Los frutos que Dios espera de nosotros.
Porque junto con llegar los tiempos malos, vamos adquiriendo
o siendo blancos indirectos de todas sus maléficas influencias, a pesar de
Cristo, a pesar de los pesares, vivimos en medio de un mundo castigado por el
dolor y las enfermedades, y allí, entre esas solidas realidades
confrontándonos, vamos lentamente dando forma a nuestras vidas, intentando
generar a veces, con presupuestos minúsculos y precarios, todo un sistema de
vida que nos permita al menos respirar con tranquilidad, porque parece ser que
solo de eso se trata la vida, incluso la de un hijo de Dios, de sobrevivir, de
subsistir, a como dé lugar, de intentar no ser alcanzado por las deudas y tener
en el momento exacto, el esquivo presupuesto para poder comprar el medicamento
para nuestros hijos cuando se enferman.
Es doloroso entender que todo llega hasta allí, que a pesar
de la fidelidad que uno le guarde a Dios, siempre terminará siendo blanco de
las tribulaciones propias que le corresponde a este sistema, no hay manera de
desertar, o sobrevives o te mueres, así de fuerte, y luego tienes la
oportunidad de verlos enarbolando alabanzas a Dios como si todo esto se tratara
de algo que solo nos ocurre a nosotros, a nadie más, y que además, por ser lo
que somos, somos castigados sin compasión por un Dios que no distingue lo que
es la prueba del castigo. ¿Para qué sirve entonces la religión, si uno siempre es
el que resulta cuestionado? ¿Para qué vivir de este modo, sobrellevando
semejante carga? El Señor dijo que no pondría más carga sobre nuestros lomos
que las pudiéramos llevar, no obstante, eso ya quedó obsoleto, por lo menos en
nuestra realidad, porque todo es insuficiente a la hora de mirar con
tranquilidad la vida, como hijo de Dios, uno siente que la vida se te viene
encima, que no serás capaz de sobrellevarlo todo, y cómo no, si no para, si no
se detiene.
Pero a muchos cristianos no les gusta que uno, como hijo de
Dios, como Ministro del Evangelio, termine declarando que la vida de fe es
demasiado costosa, que creerle a Dios tiene su precio. ¡Y vaya que sí lo tiene!
Otros entienden que quejarse es un síntoma de incredulidad, que a todo uno debe
decir que si no más, nada debe reflexionarlo ni cuestionarlo, que los Job, no
son necesarios ahora que la doctrina de la Prosperidad amasa su fortuna a
partir de las experiencias espirituales miserables con que pretenden evadir el
gran tema ético de la verdad para nuestros días. Yo no soy de los que guardan
silencio con esta clase de problemas, más si mi vida no transcurre con enormes
cantidades de dinero, pero, si Dios realmente hiciera su pega en el campo de la
sanidad, muchas de nuestras bendiciones, materiales por lo menos, no
terminarían en los bolsillos de las grandes empresas comerciales que manejan
las ganancias ocasionadas por nuestros dramas de salud. Entonces, de ser el
nuestro un problema puramente humano, pasa a convertirse en algo espiritual y
ético, justo los elementos que dan forma a la queja profética.
¡He aquí un profeta entonces!
¿Cómo podríamos cantar con gozo a Dios si nuestros cuerpos
no resisten más? ¿Quién es el que pone el yugo, Dios, o el sistema?
Los grandes temas que el cristianismo actual debió haber
tocado, no se encuentran en las cientos y miles de predicaciones que se han
dicho desde los más sesgados escaparates por donde habitualmente se predica el
Evangelio, y digo sesgado porque, inútilmente el problema humano y social que
se debe sobrellevar por el puro hecho de ser un hijo de Dios dentro de este
sistema, no tiene lugar dentro de la retórica habitual de los predicadores de
moda, todo pasa por la vida del espíritu, nada tiene como motivación mejorar la
situación del prójimo, del hermano que padece, del que vive con pocos cobres y
debe hacer lo inimaginable para sacar adelante la gran prueba de sobrevivir,
allí estamos muchos detenidos, allí estamos confiando siempre, aguardando el
milagro, no obstante, no estamos sin reflexión, no señores, porque el
cristianismo absurdo de la mezquindad, no va a impedir que nuestros labios puedan
declarar lo que ni el mismo Dios del cielo ha podido, a pesar de todos estos
grandes obstáculos morales de por medio, la verdad queridos hermanos, no tiene
remedio, muchos no entendemos cuando una prueba del Señor termina para
convertirse en castigo, muchos no entendemos la diferencia, pero allí, de
inmediato, aparecen los moralistas para demonizarte, para poner en duda de que
tú te has recibido el universidad de la vida como experto economista, y ya has
comprendido que algo huele muy mal, sobre todo en lo que se refiere a la
repartición, en la distribución, si los pastores y hombres de Dios de mi país
nada tienen que decir cuando los Senadores y Diputados se reparten las
ganancias a vista de las grandes tempestades que arrecian la realidad social y
económica de nuestra nación, la cual va dejando en el camino una estela enorme
de desempleados y gente sin herramientas para subsistir, entonces los
religiosos de mi patria, o están de acuerdo con la INIQUIDAD, o simplemente les
importa un carajo que nosotros, como hijos de Dios, a veces ni tengamos para
los medicamentos.
Pues bien, una religión asistida por esta clase de profetas,
nada tiene en común con la verdad de Cristo, sí porque Cristo fue un valiente,
por supuesto que sí, uno que se atrevió a denunciar a todos los sinvergüenzas de
su tiempo, que no hizo una pega menor que la de aquellos viejos paradigmas de
la fe antiguo-testamentaria, y que por jugársela por los que sufren, terminó
siendo crucificado, así es, no por otra cosa, porque la doctrina de la
prosperidad no es original de estos maestros de la miseria actual, por supuesto
que no, es parte del desarrollo de la llamada vida espiritual de los pueblos,
en especial del pueblo de Israel, no podemos hacer como si la historia no
existiera, de ningún modo, las razones que llevaron a la división del Reino de
Israel están claramente establecidas en la propia Palabra de Dios, no hay dos
lecturas al respecto, los abusadores religiosos, es decir, las castas
sacerdotales y todo el enjambre religioso existente, son culpables de que los
pobres y los necesitados quedaran prácticamente marginados de las bendiciones
de Dios, las tierras y la vida plenipotenciaria que ofrecía el sistema, no es
otra cosa que el desinterés de los poderosos por los necesitados y de cómo
ellos, al tomar el control de la religión en todos sus aspectos, fueron los
culpables del derrocamiento de la gran nación construida por Dios, de otro modo
Dios no envía profetas, se queda callado, no advierte, no opina, contrariamente
Dios, desde mucho antes del derrocamiento del Reino, 100, 200 años antes, ya lo
había dicho, el Reino sería quebrantado y dividido y otros vendrían a tomar
control de la nación.
Y así sucedió, todos conocemos la historia, Israel
prácticamente jamás logró unificarse y tener territorio propio, solo hasta el
siglo pasado, y con grandes problemáticas geopolíticas, no obstante, queridos
hermanos, Dios no se olvidó de su pueblo, Dios ah sido con él y seguirá
estándolo hasta el día de Su Venida, esa es una completa realidad, inobjetable,
el Apóstol Pablo habla de tribulaciones momentáneas, seguramente eso es nada
más, pronto veremos Su Rostro, pronto seremos testigos de Su Retorno Glorioso,
¡y sí que lo veremos! Por ello mismo hermanos:
7 Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios y no de nosotros, 8 que estamos atribulados en todo, pero no angustiados; en apuros, pero no desesperados; 9 perseguidos, pero no desamparados; derribados, pero no destruidos. 10 Dondequiera que vamos, llevamos siempre en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos, 11 pues nosotros, que vivimos, siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. 12 De manera que la muerte actúa en nosotros, y en vosotros la vida.
13 Pero teniendo el mismo espíritu de fe, conforme a lo que está escrito: «Creí, por lo cual hablé», nosotros también creemos, por lo cual también hablamos. 14 Y sabemos que el que resucitó al Señor Jesús, a nosotros también nos resucitará con Jesús, y nos presentará juntamente con vosotros. 15 Todas estas cosas padecemos por amor a vosotros, para que abundando la gracia por medio de muchos, la acción de gracias sobreabunde para gloria de Dios.
16 Por tanto, no desmayamos; antes, aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día, 17 pues esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; 18 no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven, pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.
(l Corintios 3)
Así que, fortalezcámonos en el poder de Su fuerza, y con toda el alma, ayudemos a quienes podamos, en especial a los de la fe, solo así lograremos que lo hecho por Dios, los profetas y los apóstoles del Señor, produzcan finalmente el fruto que todos esperamos.
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