Saturday, August 24, 2013

Y muchos adoraron la imagen.



¿Para que El Señor nos da de sus dones, para qué nos comparte de Su Gracia y nos hace participes de Su Reino? Algunos piensan que es para pararse en el púlpito el día Domingo y desde ahí, pavonearse y sentirse el centro de atención de los hermanos, aún sin tener nada importante que decir. Otros, a la verdad, han convertido el servicio a Dios, en lucrativas profesiones, y por supuesto, en una siempre y agotadora sobre exposición de la persona humana, no ausentes de rasgos narcisistas, toda una amplia gama de maneras, distorsionadas por lo demás, de cómo no debemos utilizar el Señorío ni el Ministerio que El Señor nos ha entregado, para el beneficio personal, o simplemente para proyectar en la hermandad, todo un suculento conjunto de actitudes humanas que no sirven para mejorar a un solo cristiano de un resfriado común y silvestre. No obstante, el deterioro de los Ministerios en su aspecto ético y espiritual, se debe, en mi opinión, al descaro de algunos hermanos que piensan que sus personas, construidas en la actualidad de raíces narcisistas y hedonistas, son mucho más importantes que las del creador de este maravilloso Evangelio de la Salvación, triste por lo demás, triste porque ellos mismos no se dan cuenta del enorme daño que este modo de pensar produce, en sus propias vidas, de manera que el Carácter de Cristo, tan necesariamente importante para ejercer Ministerios con realidad sacerdotal, simplemente va quedando en el más completo olvido, de modo que el cristiano, construido en este contexto tan lleno de frivolidad, no puede percibir los peligros en que se halla.  

Yo he aprendido, a lo largo de todos estos difíciles años, viendo y observando los distintos movimientos espirituales que se han ido generando en el mundo de la fe, que no existe algo más difícil que servir a Dios, que la vida de fe, con todas sus circunstancias, propias de hombres que dicen estar en una condición de servicio a Dios, debe ser una de las más complicadas metas que Dios ha puesto delante de mi vida, y sí, sí que he tenido todo tipo de complicaciones para sacar adelante mi propia vida, la de mis hijos y de mi familia en general, por ello es que no puedo comprender, haciendo un esfuerzo enorme, a toda esta casta de predicadores y cantantes profesionales que solo viven proyectando su imagen en lo que dicen estar haciendo PARA LA GLORIA DE DIOS, cuando, en medio de un mundo con tantos dramas y problemas enfrentando a diario, la necesidad de la verdad y del Evangelio de LA CRUZ, son una realidad inobjetablemente ciertas. Lamentablemente, al no poder percibir el peligro ni los riesgos de tal condición en la que se hallan, estos mismos ministros de Dios, empoderados de semejante espíritu de vanidad, y al transformar el servicio a Dios para la vanidad personal, no solo distorsionan el verdadero espíritu del Evangelio del Señor Jesucristo, sino que de manera irresponsable, se convierten en peritos destructores del propósito de Dios en las vidas de las personas, lo que además trae consigo, el que estas personas, seguidores de semejantes malos ejemplos, no tomen en cuenta el llamado de Dios en su correcta certidumbre, proveyendo a esa manera de cristianismo, una cómoda y placentera imagen de lo que no debe ser el servicio a Dios.

Por lo tanto, el servicio a Dios, al ser distorsionado por estas extrañas pero muy en uso formas de interpretar y representar el Ministerio de Dios en este mundo incongruente, se ve afectado de tal modo, que hasta la propia imagen de Señor, implantada en el alma y en el espíritu de los cristianos, resulta alterada con este extraño proceder, ello, por supuesto, no tiene importancia para un tipo de cristianismo que no trabaja en estos difíciles pero bíblicos aspectos, contrariamente, al estar afectado por una forma de pensamiento basado prioritariamente en la propia imagen del Ministro de Dios más que en la del Señor, la posibilidad de percibir las diferencias y los riesgos de semejante proceder, no se hacen perceptibles, de manera que hasta el propio Ministro queda sin entendimiento, por lo tanto, en menor escala el cristiano común y silvestre, logrará discernir el gran peligro en que se encuentra.
  
Los he visto por supuesto, de todas las maneras y formas conocidas, los he escuchado a casi todos, aún así, no logro comprender el cómo logran asirse de tan grandes cantidades de seguidores, ello, lógicamente, me hace pensar en la débil preparación que tiene una gran cantidad de hermanos que sigue a dichos profetas de la imagen, preparación en cuanto a principios bíblicos, preparación en cuanto a los Ministerios, en la manera en que La Palabra detalla el modo en que deben regirse todos quienes tenemos está clase de responsabilidades, lo cual no es menor, pues trabajamos con almas, con gente que en muchos de los casos, ignora el valor intrínseco de Su Mensaje, así que, cuando un Ministro de Dios, en vez de recomendar a sus correligionarios a vivir vidas llenas de simpleza y con una influencia severa de los evangelios en sus vidas, a cambio de ofrecer un evangelio prácticamente fundamentado en la economía e ingeniería comercial de la fe más que en la austeridad apostólica, nos encontramos frente a un trampa, un artificio espiritual que puede ocasionarnos graves problemas con Dios, si con Dios, porque finalmente, quién mide las consecuencias y el evidente peligro en que nos encontramos cuando nos convertimos en seguidores de modas más que de la vida en Dios, es el mismísimo Señor, sí amados, por ello es que la verdad en este tiempo es tan combatida por los arrogantes servidores de esta clase de evangelio, ellos, no están dispuestos a cambiar en un ápice la forma en que dicen estar en armonía con Dios, por ello es que además, todos estos fenómenos de la música cristiana actual, no carecen en absoluto de nada, de nada material ni menos de medios para ejercer una labor más que declaradora de la verdad, sino mayormente de disimular u ocultar con sus prodigiosas interpretaciones, el espíritu y principios que deberían primar dentro de un evangelio con características o tintes ya, de prostitución espiritual.

Con la madurez de los años, viviendo incluso la realidad que todos ustedes conocen, una vida de fe y en fe, consumiendo a diario medicamentos potentes, y todas las consecuencias de una enfermedad que me toca a diario enfrentar por causa de esta misma realidad, solo me resta seguir sirviendo con corazón sincero a este Dios Todopoderoso, la propia realidad de la enfermedad interviniendo mi vida, no me permite jactarme en absoluto de nada, por lo tanto, dependo en parte de cada una de las oraciones de los hermanos, de sus desvelos, de sus preocupaciones por este humilde ministerio que Dios me ha entregado. Por ello es que, desde esta humilde condición, no puedo entender tanta estupidez que existe dentro de esta realidad llamada protestantismo, lo cual me deja prácticamente en uno de sus limítrofes lugares, sin poder acceder a unas pocas bendiciones que podrían mejorar en parte, la situación de mi vida Ministerial, y por supuesto, la de mi condición humana, es probable entonces, que muchas de estas palabras sean mal entendidas cuando lleguen hasta ustedes, lo cual es casi común en este trabajo que desarrollo en forma constante por casi varios años ya, sin embargo, estoy consciente del verdadero valor que tienen los ministerios cuando, de manera hasta anónima, muchos se desgastan hasta el límite con tal de dejar el Nombre del Señor Jesucristo muy en alto, eso sí tiene valor para mi, y no hacer del difícil servicio a Dios, una manera de hacerse un artista reconocido, o en su defecto, lograr con un don que el Señor en su Misericordia, ha puesto sobre tu vida, encantar de tal modo a la hermandad, que te conviertas en un incuestionado de las reuniones dominicales, logrando enmudecer incluso, la dura crítica con la cual somos tratados todos quienes a veces no tenemos ni plata para la micro para ir a servir al Señor.

Por ello no me jacto de nada, a pesar de ello, veo con tristeza que la arrogante actitud de quienes deberían estar ejerciendo verdaderos ministerios en este país, no solo no cambia, sino que además, terminan siendo números fijos en esas congregaciones en donde nada hace falta, en donde todo está arreglado para que el Ministro Light, diga las mismas cosas que acostumbra a decir siempre, convirtiendo el pulpito cristiano, en un ir y venir de estrellas que solo traen al mundo evangélico protestante de esa naturaleza, más y más vacío existencia, tal vez, mucho más del que tenían antes de haber entrado en ese tipo de congregación. Cristo nos dejó su maravilloso e incomparable ejemplo, solo debemos seguirlo, humildemente, he tratado, no ha sido fácil, menos con esta cruz que debo sobrellevar a diario, no obstante queridos hermanos, muchas veces cuando he retornado de haberle servido en esos lugares periféricos de mi país, en donde toda esta colonia de especiales de la fe no llegan con sus MINISTERIOS DE PLÁSTICO, es propio que las lágrimas terminen por bendecir aún más mis difíciles incursiones dentro de un cristianismo que, más rápida que lentamente, parece ir desapareciendo en la forma más bíblica posible. Así que, de justicia para nuestras realidades ministeriales, ni pensar, sé que los cristianos actuales no se interesan en bendecir ni colaborar con nuestras siempre difíciles realidades, por lo demás, es bíblico, esto mismo le ocurrió Al Señor, al Apóstol Pablo, el cual, en muchas de sus cartas lo dice repetida y claramente, de eso no hay duda, como tampoco no hay duda de que mucho pueblo de Dios, en vez de gastar lo que no tienen, incluso para convencer a los demás de que Dios les ama a través de sus bendiciones adquiridas a crédito o al contento en alguna renombrada casa comercial, deberían hacer un verdadero esfuerzo por involucrarse, con todas sus fuerzas, en Ministerios que de verdad cumplen con el rol que demanda Su Palabra, eso sí tiene verdadero valor, y no enriquecer aún más a estos genuinos representantes de la imagen comercial que el diablo, y toda su enorme imagineria, ha instituido como propio dentro del corazón de un cristianismo en completa DECADENCIA.         

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