La bofetada de la realidad.
Porque todos los que ejercemos algún tipo de don o talento
en esta vida, somos diferentes, distintos a la inmensa mayoría, no percibimos
las cosas como las perciben los demás, vivimos de manera diferente, porque
cuando a los demás les importa el qué dirán, a nosotros ello nos tiene sin
cuidado, de ahí que la realidad nos sirva para desarrollar todo el potencial
creativo que Dios nos ha dado, por lo tanto, pretender que comprendamos la fe
tal y cual la están entendiendo todos, es una completa equivocación, un error
que a diario impide que seamos aceptados como personas diferentes, lo que de
inmediato me hace pensar en la enorme segregación que sufrimos desde siempre
por esta sola causa, porque no solo no logran comprender jamás que un artista
vive y siente de otra forma, sino que además, por razón de estas misma
incomprensión, te obligan a pensar como ellos, a desenvolverte con todas esas
enormes culpas que hacen de sus vidas, tediosas tragedias imposibles de llevar.
De tal modo, me cuesta mucho ver a Dios como lo ven muchas
de las personas que se jactan de ser mediadores de su poder, por esa misma
razón es que no necesito leer a ningún escritor gringo para entender qué quiere
Dios de mi vida, es suficiente con que sepa que Él, a pesar de Su inmenso poder,
me ignora o me escucha cuando yo le hablo, no resisto a esos energúmenos
predicadores histéricos que utilizan la culpa para enseñar o exponer algún
aspecto de La Palabra de Dios, no señores, todo ello me parece enfermizo,
neurótico, Dios, para estas personas, nunca tiene ningún tipo de
responsabilidad en lo que nos ocurre, siempre culpan al hombre, aunque el
Todopoderoso, el Omnisciente, el Omnipresente sea Él y no nosotros, por lo
tanto, Dios tiene mucha más responsabilidad con lo que nos ocurre en nuestras
vidas que el pobre entendimiento con que contamos para subsistir mientras
vivimos en este mundo. Pero este tipo de reflexión no la desean los señores
predicadores o los defensores de la fe actual, para ellos, es más fácil
continuar con la culpa, a ellos, que están armados hasta los dientes contra el
reflexivo honesto, les importa un carajo si te pasas toda la vida pidiéndole a
Dios algo que Él te ha prometido y por lo cual jamás recibes de Él ni siquiera
una explicación, por supuesto que no, es mejor humillar al hombre para dejar
mejor parado a Dios, eso los hace más hombres, mucho más fieles, aunque nunca
te explican el por qué tú y tus hijos pasan de enfermedad en enfermedad cuando
La Palabra dice que ninguna plaga tocará tu morada.
Si yo juntase todo lo que he gastado solo en médicos y
remedios en esta vida, ténganlo por seguro, otra sería mi circunstancia, no
obstante, para los perfeccionistas y puristas de la fe cristiana, uno es el
culpable, todo ocurre porque uno es el malo, Dios nunca tiene el deber entonces
de guardarte, de protegerte para que ello no acontezca, en tal condición, ¿de
qué sirve ser cristiano? O por lo menos, ¿de qué sirve ser cristiano pensando
de esta forma? De nada, absolutamente, yo no creo en la culpa, no creo que todo
sea porque has cometido algún tipo de error en tu vida, por cierto que no, y no
se trata de enjuiciar a Dios, no para nada, solo que alguna vez deberemos
asumir nuestra humanidad en toda su dimensión y entender que las cosas a veces
simplemente ocurren porque sí no más, pensar que Dios no es capaz de sanarte
cuando más lo necesitas, es una locura, no obstante, sí creo que Dios, si no te
sana, es porque no lo quiere nada más, le es mucho más fácil no hacerlo, pero
si lo quieres defender, dirás que siempre tú eres el que tiene la culpa, al que
le falta la fe, el que todavía no es capaz de entender el propósito de Dios,
aunque te hayas pasado gran parte de tu vida contándole a otros lo que Jesús ha
hecho con tu vida desde el momento en que le aceptaste en tu corazón, no, ello
no tiene valor, de manera que prefieren verte hundido en tus dramas para decir,
“no ven, teníamos razón”.
Por supuesto que una persona como yo no ve a Dios de este
particular modo, yo tengo otras medidas para comprender las cosas, tal vez más
humanas y no tan espirituales como la inmensa mayoría de hipócritas que produce
la cristiandad actual, yo no idolatro a Dios, amo a Dios y creo en Él, pero
idolatrarlo no, no me permito creer y aceptarlo de ese modo, por ello es que no
siempre le encuentro razón a sus métodos, porque pienso, ¿cómo es que Dios, que
nos ama tanto, no es capaz de comprender que nuestras limitaciones y
necesidades son inmensas en esta vida, y que por mucho que sea etérea y
maravillosa la vida en el más allá, uno desea que por lo menos, un poquito de
su justicia, pudiésemos tener la oportunidad de ver en esta vida? Pero uno se
puede pasar toda una existencia esperando que así suceda y finalmente ello no
llega, te debes morder la rabia todos los días y en cada momento, porque ves
que a pesar de todo el esfuerzo que haces a diario para subsistir, ello no te
alcanza, ni siquiera para soñar, así que, como ven, difícilmente podrías pensar
como piensan los cristianos de hoy, si uno piensa en Job y en sus pruebas, la
conclusión es fácil, Dios, a pesar de todo el dolor de la prueba a que expuso a
ese pequeño hombrecito, Él fue quien financió la prueba, de otro modo, no
habría prueba y por lo tanto, tampoco existiría el libro, porque es necesario
que exista esa parte que repone lo que se pierde, lo que nos falta para sentir
que existe algo de justicia verdadera en este mundo desahuciado y perverso.
Está claro para mi entonces, que los santos, son hombres que
se dieron cuenta a tiempo que la justicia no existe, que es mejor ignorar todo
aquello para ir en busca del bien mayor, se trata de una forma de deserción que
yo no entiendo, porque por nada del mundo deseo ser un “santo”, desde luego que
no, no lo deseo, yo solo quiero vivir la dimensión de mi propia existencia, más
carga no podría sobrellevar, y quienes acostumbran a colocar más carga sobre
las espaldas de otros seres humanos, ustedes ya saben como se llaman. El santo
por lo tanto, debe olvidar que hay que pagar cuentas de luz, de agua, de
teléfono, o mejor dicho, ¿cómo se puede ser santo teniendo tantas
responsabilidades que cumplir a diario? Imposible, es injusto siquiera intentar
pensar en separar las cosas de tal modo que quedemos impermeabilizados, como
los monjes en sus vidas monásticas, de responsabilidades como las antes
nombrada, yo amo la vida teniendo todas las negaciones que tiene, no conozco
otra clase de vida, no he tenido la oportunidad siquiera alguna vez de ser
dueño de algo, por lo tanto, no entiendo el concepto de propiedad, por ello
trabajo con mis manos, por ello es que no duermo pensando en lo que voy a hacer
el día de mañana para pagar mis pocas deudas, en ello consiste mi vida, en ese
contexto es que desarrollo mi fe, y por lo tanto, aquí no tienen cabida los
pordioseros de la prosperidad o los cantantes de música cristiana de derecha,
no señores, por ello escribo mis propias canciones, por ello es que escribo mis
propios libros de poesía, porque me parece mucho más interesante crear que
esperar que otros me digan cómo está pensando Dios en este día, eso lo
encuentro hasta cobarde, uno debe ser capaz de asumirse honesto, real, una
persona en toda la dimensión de la palabra, por lo tanto, en el campo
espiritual, ejerciendo todos los derechos que como a hijos de Dios nos
corresponde, aunque nadie desee ponerle el cascabel al gato, aunque para muchos
todavía nosotros representemos nada, lo importante es el valor con que uno
enfrenta el porvenir y el día a día.
Yo no sé realmente con cuanto vivimos, de verdad que no lo
sé, tal vez si lo supiera, me daría cuenta que nuestra familia es producto de
un extraordinario milagro, no obstante, he aprendido a creer en las promesas de
Dios, a esperar en Él, no todo tiene que ocurrir cuando uno lo desea, existen
los procesos, y por lo tanto, Dios, aunque se tarde toda la vida en contestar a
tu oración, en algún momento lo hará, así que hay que estar preparado para ese
momento, uno no sabe, puede que nos sorprenda, tal como lo está haciendo en
este instante con mi salud, sin embargo, aún necesito muchas cosas más para que
creer que mi vida puede ser un poquito más justa de lo que uno piensa, porque
si solo esperamos ver la justicia cuando estemos con Él, entonces, Dios no
necesita de nuestras convicciones en Él, contrariamente, a Él le basta que
nuestra fe sea ciega, lo demás, es solo cuestión de personas, de carne y
huesos, y Él, no lo olvidemos, Él es Espíritu.
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