Thursday, February 07, 2008

Cuando el tabú sirve como pretexto.



















Pertenezco a una familia en donde nunca se habló mucho de sexo. La verdad es que nunca se enfrentó siquiera, periféricamente, un tema tan importante como este. Hoy, y debido al Internet, haciendo un acucioso sondeo, he navegado por muchas páginas de contenido sexual, primero porque soy adulto, lo que no recomiendo todavía a los más jóvenes y adolescentes, y luego porque quería saber qué había realmente allí. No me importa lo que puedan llegar a pensar de mi, ya estoy viejo y además, muy claro de lo que quiero y hacia donde voy en la vida, por lo tanto, no tengo nada que esconder al respecto, no sé Uds. Pero bien, así lo hice, quise romper con el tabú, con lo prohibido, con lo “pecaminoso.” Y después de verlo, no sé si alguien por ver esta clase de páginas se vaya a ir al infierno, eso no lo creo. La ortodoxia evangélica y cristiana, aún detenida en el oscurantismo de la Edad Media, condena a quienes piensan de este modo, yo sin embargo, oponiéndome a todo, no lo acepto. Pero voy a explicar por qué.
La sexualidad humana, tan lejos de los verdaderos parámetros en que debería ser abordada por nuestra sociedad que se dice aún ser “humanista y cristiana”, no debería avergonzarnos, tampoco el hablar de ello, sin embargo el tema nos espanta, no somos honestos con nosotros mismos y preferimos obviar el tema y solo abordarlo cuando la situación lo amerita. Viendo en muchas de las páginas para mayores en donde se exhibe esta clase de información, me he dado cuenta de lo burdo y básico que es el medio pornográfico para definir y mostrar al ser humano creado a imagen de Dios. Pareciera ser que para ellos, nosotros no comemos, no nos vestimos, no trabajamos, no tenemos inquietudes espirituales ni creativas, etc. El molde que se nos proyecta en estas páginas de nuestra bella y perfecta sexualidad, deja enormes y potentes interrogantes a la hora de plantearnos cuestiones que tienen que ver con lo que se encuentra mucho más allá de nuestra sola sexualidad, bella por lo demás como dije anteriormente, y que tiene que ver con el alma humana. Pero el placer que nos provoca la sexualidad cuando es abordada con madurez, no podemos obviarlo, ella nos ofrece un campo mucho mayor y mejor en lo que respecta a nuestra realización como seres humanos, por ello es que al ver, toda esta cantidad de imágenes con que la industria del sexo nutre el corazón de un mundo angustiado y desorientado como el nuestro, la reflexión aflora de inmediato, al estar lleno nuestro mundo de esta clase de estímulos, porque no sólo hay sexo explícito, como el de estas páginas, los comerciales de TV también los tiene, el cantante nacional, Luís Jara, toma la mano de una mujer casada, supuestamente, haciéndole creer a esa humilde dueña de casa que la infidelidad no es tan mala, y agradable por lo demás, para qué vamos a hablar de los comerciales, están llenos, son agotadores, hasta para darnos a conocer un problema que tengamos con un tornillo o con un clavo, es necesario usar el contenido erótico subliminal y así dejar expuestos a nuestros sentidos, a la más desorientadora e intransigente tormenta de ofertas que llegan vía televisión abierta o por cable, a nuestras desalentadas a veces realidades.
Pero decía que al estar nuestro mundo sobornado de imágenes eróticas, la pregunta que me hago es: ¿asegura este sistema erótico de transmisión el bienestar en el hombre, el sosiego, la pausa, la madurez? Para nada, ni siquiera la felicidad. Pero espérense un poco, ello no es por culpa del Sexo, o sí?

El sexo ha formado parte entonces de nuestra cultura y de otras mucho más antiguas que la nuestra. Pero nosotros, que vivimos excitados y sobre estimulados desde que somos niños, no estamos indiferentes a él, y sin embargo cargamos con una enorme joroba de ignorancia acerca de este tema que no nos permite crecer ni realizarnos, ni menos desprendernos del tabú que nos impide entender que el conocimiento acerca del tema en cuestión sí puede asegurarnos estabilidad en lo emocional y en lo afectivo, lo que se traduce a una forma de vida en donde, para beneficio de nuestras vidas, el bien del cuerpo se traspasa al alma, y viceversa, es que el sexo no está fuera de nuestro ser, es una realidad que se manifiesta a veces de manera intangible, pero es tan cierta como que estamos hablando esta noche de sexo, por lo tanto, su comprensión, debería aportar en gran forma a nuestra realización como personas, y contrariamente su vulgarización y desconocimiento, a la frustración humana. Es que el sexo es fundamental en nuestra vida desde que somos pequeños, si nuestros padres no nos hablaron de él, perdimos una gran oportunidad para crecer junto a ellos y madurar, y lo lamentable, es que tarde o temprano deberemos enfrentarnos al tema, nos guste o no. La Sexualidad humana como cristianos, es bella, el acto sexual también, Dios lo creó, pero el diablo, con la venia del hombre, se ha encargado de distorsionarlo para que no comprendamos el verdadero y profundo valor que tiene no sólo en el ámbito de la reproducción humana sino, en el de la realización afectiva y sicológica del hombre, que alcanza además, su vida espiritual.

De este modo, la Industria del sexo, que llega sin límite alguno hasta nuestras viviendas, tiene la efectividad que tiene porque el hombre, y nuestra ignorancia, colabora para que esta industria siga exhibiendo esta clase de imágenes que en nada colaboran a la realización humana, pero, la ignorancia disfrazada de espiritualidad o falsa moral, empeora la situación, y quien emprende una búsqueda de conceptos, o por lo menos, de entender qué realmente es la sexualidad humana, termina siendo esclavo a veces de esta fórmula que produce miles y millones de dólares en todo el mundo. Entonces, qué nos queda, ¿no atrevernos a hablar de sexo con nuestros hijos? ¿No ver? ¿No admitir que la sexualidad humana es importante? ¿Aún y a pesar de la depravación humana? Para nada, no es el mejor camino, tampoco el desviar el asunto, sino, el hostigarnos hasta el cansancio y entender que la relación humana de pareja se encuentra hoy día en una profunda crisis, precisamente, porque la erotización de los medios, que llega incluso a afectar la vida de los cristianos, ha sobrexpuesto el tema de la sexualidad humana y lo ha trasladado al campo de la gimnasia sexual y a la vulgaridad, exponiendo a la sociedad toda, que ve esta clase de información, a una tremenda desolación afectiva que no permite al hombre ni a la mujer, gozar de ese íntimo y bello deseo que Dios puso en nuestro cuerpo y en nuestra mente.

Allí entonces, vueltos contra la pared, parapetados, ocultos, cuando nadie nos ve, urgamos frente a la pantalla, y no encontramos, buscamos y no hallamos, es la desdicha, la desolación, la incongruencia que nos envuelve y nos vomita en cualquier esquina de la ciudad dejándonos a la deriva, a una deriva que se haya en el alma misma del hombre, y que no logra detener la terrible estampida de un extraño dolor que perdura, de una soledad que sólo Dios conoce y puede interpretar, en esa circunstancia nos damos cuenta de lo vulnerables que somos, y de lo poco conscientes que somos al creer que nuestro ser no necesita “afectos”, sentimientos mucho más fuertes que el puro acto de la sexualidad.
Por ello es que el hablar de nuestra sexualidad no debería asustarnos, ni menos cuando vemos algo que tal vez no queríamos ver, o simplemente quisimos ver y nos sentimos nerviosos porque los demás lo puedan llegar a saber. Al final, la conclusión es que, ningún acto sexual separado de la afectividad humana podrá, con toda esa enorme y estructural cobertura de sexualidad comercial, reemplazar al conocimiento que podamos ir adquiriendo con respecto al tema y de es modo, liberar al hombre de sus cadenas, sacarlo de lo alineado que se encuentra, y proveerle de una sabia y saludable Educación Sexual, sólo ello puede asegurar en parte no sólo su propia felicidad o bienestar, sino el de su compañera, y por supuesto, el de la realización humana, que en el plano de la vida del cristiano, le asegura un campo fértil de vivencias en donde, el oscurantismo de los ortodoxos, simplemente quedará en el olvido. Uno de los últimos recursos favorable con que cuenta aún este mundo para salvarse del ocaso mismo, es el Evangelio del Señor Jesucristo, y dentro de él, el pueblo Evangélico, el que por sus características, se plantea como un prototipo de vida posible y alcanzable, en la medida que vaya dejando atrás sus tabúes y admita que la sexualidad humana, de no ser liberada y tratada por Dios, sólo sirve de excusa para quienes gobiernan congregaciones bajo el tenebroso látigo de la ignorancia.

1 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Buenisimo el trabajo y la factura de este. Uno que te lee asiduamente.
Cristian L.

10:20 AM  

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