Wednesday, October 31, 2007

Los objetores de conciencias.





















Los cristianos de hoy tienen miedo a decir y oír la verdad por muchas razones, por muchas circunstancias, ellos no advierten el peligro de llevar vidas dobles o hipócritas, saben que la hipocresía como la sinceridad, tiene su propio costo, y prefieren, en vistas a la encrucijada que podrían enfrentar, asumir un estilo de vida Light y descomprometido con la verdad, así es mucho más fácil vivir y menos engorroso enfrentar la realidad diaria, de este modo, La Palabra de Dios pasa a transformarse sólo en un amuleto, en uno de esos objetos que hoy la juventud ha decidido incrustarse en alguna parte de su cuerpo no sé porque razón. Pero yo no voy a perder mi tiempo criticando a la juventud de este tiempo, también fui joven, además, no es mi tema, el mío, simplemente, se encuentra enraizado en la conducta de una comunidad que se ha establecido en las afueras del cristianismo histórico, y que por pensar así, se ha adjudicado el derecho de defender lo que no ha vivido ni manifestado jamás.

La vida Light del cristianismo actual entonces, patentada y refrendada diariamente por los cantantes tipo hamburguesas que nos ofrece la suculenta oferta del menú espiritual, logra conectarnos un puntapié allí, justo en donde más duele, a todo el conjunto de creyentes que creemos a pié firme en el poderoso mensaje de La Palabra de Dios, y en sus efectos cuando los mismos cristianos adjuntamos fe a su lectura. Es que los tiempos, dicen ellos, ha cambiado, hay que restaurar entonces la alabanza, cambiar nuestros modos de hablar, un poco de pinturita por aquí, otra por allá, y zap, ¿qué tenemos? Tenemos a un cristiano, una versátil y práctica producción en serie, como las copias de CD, de entes encargados de llevarnos a las más cadavéricas reflexiones de la vida espiritual, un manual de mediocridad con índice y todo incluido, un proyecto de la más pura hipocresía con tintes de espirituales que la débil y pobre realidad espiritual actual nos entrega para que olvidemos por completo el ¿para qué Dios nos ha Llamado? Así, lo que Dios se tardaba en producir en años, hoy día sólo ocurre casi espontáneamente, y apretando sólo una tecla del mismo modo como cuando vamos a grabar un archivo o queremos sacar algo del computador.

Es que la tecnología nos trajo de verdad, a los que no estabamos preparado para esto, y sin embargo llegamos a comprenderla, una forma o estilo de vida que a veces raya en lo predecible. Llenos de FOTOLOG y de cámaras digitales, la vida del Misterio se acabó, la tecnología vino a reemplazar los dones, como por ejemplo, el de discernimiento, perdiendo con ello, la realidad espiritual, una de las más potentes herramientas con que la cristiandad cuenta para advertir, de manera sobrenatural e incomprensible a las estrategias humanas, los engaños a que nos ha convocado el más temible de los enemigos de Dios y de los cristianos en general.
Es por ello que la circunstancia en que se produce fe, carece a mi modo de ver la realidad, una consistencia en lo que se refiere al contenido de su exposición, logrando con ello, el engañador, acertar un punto a su favor, un punto estratégico e importantísimo que en la táctica espiritual puede definir muchas cosas, el ejemplo de Israel es sumamente esclarecedor para los que aún dudan de la poderosa influencia que Satanás, el diablo, ejerció sobre esa Nación cuando recién se gestaba en su historia el concepto Redentivo de la fe, y el Propósito Salvífico que aún era un germen embrionario sólo contenido en la memoria y en los escritos de unos hombres solitarios a los cuales llamaron, “profetas u oráculos de Jehová.”

Pero la tecnología actual puede ser una herramienta muy útil cuando la certeza de Cristo se encuentra posesionando la vida del creyente en cuestión, los pergaminos antiguos, útiles y comprendidos en su contexto, no pueden, a mi modo de pensar, limitar el espectro en el que Dios desea manifestar toda su Palabra al hombre que se ha desconectado de la verdad, una imagen, una potente escena contenida en una página por Internet, puede ser simplemente el lugar o el ambiente apropiadopara que un Dios como el nuestro, haga ver a los hombres la inmensa distancia que hoy día hemos cultivado gracias a ese mundo Light en el cual nos encontramos viviendo, con respecto a una verdad totalmente atrofiada y pisoteada por los Cantantes y Predicadores de la Prosperidad y del Gozo. Es claro que Dios, en tales circunstancias, ha sido, como concepto, parametrado e instrumentalizado, queriendo con ello, la estigmatizada matricería de la fe comercial, proporcionar imágenes virtualmente manoseadas y poco reales de un Reino en el cual se debaten enormes fuerzas que no se detienen cuando la Iglesia duerme, o cuando los dignatarios de esta realidad se encuentran de vacaciones, ni el Verano, ni todas sus contundentes prerrogativas logran detener a una potencia espiritual, aunque el cristianismo se encuentre en decadencia, aunque los cristianos no comprendan lo que Dios está queriendo decirles a través de un instrumento, Él sabe que en medio de una total Apostasía, siempre habrá los que sí estarán dispuestos a cruzar el camino estrecho y no el amplio que hoy día ofrece el sistema para sobornar, de manera alevosa y casi vergonzosa, nuestras propias conciencias.
La Tecnología en tanto, mientras no anule ni dañe estas áreas tan delgadas e importantes de nuestro cristianismo, es una gran oportunidad que nos brinda el sistema para conectar y conectarnos con enormes verdades que a duras penas sabríamos de su existencia si la misma no hubiese alcanzado los niveles que hoy día tiene, es que Daniel se quedó chico al describir esta prueba evidente del poder de la imagineria humana, nada nos cuesta hoy día ver lo que estamos viendo, por un lado, la informática que recién comienza su escalada a lo imposible, y por otro, el nivel alcanzado por las comunicaciones, lo tremendo es que nadie queda exento de tales franquicias, por lo tanto, sería bueno analizar qué realmente de lo que vemos por Internet, tiene sentido para nuestra vida espiritual, para nuestro crecimiento, lo demás debería ser simplemente rechazado, DELETTE.

Pero la verdad, tan escurridiza y poco probable dentro de estos cánones, merece su lugar, no merece ser objetada ni contradecida, aunque deba navegar contra la corriente o expresarse con signos, como los que carecen de sonidos, debe circular a pesar de los obstáculos, a pesar de los objetores de conciencias que los hay por montones dentro de la propia realidad espiritual, hay muchos en el mundo que la necesitan, y no porque algunos se han propuesto desmantelarla, escupirla o desprestigiarla, ella debe callarse, por ningún motivo, a Cristo el Señor le pasó, a Pablo, el gran Apóstol, también, a Esteban, el primer mártir, existen por ello las alcantarillas, los cauces, los baños, los bares, los antros, las prostitutas, no las espirituales, sino las del cuerpo, lugares en donde esta enigmática pero potente realidad valórica, sí necesita ser oída. Valparaíso en la noche es otro, Buenos Aires también, Caracas simplemente se disfraza, Colombia y su capital, Bogotá, es otra de noche, como Madrid, como Brasilia, como Río de Janeiro, como La Habana, como Nueva York, como Bruselas, como Estocolmo, como Santiago en la oscuridad, que no es sólo luces y contornos de catedrales evocando el silencio medieval de sus trágicos raptores, la ausencia de verdad que es enorme en estos lugares, puede y debe ser asumida por cristianos dispuestos a no transar, no con el sistema, que no prohíbe la predicación, sino, con un cristianismo que se ha propuesto sin temor alguno, contradecir y objetar una verdad, que como el aire que respiramos, hoy día los cristianos necesitamos para vivir y hacer lo que Dios nos ha pedido y seguirá pidiendo para sacar al hombre de la más completa y letal orfandad, mientras dure el gobierno del cristianismo del Gozo y de La Prosperidad, y se atrevan los cristianos al fin, a no temer decir jamás ni a impedir a otros decir lo que Dios se ha propuesto en estos días, y que muchos, por falta de humildad y una clara y obstinada soberbia espiritual, no quieren ni desean oír por temor a perder lo que tienen o han soñado algún día tener.

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