Wednesday, October 25, 2006

Corrupción = corruptos.

Si la nación del Norte nos ha dado un claro ejemplo de como no debemos entender y poner en práctica el Propósito de Dios en nuestras vidas, es necesario entonces hacer nuestro propio mea culpa, la razón es muy simple, como sociedad o mundo globalizado, de cualquier forma hemos sido receptáculo de las más inimaginables modas y esteriotipos que nos ha dado la pujante y siempre babilónica religión y economía norteamericana. Este mea culpa podría ayudarnos a esclarecer de verdad lo que está ocurriendo en nuestra realidad, la que, por ningún motivo desean los exponentes de la cultura globalizada nacional, deba pasar por los siempre tediosos controles de calidad que posee esta frágil y engañosa realidad chilena.
La Iglesia de Cristo, en esta cuestión, tiene un rol preponderante, claro, si estuviera realmente compenetrada de lo que Dios desea hacer con ella, pero la situación es otra, la evasiva a abordar problemas de verdad importantes para la construcción de nuestras convicciones encuentra
siempre escollos, ellos proceden generalmente, de mentes que sostuvieron por largos años que la mejor y más segura forma de gobernar los asuntos espirituales de la Iglesia, debían ser a través de un arma usada con maestría por su predecesora, la Iglesia Católica. Esta arma, usada además por los dictadores, impidió la propagación de un evangelio contextualizado, culturalmente rico, y lleno de imagenes y recursos artísticos dentro de nuestra vida nacional, es que la ignorancia fue y seguirá siendo la mejor forma de inocular a un pueblo que debería comprender el valor profético e histórico de su Llamamiento, sin embargo, la sangría dejada por los representantes de esta forma de cristianismo es elocuente, como elocuente resulta ver en la actual realidad, los robos y malversaciones de fondos públicos derivados a campañas políticas y compromisos personales que nada tienen que ver con el servicio público, ni menos con el bienestar de los más desprotegidos de la sociedad.
No podemos ignorar o hacer como si esto no fuera cierto, tenemos nuestras propias torres gemelas, tenemos nuestro propio New Orleans, es verdad que los gringos hacen lo que quieren en donde quieren, y como quieren, pero no podemos culparlos a ellos de todo lo que pasa dentro de nuestra propia casa, deberíamos tener un poco de verguenza a lo menos, los cara dura que gobiernan nuestra frágil realidad, sean ellos de derecha o de izquierda, han comprado de algún extraño modo, que sólo comprenden aquellos que por Llamamiento y Propósito deberían profetizar y asumir una actitud contestataria con respecto a los grandes dilemas por los que atraviesa nuestra sociedad chilena, un silencio que más temprano que tarde comienza a dar sus frutos, de a poco la corteza de una amurallada economía que se jactaba de ser poderosa dentro del concierto sudamericano, le da la razón a quienes pensamos que la llamada "democracia", no es más que una cortina para que otros, después de los militares, se enriquezcan, mientras el dolor y la desolación de muchos compatriotas casi no encuentra respuesta, en tanto que a los religiosos no les importe un bledo el problema profético, y que además, a los dignatarios de este país, llámese: Ministros de Estado, Diputados, Senadores, etc., movilizados en sus poderosas mulas de acero, sólo les importe la gente cuando requieren de ellos para las candidaturas. Nuestras torres gemelas entonces, condenadas a caer, esperan el momento, agurdan sólo el dictamen de Dios para comenzar su destrucción, no obstante yo pienso que ellas están cayendo, es que la imagen de New York llena de humo y polvo es imperecedera en nuestras conciencias, y a los políticos, y a los religiosos parece no importarles nada, la corrupción, los desfalcos, la falta de Ética, la falta de autocrítica en la conducción de una nación que también está llamada a ser, Nación de Dios, es casi una constante, estos gobiernos llamados democráticos, y además conducidos por gnosticos como Lagos y Bachellet, tiene una enorme cuenta que darle al que todo lo sabe, y el cual, desde su Bendito Estrado, juzga al mundo entero, y por su puesto, dentro de él, a quienes pretenden burlar la mirada de quien nunca duerme ni menos pasará por alto esta nueva verguenza a que nos tienen acostumbrados estos gobiernos llamados, "democráticos".