Wednesday, March 13, 2019

EL PODER DE LA ENSEÑANZA Y EL DISCIPULADO.





Lentamente y con el paso de los días, voy recuperando parte de mi salud dañada en esta última aventura en El Señor. Todo presupone que muy pronto al menos, estaré en condiciones de poner en actividad aquellos proyectos y realidades que dan forma a mi vida, y generan en mi espíritu, toda clase de bellos y genuinos sentimientos llenos de paz en Él. Es la consecuencia de vivir con una enfermedad incurable sobre tu cuerpo, son las razones que muchas veces me han detenido y por lo cual, he debido esperar grandes cantidades de tiempo en cama incluso, para alcanzar un estado de salud que me permita trabajar con mis ideas, y por supuesto, con el ministerio que tanta bendición ha traído a mi vida, y espero de todo corazón, que a los hermanos que siguen de cerca mi proceso.

Servir a Dios, es algo que está fuera de las posibilidades de muchos cristianos en un mundo tan competitivo como el de hoy, no es fácil dejar de hacer cosas que promueven nuestra subsistencia para dedicarnos a lo que Dios quiere, ello es lo que a mi modo de pensar, lentifica el proceso de La Iglesia en esta tierra, no solo porque carecemos de esta valiosa herramienta como es la voluntad humana al servicio del Evangelio, sino que además, y debido a esta deserción en el campo de la enseñanza y de otras posibilidades que ofrece el mismo Evangelio del Señor Jesucristo, muchas personas simplemente se conforman con ofrecer a Dios trabajos sumamente superficiales, o peor, al no contar con el tiempo necesario, llenan sus mundos de realidades basadas únicamente en la subsistencia a través del trajín en el templo, lo cual convierte a nuestra realidad congregacional, fundamentalmente en una existencia religiosa o en una realidad circunstancial, por la falta de capacitación, por la exclusión que sufren muchos hermanos que con sus dones y ministerios, podrían estar innovando y ayudando a la manifestación del Reino de Dios sobre esta tierra de tantas y diferentes maneras.

He buscado las explicaciones al respecto y creo haberlas encontrado, muchas de ellas, para nuestra comprensión del problema, se hallan arraigadas seriamente en lo que se enseña desde los mismos púlpitos, específicamente en lo que guarda relación con doctrinas y enseñanzas que predisponen al cristiano, a ejercer dominio sobre el entorno material y a no perderse ninguna oportunidad cuando se trata de generar dinero o dar importancia a las bendiciones materiales. Esta verdadera incongruencia con respecto a la enseñanza pura del Evangelio, es lo que a mi modo de enfrentar el problema, ha traído gran parte de lo que es hoy día, la negación o el rechazo de muchos hermanos y hermanas por hacerse cargo de las demandas que establece el mensaje de Cristo en Su Evangelio, y junto con ello, como lo he venido planteando, el desinterés por servir a Dios desde una perspectiva mucho más profunda y directa en relación al prójimo, que todo aquello que nos ofrece la realidad puramente cúltica o templista.

Ya no me sorprende el hecho de que en muchas ocasiones, interesado en ayudar a la formación de hermanos en lugares en donde La Palabra de Dios debería ser ofrecida como una herramienta “pedagógica”, los mismo encargados de aquellos grupos, en su mayoría de corte Pentecostal, prácticamente ignoran cuando les he ofrecido mi ayuda para perfeccionar o colaborar con la enseñanza bíblica. Específicamente en lugares como cárceles, el problema se manifiesta entonces de manera enérgica, no hay posibilidad de pensar siquiera en darle importancia a la enseñanza, los hermanos allí convertidos, están prácticamente impedidos de alcanzar una mejor perspectiva en lo que respecta al conocimiento y al traspaso de él, en este caso, solo aprender a cantar y como siempre, a ver Las Escrituras desde una mirada distante y superficial.

Pero este no es un problema que se da en esos lugares solamente, la forma que adquirió el cristianismo protestante mundial, como la realidad del culto y su estructura, también es responsable de que una gran mayoría de hermanos, no tengan acceso a mejores enseñanzas y en este respecto, a una capacitación ministerial que sin duda alguna, permitiría que La Iglesia de Cristo en su versión periférica al menos, tuviese otro tipo de influencia sobre la sociedad que nos rodea, y que además no estuviese limitada solamente al canto de alabanzas o a la repetición de formas que están absolutamente descontextualizadas con la realidad.

Habiendo servido al Señor desde mi juventud detrás de un Ministerio musical acá en Chile, un día El Señor habló a mi corazón en relación a que, una gran cantidad de músicos cristianos, valiéndose solamente del don musical, no aspiran a mejorar su condición ministerial estudiando o capacitándose, es decir, para muchos “ministros de alabanza”, la enseñanza bíblica no tiene valor alguno, lo cual convierte a esta circunstancia, en una inevitable desgracia para la realidad de La Iglesia de Cristo, sabiendo que una gran cantidad de hermanos y personas que asisten a las reuniones periódicas, carecen de preparación y de ayuda pedagógica, es claro, existe en la realidad, muchos más cantantes y músicos cristianos que profesores o pedagogos encargados de la formación intelectual y valórica del pueblo de Dios.

Como lo he compartido tantas veces en las cuales se me ha invitado a cantar a ciertas congregaciones, creo que el problema no solo no ha sido tratado por la curia protestante, sino que, además, convierte al mismo problema, en una dificultad o encrucijada histórica que difícilmente los cristianos de hoy, con toda su poderosa artillería de recursos para alabar a Dios, querrá enfrentar y tratar de solucionar. Se trata, por lo tanto, un problema endémico, está inserto en la realidad del Evangelio que hoy día se predica, se preferido la información a través de los medios que la formación de las personas.

Jesús, El Señor, envió a sus discípulos a predicar y a formar o hacer discípulos, no sin antes haberlos preparado para esa tarea, los Evangelios dan cuenta de ello, pero luego, pasados solo algunos años, la aparición de hombres como Pablo dentro de la esfera del cristianismo en cierne, vino a reafirmar sin duda alguna, la necesidad de Dios de querer implementar, algún tipo o forma de enseñanza que llegase a establecer dentro del corazón y mente de los cristianos, los principios y convicciones que iban a hacer de este joven movimiento, algo diferente al judaísmo, y por supuesto, algo con vida, aliciente y recursos propios.       

El camino por recorrer fue enorme, lleno de dificultades, debieron los cristianos, a pesar del entusiasmo, entender que lo que Jesús enseñó, eran los fundamentos por los cuales ellos mismos tendrían que caminar. Entonces, se dio inicio al trabajo de elaborar libros o pergaminos que pudiesen contener dicho mensaje, lo cual de inmediato produjo, dentro de esta misma esfera, hombres dispuestos a enseñar o a transmitir de forma pedagógica el mensaje de Cristo. El trabajo por supuesto no fue fácil, para nada, todo hacía prever que el movimiento iniciado por Jesús a través de sus discípulos; gente del común, salvo tal vez con algunas excepciones como Mateo, un hombre con educación y preparación; estaba condenado al más absoluto fracaso, que, al corto tiempo, todo sería reducido a polvo y paja.

Pero la historia fue otra, todos conocemos el desenlace, La Iglesia no sucumbió, sino que, por el contrario, emergió con poder en momentos que los romanos, ejercían con fuerza y violencia su poderoso imperio. Allí, en medio de esa condición opuesta, de honda y casi mortal resistencia, la enseñanza y predicación de hombres como Pablo, Bernabé, y Los Apóstoles del Señor, llegaron a influenciar con El Evangelio de La Cruz, la mente, el corazón y las vidas de una multitud que, viviendo en condiciones mínimas de subsistencia, vieron en el cristianismo, una fuente de paz y seguridad para el alma, ello jamás habría sido posible si es que la enseñanza del Evangelio, hubiese sido pospuesta por cualquier otra alternativa, los hombres que produjo la fe del Señor Jesucristo, sin duda, sus testimonios, están sembrados de milagros y expresiones de vida intensa en lo que respecta al Amor de Dios, sin embargo, desde mi humilde mirada a la historia de La Iglesia, nada de ello hubiese sido posible si la instrucción, el discipulado, la pedagogía, no hubiese sido el arma que los cristianos utilizaron para alcanzar las vidas de personas que dentro de un Imperio tan enorme como El Imperio Romano, carecían de respuestas y del apoyo moral y espiritual que sólo El Evangelio de Cristo les pudo entregar.

f. navarro m.
cantautor cristiano chileno       

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