Tuesday, October 31, 2006

Sanadores importados






Sé de un predicador venido a nuestras tierras hace poco, sé de cuanto demonio tuvo que reprender para hacernos demostraciones de sus dotes de taumaturgo. Sé también de lo poco originales y retrógrados que son todos aquellos que ofrecen nuestra realidad espiritual nacional, para que cualquier espécimen venido desde tierras norteamericanas y de sus suburbios, nos digan de cuántos demonios estamos colgados para sacar adelante una realidad tremendamente brumosa. Plantearé el problema entonces de la siguiente manera: Si para exorcisar nuestra pálida vida espiritual de todos los arrebatos adquiridos en este último tiempo se necesitó de un predicador extranjero, ¿cuántos predicadores necesitaríamos para exorcisar a una nación tan cara dura como la norteamericana?
Estos Pseudoministros que se han atribuído el derecho de traernos medicina desde otras tierras para sanarnos de dolencias que sabe Dios por qué las tenemos, ¿no han pensado acaso que que ya el show debe terminar, hasta cuándo se nutre el alma de un pueblo que más que exorcizadores necesita imperiosamente, EDUCACIÓN?

"Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos."
(Oseas 4 : 6)

El quiebre de la nación de Dios se debió a problemas contextuales, ellos radican, especificamente, en la falta de educación, en la falta de preparación intelectual, labor que debían ejecutar los sacerdotes y que además, eran capacitados desde la niñez con tal de poder sobrellevar sobre sus lomos, el difícil trabajo de instruir al pueblo. El cómo llegó Israel a desperfilarse del propósito de Dios tiene, según el profeta, un profundo origen en la capacitación y en la educación que cada integrante del pueblo debía recibir. La Palabra de Dios es sumamente clara al referirse a este grave conflicto, en el miso libro del profeta Oseas se da a conocer claramente sobre quienes vendrá el juicio cuando tenga que venir:

"Sacerdotes, oíd esto, y estad atentos, casa de Israel, y casa del Rey, escuchad; porque para vosotros es el juicio."
(Oseas 5 : 1)

La labor sacerdotal entonces, era sumamente importante, pues no sólo estaba centrada en la realidad sacrificial e intercesora, sino que además, en la pedagógica, es decir, era a ellos a quienes Dios había señalado para instruir y preparar al pueblo con tal de que a través de esta herramienta, como la de la intrucción, la pedagogía, el conocimiento, el pueblo tuviese fuertes convicciones en las cuales hacer descansar sus vidas y vivir así, vidas íntegras y no superficiales. Lamentablemente en tiempos de la Apostasía, esta enorme e importantísima labor dejó de ser desarrollada por estas personas, lo que llevó a Israel a vivir vidas centradas en la apariencia espiritual más que en las convicciones que debieron haber tenido como Nación Escogida y Llamada por Dios.

"Este pueblo de labios me ama, pero su corazón está lejos de mí."
(Isaías)

Parece ser que a la nación de Dios le gustaba cantar mucho, mucho baile, mucha jarana espiritual, alegrarse en la casa de Dios, gozarse, llenarse de júbilo, pero, saber poco o entender casi nada del propósito de Dios. Israel debió pagar duramente por su desvío, su intelecto quedó vacío, a pesar de sus cantos, a pesar de los sacerdotes, las invasiones no se dejaron esperar, su realidad interna y externa poco a poco fue quebrajándose como una muralla que está condenada a desplomarse. La historia bíblica nos cuenta que muchos fueron a parar a Babilonia, el golpe recibido por ellos de parte de Dios fue lapidario, porque estaremos de acuerdo que si hay algo que Dios abomina y no tolera, es la HIPOCRESÍA, o sea, la falta de consecuencia con el propio estilo de vida que hemos adquirido, que en muchos de los casos, descansa en los bienes materiales y compromisos comerciales más que en la verdadera seguridad que nos otorga una vida plena de relación con un Dios al que no le mentimos y le decimos la verdad cuando tenemos que decirla. Los hipócritas en tanto seguirán abundando, como también seguirán abundando aquellos que desean sanarnos de cualquier cosa, incluso de las enfermedades que no tenemos. El Propósito de Dios está claramente establecido en Las Escrituras, ignorar el valor de la enseñanza y capacitación de las personas que han creído en Jesucristo es un pecado de este porte, un pecado que a estas alturas del siglo pareciera risible poder estarse cometiendo, cuando se piensa que allá, en la lejana Edad Media se colgaban y quemaban a quienes simplemente, por leer Las Escrituras eran torturados y asesinados.
Al parecer, la ignorancia seguirá siendo uno de los mejores aliados de todos quienes creen aún que nuestra patria necesita de la mecánica norteamericana para reparar el daño que provoca, la falta de instrucción y preparación de un pueblo que seguirá de fiesta quizás no sé cuánto tiempo más, aún sabiendo el costo y la responsabilidad que conlleva el sólo hecho de ser llamados, en una nación tan católica como la nuestra, "como el pueblo de Dios."