Wednesday, April 23, 2008

Aarón Vásquez y la justicia que nunca llegó.
























Dentro de un sistema de vida como el nuestro, el que un grupo de personas puedan darse el lujo de jugar con los sentimientos de otro, es casi normal, aceptado diría yo, no obstante, no siempre la gente está dispuesta a aceptar con resignación de monje tibetano, el que la maldad de esos pocos sea capaz de silenciar el angustiante itinerario de quienes deben hacer grandes esfuerzos por vivir, como decía anteriormente, dentro de un sistema TAN COLAPSADO DE MUGRE Y MIERDA como el nuestro.

Los casos que podrían colaborar en la construcción de esta reflexión, abundan, en todas las áreas, tanto en la política como en lo social, etc, etc. Al parecer, nos hemos acostumbrado a mirar por debajo el dolor de los demás, a impedir que conozcamos con crudeza humana, la profundidad y los efectos que conlleva, para los propios afectados, el permanecer o sobrevivir diariamente con una inmensa cruz sobre las espaldas. Para ello, las excusas son siempre las mismas, pueden ser, desde el fútbol hasta la política, la música o la televisión, en fin, la multiforme creatividad del hombre vacío y sin realidad espiritual en el alma, suele poseer infinitas aristas que le permiten evadir de manera concreta y letal, el dolor de mucha gente que ya no resiste el peso de una realidad sumamente abrumante.

Pero, cuando hablamos de víctimas y de victimarios, necesariamente debemos hablar de Justicia, sí, de nuestra Justicia, de ese enorme e importante valor que hemos decidido poner en las manos de quien sabe quién, para su administración, es que la Justicia, en un mundo como el nuestro, no puede sólo representar algo, necesitamos verla en acción, necesitamos creer que ella, a pesar de ese enorme aparato burocrático, funciona, lo triste es descubrir que a veces, o en la mayoría de los casos, sólo funciona bien para quienes tienen poder económico de sobra como para contratar mentirosos profesionales que, en un medio tan ensimismado como los tribunales chilenos, suelen pasar por encima del dolor de muchas personas que esperan, de dichos tribunales, a lo menos un atisbo de misericordia que les haga creer que ese valor que llamamos Justicia, aún permanece allí, intransable, inconmovible, incomprable, simplemente absorto en dar a cada cual lo que se merece y con ello, diferenciar al victimario de la víctima, lo que permitirá a nuestra sociedad, continuar en su diaria faena sin tener que dudar o transigir para que una institución tan valiosa como La Justicia Chilena, funcione libre y soberanamente sin aceptar sobornos que podrían alterar la sana convivencia de los propios chilenos que ya cansados de la injusticia, navegan sin rumbo dentro de una mar insólito que hoy día, simplemente, y a vista de los propios encargados de la administración de la Justicia, se ha propuesto borrar del mapa el angustiante clamor de las víctimas.

Dicho entonces de este modo, me parece incomprensible que un caso ya penalizado delante de una sociedad que ha creído al pié de la letra en una Institución tan poderosa y Omnipotente como La Justicia Chilena, pueda prestarse para someter a un dolor que va más allá de lo humano a quienes claramente han sufrido con la muerte de un hijo, es el caso de Alejandro Inostroza, asesinado por el hijo de un Pastor Evangélico, dicho caso que conmovió a la opinión pública chilena, vuelve de nuevo para asombrarnos, para sacarnos de nuestra cotidianeidad y ponernos de nuevo en una situación de absoluto repudio contra una Institución que poco o nada hace con las víctimas de asesinos como Aarón Vásquez, el cual, gracias al dinero de su padre y familia, encontraron la manera de hacer que este joven, viva en una finca recreativa sin sentir el peso de la justicia por haber cometido un tan horrible asesinato como el que cometió contra la vida del joven ciclista Inostroza. Vásquez, en tanto, provisto de un poderoso imperio de dinero, ha podido ser defendido de la forma en que pueden ser defendidos sólo quienes no creen en la veracidad y honestidad de los veredictos de esta naturaleza.
El victimario entonces se pasea diariamente con una libertad total, evadiendo a ultranza de una Justicia pusilánime y débil como la nuestra, el último veredicto que le fue leído y cuya sentencia determinó el que Vásquez fuese trasladado a una cárcel para cumplir con un encierro de 7 años. El problema ya conocido por la mayoría, ahora radica en lo siguiente, pasado ya casi una buena parte desde que se leyó la sentencia a Vásquez por el asesinato de A. Inostroza, aún este asesino no ha pisado la cárcel, y no es por falta de medios, simplemente el poder económico de su padre y el de su familia, ha complotado para que el dolor de los padres de la víctima aún no puedan cerrar la herida, aumentando con ello, la tristeza no sólo por la pérdida terrible de un hijo, sino que además, por la burla que significa, para una familia como esa, de gente humilde y trabajadora, el que la Justicia Chilena no sea capaz de hacer cumplir con estricto rigor, lo que demanda la Ley.

La pregunta entonces es la siguiente:

¿Con cuánto se puede evadir el peso de la Justicia?

¿De cuánto billete estamos hablando?

¿Cuántos patrocinadores posee Vásquez dentro del propio aparato de la Justicia para que retarden e impidan el definitivo CÚMPLASE?

No está demás decir que a pesar de todo lo anteriormente expuesto, es claro que si alguna vez, por un milagro casi venido del cielo, el asesino Vásquez llega a pisar un cárcel chilena, obviamente le serán descontados el año y meses que él ha permanecido recluido en la casa de descanso allá en Calera de Tango.


Es triste ver nuevamente a los padres de Alejandro clamando por Justicia, es triste ver cómo nuestra podrida Justicia se levanta las faldas y se ofrece como una prostituta para satisfacer los instintos de gente tan enferma de poder como el propio Aarón y su familia, yo, como cristiano, como seguidor de Cristo, no entiendo el que estas personas, que dicen ser representantes de Cristo aquí, en este mundo, puedan proceder de esta forma, es lamentable que dentro del pueblo evangélico, que está lleno de gente con tantos problemas económicos y sociales, y también espirituales, cuando existe y se da a conocer las necesidades de las personas, estos poderosos de la fe seguramente evaden el dolor de estas personas y prefieren hacer oídos sordos de algo tan significativo como el angustiante dolor de sus propios hermanos, por ello para mí, no es extraño que hoy día estemos siendo testigos de uno de los más claros y determinantes casos de cobardía en lo que respecta a gente que profesa o dice estar profesando el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo,
por ello, no está demás entonces, pedir disculpas nuevamente a los padres de Alejandro, a sus amigos y amigas, a sus compañeros de trabajo, a sus hermanos, en fin, a todos los que aún lloran por la tragedia, por la pérdida, y ahora, por el descaro de una Justicia que nada hace por hacer cumplir con un rigor absoluto, todo lo que la propia Ley demanda. Perdón nuevamente como cristiano, por el testimonio que esa familia está dando a la Patria, a todos los chilenos, incluso a los que habiendo cometido algún delito, han aceptado el CÚMPLASE de la Justicia, y hoy día con una hombría que infunde respeto, permanecen privados de libertad esperando que Dios, en muchos de los casos, pueda ofrecer algún tipo de consideración para pasar, definitivamente, este mal paso que la vida les ha hecho vivir.

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