Y muchos adoraron la imagen.
¿Para
que El Señor nos da de sus dones, para qué nos comparte de Su Gracia y nos hace
participes de Su Reino? Algunos piensan que es para pararse en el púlpito el día
Domingo y desde ahí, pavonearse y sentirse el centro de atención de los hermanos,
aún sin tener nada importante que decir. Otros, a la verdad, han convertido el
servicio a Dios, en lucrativas profesiones, y por supuesto, en una siempre y agotadora sobre exposición de la persona humana, no ausentes
de rasgos narcisistas, toda una amplia gama de maneras, distorsionadas por lo
demás, de cómo no debemos utilizar el Señorío ni el Ministerio que El Señor nos ha entregado,
para el beneficio personal, o simplemente para proyectar en la hermandad, todo
un suculento conjunto de actitudes humanas que no sirven para mejorar a un solo
cristiano de un resfriado común y silvestre. No obstante, el deterioro de los
Ministerios en su aspecto ético y espiritual, se debe, en mi opinión, al
descaro de algunos hermanos que piensan que sus personas, construidas en la actualidad
de raíces narcisistas y hedonistas, son mucho más importantes que las del
creador de este maravilloso Evangelio de la Salvación, triste por lo demás, triste porque ellos
mismos no se dan cuenta del enorme daño que este modo de pensar produce, en sus
propias vidas, de manera que el Carácter de Cristo, tan necesariamente
importante para ejercer Ministerios con realidad sacerdotal, simplemente va
quedando en el más completo olvido, de modo que el cristiano, construido en
este contexto tan lleno de frivolidad, no puede percibir los peligros en que se
halla.
Yo he
aprendido, a lo largo de todos estos difíciles años, viendo y observando los
distintos movimientos espirituales que se han ido generando en el mundo de la fe, que no
existe algo más difícil que servir a Dios, que la vida de fe, con todas sus
circunstancias, propias de hombres que dicen estar en una condición de servicio
a Dios, debe ser una de las más complicadas metas que Dios ha puesto delante de
mi vida, y sí, sí que he tenido todo tipo de complicaciones para sacar adelante
mi propia vida, la de mis hijos y de mi familia en general, por ello es que no
puedo comprender, haciendo un esfuerzo enorme, a toda esta casta de predicadores y cantantes profesionales
que solo viven proyectando su imagen en lo que dicen estar haciendo PARA LA GLORIA DE DIOS, cuando, en medio de un
mundo con tantos dramas y problemas enfrentando a diario, la necesidad de la
verdad y del Evangelio de LA CRUZ, son una realidad inobjetablemente ciertas. Lamentablemente,
al no poder percibir el peligro ni los riesgos de tal condición en la que se hallan, estos mismos ministros de Dios, empoderados de
semejante espíritu de vanidad, y al transformar el servicio a Dios para la
vanidad personal, no solo distorsionan el verdadero espíritu del Evangelio del
Señor Jesucristo, sino que de manera irresponsable, se convierten en peritos
destructores del propósito de Dios en las vidas de las personas, lo que además
trae consigo, el que estas personas, seguidores de semejantes malos ejemplos,
no tomen en cuenta el llamado de Dios en su correcta certidumbre, proveyendo a
esa manera de cristianismo, una cómoda y placentera imagen de lo que no debe
ser el servicio a Dios.
Por lo
tanto, el servicio a Dios, al ser distorsionado por estas extrañas pero muy en
uso formas de interpretar y representar el Ministerio de Dios en este mundo incongruente, se ve afectado
de tal modo, que hasta la propia imagen de Señor, implantada en el alma y en el espíritu de los cristianos, resulta alterada con este
extraño proceder, ello, por supuesto, no tiene importancia para un tipo de
cristianismo que no trabaja en estos difíciles pero bíblicos aspectos,
contrariamente, al estar afectado por una forma de pensamiento basado prioritariamente
en la propia imagen del Ministro de Dios más que en la del Señor, la
posibilidad de percibir las diferencias y los riesgos de semejante proceder, no
se hacen perceptibles, de manera que hasta el propio Ministro queda sin
entendimiento, por lo tanto, en menor escala el cristiano común y silvestre,
logrará discernir el gran peligro en que se encuentra.
Los he visto por supuesto, de todas las maneras y formas conocidas,
los he escuchado a casi todos, aún así, no logro comprender el cómo logran
asirse de tan grandes cantidades de seguidores, ello, lógicamente, me hace
pensar en la débil preparación que tiene una gran cantidad de hermanos que
sigue a dichos profetas de la imagen, preparación en cuanto a principios
bíblicos, preparación en cuanto a los Ministerios, en la manera en que La
Palabra detalla el modo en que deben regirse todos quienes tenemos está clase
de responsabilidades, lo cual no es menor, pues trabajamos con almas, con gente
que en muchos de los casos, ignora el valor intrínseco de Su Mensaje, así que,
cuando un Ministro de Dios, en vez de recomendar a sus correligionarios a vivir
vidas llenas de simpleza y con una influencia severa de los evangelios en sus
vidas, a cambio de ofrecer un evangelio prácticamente fundamentado en la
economía e ingeniería comercial de la fe más que en la austeridad apostólica,
nos encontramos frente a un trampa, un artificio espiritual que puede
ocasionarnos graves problemas con Dios, si con Dios, porque finalmente, quién
mide las consecuencias y el evidente peligro en que nos encontramos cuando nos
convertimos en seguidores de modas más que de la vida en Dios, es el mismísimo
Señor, sí amados, por ello es que la verdad en este tiempo es tan combatida por
los arrogantes servidores de esta clase de evangelio, ellos, no están dispuestos
a cambiar en un ápice la forma en que dicen estar en armonía con Dios, por ello
es que además, todos estos fenómenos de la música cristiana actual, no carecen
en absoluto de nada, de nada material ni menos de medios para ejercer una labor
más que declaradora de la verdad, sino mayormente de disimular u ocultar con sus prodigiosas
interpretaciones, el espíritu y principios que deberían primar dentro de un
evangelio con características o tintes ya, de prostitución espiritual.
Con la
madurez de los años, viviendo incluso la realidad que todos ustedes conocen,
una vida de fe y en fe, consumiendo a diario medicamentos potentes, y todas las
consecuencias de una enfermedad que me toca a diario enfrentar por causa de
esta misma realidad, solo me resta seguir sirviendo con corazón sincero a este
Dios Todopoderoso, la propia realidad de la enfermedad interviniendo mi vida,
no me permite jactarme en absoluto de nada, por lo tanto, dependo en parte de
cada una de las oraciones de los hermanos, de sus desvelos, de sus
preocupaciones por este humilde ministerio que Dios me ha entregado. Por ello es que, desde esta
humilde condición, no puedo entender tanta estupidez que existe dentro de esta realidad
llamada protestantismo, lo cual me deja prácticamente en uno de sus limítrofes
lugares, sin poder acceder a unas pocas bendiciones que podrían mejorar en
parte, la situación de mi vida Ministerial, y por supuesto, la de mi condición
humana, es probable entonces, que muchas de estas palabras sean mal entendidas
cuando lleguen hasta ustedes, lo cual es casi común en este trabajo que
desarrollo en forma constante por casi varios años ya, sin embargo, estoy consciente
del verdadero valor que tienen los ministerios cuando, de manera hasta anónima,
muchos se desgastan hasta el límite con tal de dejar el Nombre del Señor
Jesucristo muy en alto, eso sí tiene valor para mi, y no hacer del difícil servicio
a Dios, una manera de hacerse un artista reconocido, o en su defecto, lograr
con un don que el Señor en su Misericordia, ha puesto sobre tu vida, encantar
de tal modo a la hermandad, que te conviertas en un incuestionado de las
reuniones dominicales, logrando enmudecer incluso, la dura crítica con la cual
somos tratados todos quienes a veces no tenemos ni plata para la micro para ir
a servir al Señor.
Por
ello no me jacto de nada, a pesar de ello, veo con tristeza que la arrogante
actitud de quienes deberían estar ejerciendo verdaderos ministerios en este
país, no solo no cambia, sino que además, terminan siendo números fijos en esas
congregaciones en donde nada hace falta, en donde todo está arreglado para que
el Ministro Light, diga las mismas cosas que acostumbra a decir siempre,
convirtiendo el pulpito cristiano, en un ir y venir de estrellas que solo traen
al mundo evangélico protestante de esa naturaleza, más y más vacío existencia,
tal vez, mucho más del que tenían antes de haber entrado en ese tipo de
congregación. Cristo nos dejó su maravilloso e incomparable ejemplo, solo
debemos seguirlo, humildemente, he tratado, no ha sido fácil, menos con esta
cruz que debo sobrellevar a diario, no obstante queridos hermanos, muchas veces cuando
he retornado de haberle servido en esos lugares periféricos de mi país, en
donde toda esta colonia de especiales de la fe no llegan con sus MINISTERIOS DE
PLÁSTICO, es propio que las lágrimas terminen por bendecir aún más mis
difíciles incursiones dentro de un cristianismo que, más rápida que lentamente,
parece ir desapareciendo en la forma más bíblica posible. Así que, de justicia para nuestras realidades ministeriales, ni pensar, sé que los cristianos actuales no se interesan en bendecir ni colaborar con nuestras siempre difíciles realidades, por lo demás, es bíblico, esto mismo le ocurrió Al Señor, al Apóstol Pablo, el cual, en muchas de sus cartas lo dice repetida y claramente, de eso no hay duda, como tampoco no hay duda de que mucho pueblo de Dios, en vez de gastar lo que no tienen, incluso para convencer a los demás de que Dios les ama a través de sus bendiciones adquiridas a crédito o al contento en alguna renombrada casa comercial, deberían hacer un verdadero esfuerzo por involucrarse, con todas sus fuerzas, en Ministerios que de verdad cumplen con el rol que demanda Su Palabra, eso sí tiene verdadero valor, y no enriquecer aún más a estos genuinos representantes de la imagen comercial que el diablo, y toda su enorme imagineria, ha instituido como propio dentro del corazón de un cristianismo en completa DECADENCIA.
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