MI ESTADÍA EN ESTA ENORME CIUDAD.

Me encuentro dentro de una ciudad enorme, una urbe que no te
regala minutos ni espacios para descansar o reflexionar en lo que deberías,
porque el alma humana no es una máquina robótica que no precisa de este tipo de
espacios, sin embargo, Dios ha querido que mi estadía en ella, resulte algo
beneficioso para mí, sobre todo por el aspecto de mi salud, la que diariamente
sufre las embestidas de una enfermedad que por años lleva sometiendo mi vida a
fuertes tratamientos de drogas y analgésicos.
Permanecer en Valparaíso hubiese significado continuar en
cama y sin posibilidad de poder disfrutar los días que Dios en Su Misericordia
me ha permitido vivir desde que llegué a esta ciudad. La humedad de una ciudad
portuaria es algo evidente, existe horarios allí en que es imposible para alguien
con enfermedades relacionadas con el aparato óseo y respiratorio, poder evitar
todo lo que trae consigo esta realidad climática, desde dolores de cabeza hasta
los malestares propios que debes soportar cuando, por estos factores, son
aumentados estos mismos malestares, son días en que debes aumentar además las dosis de los
medicamentos, prácticamente no duermes, el aire helado comprime tu pecho y lo
que hagas para intentar descansar es inocuo frente a la fuerza que adquiere la
enfermedad cuando pasan las horas, solo logras relajarte y descansar cuando ya
amanece.
Acá, cerca de la montaña, en días primaverales, con temperaturas
veraniegas cercándonos a diario, mi cuerpo ha podido descansar de una forma de
vida que me hizo esclavo casi por dos años de estar en cama, es un hecho, el
clima ha sido determinante para mí, aunque la enfermedad continúe provocando
daños en mi ser, lo relevante es que puedo levantarme y caminar, sugerir a mi
alma otra forma de encarar el día, lo cual se transforma en una enorme y bella
bendición cuando has llegado a comprender que tu condición de salud, no varía
con el paso de los años.
En este sentido, he tratado por todos los medios de
aprovechar el tiempo que Dios me ha dado, tratar de extraer de él todo lo que
la vida me permita, por ello es que cada caminata, cada oportunidad que se
presenta para que pueda salir y compartir lo que Dios me ha dado, tiene una
importancia fundamental, no sé si ello vuelva a repetirse, así que por lo
tanto, disfruto, con toda mi alma, de todo el cariño que los hermanos y amigos
me entregan, del desprendimiento de otros seres humanos que padecen los mismos
o mayores problemas que yo, lo cual me permite además, ponerme en contacto con
sus dramas y de este modo, producir un enriquecimiento mutuo, que creo es la
verdadera koinonía a la cual nos invita a hacernos parte a diario El Espíritu Santo.
No podría decir que estoy feliz por lo que me acontece, por
todas las cosas que debo a diario enfrentar para llegar a la noche, a veces con
grandes esfuerzos que me llevan a vivir una vida al límite. Pero mi realidad, a
pesar de todas estas grandes murallas circundando mi andar, me permite aún darme
cuenta de que Dios, en Su Bendita Sabiduría y Misericordia, no ha obviado
absolutamente nada en mi vida, transporto lo esencial, lo que se relaciona con
la vida, La Palabra de Dios, dos o tres libros, lápices para dibujar, para
escribir, mis instrumentos, con los cuales estoy constantemente trabajando para
provocar en mi alma ese bello chispazo que con la ayuda del Señor, puede llegar
a convertirse en un nuevo canto.
Estoy convencido de que Dios está detrás de esta existencia,
yo solo pongo mi entusiasmo, ese carácter que hasta aquí me ha permitido conocer
de cerca el amor de mis hermanos, no podría ser de otra manera, cada cosa, cada
afecto, cada palabra tiene un sentido inmenso dentro de mí, pues no puedo valerme totalmente como siempre lo hice, y sin embargo, nunca han faltado los que
desean ayudarme y levantarme cuando en algún momento he decaído por esta misma
condición, he palpado el milagro desde muy cerca, no puedo hacer como si no estuviese
viendo lo que a diario soy capaz de contemplar gracias a Él, son muchas las
cosas que deben converger para que un ser humano que está siendo impelido por
una fuerza tan grande como esta enfermedad, pueda realizar todo lo que a diario Dios me permite vivir.
El milagro entonces lo conozco, lo veo, estoy consciente de
todo lo que Dios hace a través de mis hermanos, no estoy ciego para no darme
cuenta de ello, por ello, creo que la palabra tal vez sea otra, no feliz, sino,
gozoso, si, el Apóstol Pablo en su primera carta a Los Tesalonicenses dice así:
“Estad siempre gozosos.
Orad sin cesar.
Dad gracias en todo; porque esta es la voluntad de Dios para con
vosotros en Cristo Jesús.”
(l Tesalonicenses 5: 16 – 18)
Entonces, es lo que he tratado de hacer, de gozarme, de todas las
cosas que Dios hizo, hace y continuará haciendo para que mi vida pueda
continuar dependiendo de Su Amor, Inagotable, vivir intensamente dependiendo de
Él es mi constante en esta vida, no me acerco a Dios diariamente para rogarle
que sane mi cuerpo sino, para que abra mis ojos y me ayude a ver lo que mi
naturaleza a veces no es capaz de contemplar, de la sanidad de mi cuerpo Él se
encargará cuando así lo disponga, pero mi deber, es testificar de Su Amor, del
bello Amor con el cual Él me rodea y que me permite en estos momentos,
agradecer, como siempre lo he hecho, sin mediar queja alguna, simplemente,
agradecer.
Todos los seres humanos padecemos en esta vida, es algo
verificable, no obstante, los hijos de Dios, que estamos decididos a ir en pos
de Jesús con todo nuestro ser en esta vida, hemos hecho un pacto de Amor con Él,
una alianza que nos proyecta hacia la eternidad en la cual, estaremos siempre
con el Señor, de modo que aún con nuestras dolencias, con todas las limitaciones
que pueda imponernos la realidad que nos encontremos viviendo, debemos dar
gracias, gracias a Dios por lo incomprensible, por lo que en muchos momentos de
nuestras existencias, nos cierra el camino y nos detiene en horas y días interminables
padeciendo por ejemplo con una enfermedad.
Nunca me imaginé que algo así habría de ocurrirme, jamás, mis proyectos estaban dirigidos a servir al Señor como siempre lo hice, y por supuesto, ver crecer a mis hijos en el calor de un hogar, nada de esto ha acontecido como yo lo pensé, desde luego que no, todo ha sido diferente, absolutamente distinto a como yo lo pensé, pero, aún a pesar de todo lo que he tenido que vivir hasta aquí, no tengo más que palabras de gratitud para con Dios y mis hermanos, esta enorme familia de Dios que a diario me arropa y me da su mano para poder continuar en este proceso, es enorme, hay muchas vidas incluidas, tantas que algunas casi no las conozco, Dios dirá cuándo nos encontraremos y juntos daremos gracias por este Amor, por esta clase de Amor y tiempos que en este mundo no es posible encontrar, salvo cuando los hombres nos ponemos de acuerdo y decidimos mirar hacia un mismo punto, un mismo camino que se nos abrirá si es que en realidad tenemos dentro de nosotros, un corazón agradecido y dispuesto a dar la batalla.
Nunca me imaginé que algo así habría de ocurrirme, jamás, mis proyectos estaban dirigidos a servir al Señor como siempre lo hice, y por supuesto, ver crecer a mis hijos en el calor de un hogar, nada de esto ha acontecido como yo lo pensé, desde luego que no, todo ha sido diferente, absolutamente distinto a como yo lo pensé, pero, aún a pesar de todo lo que he tenido que vivir hasta aquí, no tengo más que palabras de gratitud para con Dios y mis hermanos, esta enorme familia de Dios que a diario me arropa y me da su mano para poder continuar en este proceso, es enorme, hay muchas vidas incluidas, tantas que algunas casi no las conozco, Dios dirá cuándo nos encontraremos y juntos daremos gracias por este Amor, por esta clase de Amor y tiempos que en este mundo no es posible encontrar, salvo cuando los hombres nos ponemos de acuerdo y decidimos mirar hacia un mismo punto, un mismo camino que se nos abrirá si es que en realidad tenemos dentro de nosotros, un corazón agradecido y dispuesto a dar la batalla.
f. navarro m.
cantautor cristiano chileno
0 Comments:
Post a Comment
<< Home