación del Cerro Ramaditas, en donde aprendía lo que era la verdadera vida de Cristo. Y como La Palabra no vuelve vacía, cierta noche, absolutamente embebido, y sin siquiera haber buscado a Dios, tuve un encuentro Personal con en el Señor, fue algo que catapultó definitivamente mi vida, pues no creo que hubiese algo en este mundo que pudiera haberme hecho cambiar en ese momento, solo Jesús salió a mi encuentro y transformó mi existencia, de ahí, una nueva historia, dediqué mi vida al canto cristiano y aún teniendo la oportunidad de estudiar en la Universidad, porque postulé y quedé dos veces, preferí dedicar mi vida a expandir a través del canto, este maravilloso mensaje que nos trajo el Señor Jesucristo por medio de Su Evangelio.

Han sido años de procesos, de cambios y muchas cosas más, muchas que no las podría nombrar en esta pequeña reflexión, pero así suceden las cosas, uno no se da cuenta y ya, tienes 30 o 40 años, y sientes que la vida no es igual, que todo es diferente, porque todas las cosas cambian en este mundo, no obstante, la fuerza que imprime el Señor en mi vida, ha sido por todos estos maravillosos años, el único motor que mueve y sustenta mi vida, y ahora, que estoy en estas difíciles circunstancias, reflexiono en las cosas que pude haber hecho con mi vida, y en las que no, y creo, conociéndome, que volvería a vivirlas, intensamente como fue, pero si tomaría ciertas precauciones, ciertas como para flanquear el tipo de dificultades a las que me veo enfrentado debido a este mal que hoy día no me permite llevar una vida normal. Por ello es que al principio sentía un poco de vergüenza el tener que pedir ayuda, sin embargo, Dios me ha enseñado en la vida, que habiendo servido honestamente a sus propósitos desde muy joven, habiéndome entregado por completo a Su Voluntad, Él iba a mostrarme cosas que jamás yo había visto y oído, y una de esas cosas es esta, que muchas veces sin conocer a alguien, he recibido ayudas que en mi condición, tienden a aminorar el peso de todo este angustiante dilema que sobrellevo, y se constituyen por ello, en verdaderos milagros.

Así transcurre mi existencia diaria, a veces pienso que mi familia ya está cansada de mi condición, aunque a la verdad, ciertamente ellos me ayudadn, pero yo y mi familia no vivo de lo que ellos me dan, y lo que sucede, es que nadie por supuesto desea ver a un hombre de Dios, diciendo que Dios nos ama enterrado desde una cama, mi propia esposa, siendo tan joven, tiene todo el derecho de cansarse, pienso de repente, ¿qué va a ser de mí cuando ella finalmente se agote de todo esto? ¿Qué va a suceder con todo esto? Pero así están dadas las cosas, me revuelco de dolor y pasan los días aguardando la misericordia del Señor que sé, en un momento llegará y sanará por completo mi alma y mi cuerpo de este extraño pero persistente mal, y cuando llegue ese momento, podré disfrutar de verdad a mis pequeños, seré desde luego un mejor papá, un mejor hermano, un mejor esposo, y tal vez si Dios lo quiere, un mejor cristiano incluso, pero mientras deba sobrellevar el peso de este trágico itinerario, no me puedo valer, necesito que me ayuden, tal vez no con dinero, sino, que me den la oportunidad de demostrarles que aún enfermo como me siento y vivo, soy capaz de cantar mi canto y defender mi ministerio, ello le da dignidad a mi vida, y por supuesto, permite que los hermanos puedan adquirir mi canto si a ellos les parece que les bendice. Hasta donde yo me acuerdo, deben ser algo así como 7 u 8 años que esta enfermedad comenzó a manifestarse poderosamente en mi cuerpo, y solo un par de ellos cuando supimos que no había cura por lo menos dentro de la medicina tradicional, ello me ha llevado a estar hospitalizado en varias oportunidades, sin embargo, nada se ha sacado en blanco, solo que la enfermedad avanza, cristalizando casi toda mi tráquea, razón por la cual debo constantemente y varias veces al día, ingerir morfina para detener o amortiguar el dolor que ello me provoca.

Como pueden ver, mi vida no es fácil, como creo no será la de muchos de ustedes, lamentablemente, el pueblo evangélico, haciendo caso omiso al legado etico de Su Palabra, ha ignorado este tipo de tragedias, no contando en el diario vivir y en esta muy difícil realidad, ni con hospitales, ni con lugares en donde las personas como yo, que hemos servido largamente y con honestidad a toda prueba en este país a nuestro Señor Jesucristo, seamos tratados como debemos. A estas alturas de mi vida, la sanidad se hace cada vez más esquiva, no entiendo por qué Dios, teniendo tanto poder, y enseñándonos a nosotros a creer en Su Poder, no sea capaz de sanarme, y por el contrario, permitiendo una enfermedad de estas dimensiones en mi cuerpo, agrave aún más mi condición como papá y esposo, muchas veces también, me doy el trabajo de escuchar predicadores que por lo que dicen, prefiero dejarlos mejor en el olvido, porque siendo tan jóvenes algunos de ellos, y conociendo muy poco la naturaleza humana y el problema espiritual, igual ellos siempre apuntan con sus dardos, “supuestamente espirituales”, a ese vil pecador que según ellos, es el único culpable o responsable de todos sus dramas, yo no creo en eso, yo creo que Dios tiene propósitos, sin embargo, no estoy de acuerdo con ciertos predicamentos de Dios, porque en el lugar en donde ÉL habita, no hay hospitales, no mueren niños por leucemia u otras enfermedades, así que moralmente, creo que los religiosos patéticos, están totalmente equivocados, porque si algo nos mostró la Venida de Cristo a este mundo, fue que Dios, el Eterno Dios del cielo, en Cristo Jesús, si está interesado en nuestros problemas, en nuestras enfermedades y dolencias, entonces, puede que quienes hayan cambiado precisamente no sea Dios ni sus ángeles, sino, los propios cristianos que hoy día, en vez de orar por los enfermos, en vez de visitar a quienes tenemos que sobrellevar el peso de estas enormes cruces sobre nuestras espaldas, prefieren vegetar frente a un televisor o caer simplemente en el costumbrismo religioso que nunca jamás, a nadie en este mundo, hizo salvo o sanó de algún mal.

Quiera Dios bendecirles aún más, ojalá con entendimiento, el tiempo se agota hermanos, cada día que pasa veo cómo La Venida de nuestro Dios, se acerca, a pasos realmente agigantados, ¿nos verá Dios en ese momento haciendo lo que debemos hacer, o solo nos habremos tornado en simples oidores de Su Palabra, y nunca en hacedores?

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