Sunday, December 09, 2018

LO VALIOSO DE TENER AMIGOS.


Aquellos que debemos hacer enormes esfuerzos a diario para conquistar el horizonte de nuestro destino, necesitamos de muchas cosas que para otros en esta vida, simplemente pareciera que no existieran, que todo fuese consecuencia de lo que somos o no capaces de llegar a alcanzar, sin que tengamos necesidad dentro de nosotros de oír a otros, sin que debamos detener el andar de nuestros mundos para descansar unos momentos, para asirnos de la mano de aquél que desea brindarnos su apoyo, lo cual convierte nuestras experiencias en valiosas, en inapreciables.

Nosotros, los que vivimos de a pedazos, de segmentos y tramos que van uniéndose de a poco, como en un rompecabezas, hasta convertir nuestros pasos en sendas, en caminos azules o verdosos, caminos al fin en donde la vida y el andar es posible, lo sabemos, nada podríamos en esta vida si es que no tuviésemos esa ayuda que a veces decidirá, terminantemente, si podemos o no continuar dando la batalla, al menos dentro de las horas que aún nos faltan por vivir.

La vida humana, la del ser humano que proyecta sus sueños y añoranzas en el bien que Dios nos ha dado, tenemos tanto que agradecer por aquellos que han comprendido que no siempre en la vida se puede tener la razón, que no siempre es posible arribar a un puerto solo por el hecho de que sabes navegar, son muchas y muchas las circunstancias que deben reunirse para que nuestros mundos tengan el sentido que merecen tener. Alguna vez subí la enorme montaña, llegué tan alto, e incluso, llegué a sentir que era parte de ella, y quise quedarme dormido esperando el despertar de las estrellas, pero cuando lo logré, entendí cosas que jamás había comprendido, como el saber que nuestros mundos necesariamente deben estar unidos, jamás tan distanciados, porque una sola estrella en el firmamento destellando en medio de la noche iluminada, es maravilloso, sublime, excelso, pero todas las estrellas juntas brillando, es un maravilloso pero inexplicable milagro que nos vuelve humildes, necesarios para los demás.

He experimentado tanto en esta vida como me ha sido posible, y de todo ello he aprendido que cada vida tiene sentido, que cada ser humano, por más insignificante que nos parezca, merece ser oído, merece ser considerado parte de todo lo que somos, porque ello al final es lo que nos vuelve precisamente nobles, afectivos, humanos, no son los mundos rodeados de alambradas y cámaras ocultas vigilando nuestra seguridad, lo que nos convierte en seres valiosos sino, lo que somos capaces de dar para que otras personas, otros seres en este mundo como tú y yo, tengan la oportunidad de comunicarnos lo que están viviendo.

La vida que Dios nos ha dado es un don, irremediablemente que es así, es más que obvio que estamos llenos de milagros, de hechos que confirman que no hemos sido creados por el azar, por una casualidad que nadie sabe realmente qué significa, están en nuestras manos, en nuestras condiciones en las que vivimos las herramientas que podemos utilizar para darnos cuenta de lo valiosa que es la vida, con todas sus frecuentes desazones intranquilizándonos, porque al final, sabemos que en un momento llegará el sosiego y comprenderemos que no estábamos solos, que había muchos más seres humanos como nosotros haciendo los mismos o más esfuerzos que nosotros para alcanzar el añorado horizonte de ese día en particular.

El Señor, en Su Evangelio, nos enseña que no podemos vivir sin que los demás nos afecten, positiva o negativamente, “…No ruego que los quites del mundo, sino, que los guardes del mal…(S. Juan 17: 15) Es una profunda y ciertísima realidad que hoy día el cristianismo ensimismado no desea aceptar, prefiere la experiencia indiferente, la de Un Dios sin objetivos en el prójimo, desprendido del valor de las “otras vidas”, centrado solamente en la necesidad que le une como deber, ahora, que el amor se ha convertido en una despensa en donde solo los bienes materiales pasan a llamarse “bendiciones”, cuando, a nuestro entorno, personas de vidas quebrantadas y llenas de heridas propias de seres que han pagado un enorme precio por vivir, simplemente existen, provocando con esta forma de experiencia espiritual en ellos, mucha más soledad de la que antes había.

Mis amigos, mis hermanos y hermanas que han estado cerca de mí en este fuerte proceso que vivo desde hace varios años, lo saben, estoy agradecido de cada uno de ellos, de cada palabra, de cada hecho con el cual me han bendecido y me han demostrado que El Amor verdadero de Dios, no es parte de una experiencia llena de surrealismo y de voces que hablan de lo que no le interesa a Él Mismo, sino, de una experiencia de vida en donde el ser humano, ese que está a nuestra disposición en cada momento de nuestras vidas, en cada esquina de nuestra ciudad, nos urge que le seamos de ayuda pronta y de mucha pero mucha comprensión.

f. navarro m.
cantautor cristiano chileno  

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