Friday, January 03, 2020

EN LA PLENITUD DE MIS CONVICCIONES EN DIOS.







Con plena certeza de lo que soy en Dios y deseo hacer para Él, retorno este día a mi ciudad, Valparaíso. Ha sido un tiempo enorme de un proceso que comenzó cuando mi mundo se derrumbó y quedé prácticamente en la calle y con lo puesto, desde allí mi vida fue otra, otra forma y circunstancia que me hizo retornar a cosas supuestamente sabidas, y desde esa realidad, recomenzar.

Así fue, que, de pronto me vi desolado, completamente vacío, sin mis hijos pequeños en mi mundo; cuando yo vivía para ellos; sin mi hogar, sin nada de lo que nos hace a veces ser en este mundo, solo viendo esa pequeña y aparentemente insignificante Luz en el medio del ocaso dirigiendo todos mis movimientos, persuadiéndome de lo adverso a esta situación para engrosar la lista de quienes en esta vida, hemos intentado con todas nuestras honestas fuerzas de sacar adelante una familia, no cualquier familia, sino, una en donde el centro sea Dios, Dios y solo Dios, luego, trabajar, luchar, sobreponerse a las adversidades para ir descubriendo lentamente, que es Dios el que nos motiva y nos sugiere fórmulas diariamente, métodos para lograr alcanzar una bendición, a veces sin comprender absolutamente nada de cómo lo hace Él, pero, siempre confiando que detrás de esta bella aventura está Su Amor, que es irremediable en el corazón de los que esperan en Él. 

Creía haberlo alcanzado, pero no fue así, en un instante estaba atascado como cualquier mortal en medio del bullicio y movimientos propios del terminal de buses de Valparaíso, sin saber qué destino tomar, a quién dirigirme, todo era confusión, una oscura y densa nube empañaba en ese momento todas las ideas que antes habían florecido y permitido que mi mundo familiar, continuase adelante. Pero allí estaba, detenido, hasta que El Señor habló a mi corazón y me hizo comprar un pasaje a Santiago. El consejo de Dios era, “salir de inmediato de allí y ponerme a resguardo del daño y el dolor de la pérdida”. Venía de viaje cuando pude hacer contacto con mi hermano y amigo, Cristian Leclerc, él, de inmediato abrió su corazón y su hogar, fue entonces cuando comencé este duro proceso que hoy día, con la ayuda del Señor, inicia ya una nueva etapa.   

Vuelvo entonces a mi ciudad, con una perspectiva distinta, comprendiendo muchas cosas que estaban ocultas aún para mí. Sucede que, cuando sufrimos un dolor enorme en nuestras vidas, como el dolor de la pérdida de un hogar, quedamos expuestos a infinitas cosas, y pareciera ser que el alma el corazón y la mente, se hubiesen separado, no es fácil para nada ni nadie intentar reorganizar tu mundo teniendo este tipo de realidad como fondo de tu alma y de tu mente, reconstruir un mundo que ha estado centrado precisamente en esos valores que creemos son los más importantes como el defender una familia, sobre todo en estos tiempos de libertinaje moral, todo esto lo hace mucho más complejo, mucho más difícil el tratar de volver a cierta normalidad, de esta forma, ese dolor nos invade y no nos permite ver más allá, como una poderosa muralla no nos deja avanzar, llegamos a sentir incluso que los días se detienen, tal como si estuviéramos dando vueltas y vueltas sobre lo mismo.

Es precisamente en estas instancias cuando los verdaderos amigos y hermanos; incluidas mis amigas y hermanas en Cristo; tienen mucha más importancia, una esencial importancia que, siendo lo más sincero posible, creo que jamás habría logrado avanzar y comprender lo que ahora comprendo si no hubiese tenido esta clase de ayuda, tanto en lo afectivo como en lo material, en todos los sentidos, cuando se vive algo como lo que me ha tocado vivir, uno queda destrozado afectivamente, y en tal condición, los amigos que Dios dispuso para ayudarme, contaban no solo con las herramientas para hacerlo, sino que también, con la fortaleza afectiva y el cariño que solo pueden entregarte aquellos que han vivido estas experiencias y han podido salir adelante.

Es por ello que, junto con agradecer Al Señor, les debo también gratitud a todos mis grandes hermanos, amigos, y amigas en El Señor, a cada uno de ellos, gracias, gracias por creer en mi cristianismo, en la humanidad que hay detrás de mi realidad espiritual, por darme la oportunidad de ponerme de pie nuevamente y servir de todo corazón a nuestro Dios, que es y seguirá siendo, nuestro mayor y más sincero Amigo en todos los momentos difíciles que debamos enfrentar.

Es claro, mi proceso aún no ha finalizado, sé que vienen muchas cosas más a mi vida, aún no han cauterizado por completo todas las heridas, pero sí creo fielmente que El Amor de Dios en esta oportunidad, en todo este tiempo que he estado acá en Santiago, me ha enseñado a lidiar con toda esta inmensidad, y de este modo, puedo retomar lo que dejé atrás en algún momento, y por supuesto, continuar creando y dando forma a nuevos proyectos en Dios, que son el aire, el O2 que a todos los que escribimos o desarrollamos actividades creativas en Él, nos permite respirar y seguir viviendo en intensidad La Bendita Gracia y Misericordia de nuestro Amado Dios.

Gracias a todos los que han estado presente en mi proceso…

Gracias a los que han orado por mi recuperación…

Gracias a los que, de una u otra forma, han procurado bendecirme para seguir adelante…

Gracias a nuestro Dios, por todo lo que Él significa para nuestras vidas…

Gracias infinitas, Señor.


f. navarro m.
cantautor cristiano chileno

0 Comments:

Post a Comment

<< Home