Thursday, July 10, 2008

La crueldad disfrazada de locura.




















Antes de pasar al segundo capitulo del tema propuesto anteriormente, me ha salido al encuentro un nuevo dilema, uno que jamás termina, uno que pareciera estar arraigado en nuestra sociedad y que jamás lograremos extirpar del todo. Nuestra sociedad chilena al parecer, se ha acostumbrado a las mentiras, vengan de políticos, cardenales, obispos o pastores, cual sea el origen de ellas, las mentiras tienen su propio y seguro destino, aunque algunas resulten repetitivas, aunque volvamos a reflexionar siempre en lo mismo.

Uno, como ciudadano común, sin tener conocimientos de Derecho, sin haber estudiado Psiquiatría, sin haber pasado un segundo en la Universidad, gracias a ese instinto que sólo la vida te da, puede, con una simple mirada, saber si alguien te miente o no. Puede que nos equivoquemos en uno o en dos, pero no en todos, el instinto que Dios puso en nuestra mente o en donde sea que esté en nuestro ser, vale, y vale porque de lo contrario, seríamos víctimas de la no reflexión, creeríamos lo que la gente está acostumbrada a creer, oiríamos lo que todos oyen, veríamos sin siquiera utilizar eso que algunos llaman percepción, no obstante, estamos en este mundo y por lo tanto, tenemos que utilizar todo lo que Dios nos ha dado para entender, o por lo menos para no ver lo que tenemos que ver siempre a través de los ojos de los demás.

El caso es que las vidas de las personas son irrepetibles, únicas, valóricas, vivimos sin tener absolutamente ninguna clase de reemplazo, eso nos dicta que algo importante ocurre con nosotros cuando despertamos a la conciencia, cuando nos damos cuenta que no siempre nacemos para seguir o ser corderos de otros que supuestamente nos enceguecen con tanta luz, y aquí, en este campo, precisamente, es donde la verdad parece ser un buen argumento para ir horneando en la mente de los demás, algo que pareciera ser determinante cuando se trata del tema de Dios, aunque solo algunos tengan esa inspiración, aunque sean sólo unos pocos los que tengan acceso a tal revelación, lamentablemente en este mundo, y más ahora que tenemos crisis de todos los tipos frecuentando nuestra realidad, la oferta espiritual es enorme, enorme como para que el ciudadano común tenga el tiempo suficiente de elegir en qué o quiénes va a poner toda su confianza, eso es medular, la gente necesita creer en algo, tener la convicción de que ese algo está orientándonos hacia algún punto de este universo es totalmente humano. Procurando tal expectativa es que a veces, por no tener más elementos que los que se nos ha enseñado, cometemos profundos errores con nuestras vidas, caemos simplemente en manos de personas que no tienen ningún tipo de cuidado ni juicio con el alma que llevamos dentro, nos estrujan con sus petitorios, nos llenan de dudas más que con respuestas, hacen con nuestras vidas lo que quieren, luego, simplemente nos ignoran, para no ver el daño que han causado con sus propias peripecias “espirituales”.

Seguramente el caso de Jocelyn Rivas se acerca a esto, tal vez no, sin embargo, algo de esto se repite cuando vemos que la inmensa mayoría de los seres humanos, por esa necesidad que hay en nosotros, accedemos a veces sin ningún tipo de reflexión a las demandas de uno de estos llamados, “elegidos”. Jocelyn confió, “ciegamente”, no tuvo reparos, creyó en Paola Olcese, ella le prometió fidelidad y una amistad sin medida, de esas amistades que están prácticamente en todo, y para todo. Jocelyn no dudó por ningún momento en la fidelidad de quien dice estar recibiendo mensajes de Dios, el tema es demasiado apasionante y atractivo como para rechazarlo, más aún con la enorme soledad con que algunos seres humanos se desplazan por este mundo, sin guardar la debida distancia con aquellos que dicen saberlo todo y entenderlo todo.

Así, la congregación de Pirque tomó forma, como muchas que tal vez hay en el país, sin ninguna clase de fiscalización ni parámetros la situación se dio, la Comunidad Ecológica o como se llame, surgió, y su líder, Paola Olcese, llevó adelante tamaña empresa, contando obviamente con las casi nulas fiscalizaciones, y con el beneplácito de familiares connotados de este país que nada malo observaron en tal circunstancia. Paola, poco a poco fue entendiendo su Llamado, lentamente su propia necesidad de creer en algo o en alguien se vio resuelta cuando ella creyó estar recibiendo mensajes directos de Dios, no sólo para ella, sino que también para los demás, esto la puso no sólo como la directora o guía de la comunidad, sino como una persona con dones especiales y con una inobjetable autoridad que solo las sectas conocen.

Para Paola el tema estaba resuelto, ella era la Ungida, El Único Medio por donde la palabra habría de fluir, nada sería contradictorio, todo estaba construido de tal modo que su palabra no tendría ningún tipo de disidencia, era absoluto el poder. Las personas que allí vivían y compartían tal espacio, no tenían cómo hacer saber si algo de lo que ella decía no era aceptado por la mayoría, entre esas personas que habían confiado en la Ungida ahora Paola Olcese, estaba Yocelyn Rivas, una joven bailarina y profesora de danza, que el día 11 de Abril de 2007, muere dentro de dicha comunidad, luego de varias complicaciones que comenzaron el 25 de Enero de ese mismo año, tras dar a luz a su hija. Su muerte se habría producido por una anemia al no recibir una atención médica. Y aquí es donde deseo detenerme y reflexionar al respecto.

Según el informe psiquiátrico, Paola Olcese se encontraría totalmente sin su juicio o mente en orden como para enfrentar un juicio, lo que a mi modo de ver, nuevamente, me parece una locura de quienes investigan la muerte de Jocelyn. La justicia, que aún no tiene claro qué hará con la Ungida, y tratándose de un caso en donde nuevamente el billete corre, a mi modo de ver, no tiene claro qué o de qué modo podemos saber si alguien está mintiéndonos, y eso es muy grave, grave desde todos los puntos de vista, porque si hay alguien culpable de la muerte de Jocelyn, es la propia Paola Olcese, que junto a su pareja, Roberto Stak, no fueron capaces de ayudar a una persona que confió en ellos, en especial en ella, que por tratarse de una mujer, debió haber entendido el dolor de una amiga, tan fuerte como ello es el peso de la realidad, y esta es la única realidad que existe, son culpables por haber dejado que Jocelyn, una integrante que guardó fidelidad al grupo y a quienes lideraban tal comunidad, muriera sin recibir ayuda, lo que convierte a tales líderes espirituales en seres crueles, y a la muerte de Jocelyn, en una horrenda y espantosa realidad de la más oscura y perversa mente humana. El dejar que Jocelyn se desangrara es una de las demostraciones de crueldad más horribles que hemos visto en este país, no hay psiquiatra que pueda demostrarnos que la acusada, Paola Olcese estaba loca o con su mente desordenada cuando cometió tal crimen, lo único que tengo sumamente claro, es que la mente humana, con sus respectivas defensas, no podrá evitar que el juicio de la conciencia de la propia Paola Olcese, termine por condenarla, no por el simple hecho de que una de sus creyentes y acerrimas seguidoras muriera en el interior de esa comunidad, sino por que teniendo los medios para hacerlo, no le prestó la ayuda necesaria para que sobreviviera a tal situación.

Estamos hablando entonces, de un problema Ético, porque no hay lugar ni resquicio dentro del cerebro humano que pueda servir para ocultar un “asesinato” como este, no hay modo en que la pobre y esquelética justicia chilena logre salvar el juicio de la conciencia, Paola Olcese, como mujer, como guía, como madre, como amiga, debió haber previsto tal circunstancia, no obstante, cuando se halló en una encrucijada como esta, prefirió el camino más terrible y doloroso que ningún ser humano desea, dejar morir a su amiga.

De este modo, termino diciendo, que al igual que en el caso de Aarón Vásquez, lamentablemente, nuestra pobre y escuálida justicia chilena, nos ha de dar una nueva muestra de su ineptitud en lo que respecta a casos en donde, la conciencia humana, es capaz de urdir planes increíbles para provocar dolor y luego disfrazarse y hacer creer, a tipos que no saben hacer bien su trabajo, como los que han hecho los exámenes psiquiátricos correspondientes a Paola Olcese, que están locos, o que no sabían lo que hacían. Si la Justicia chilena es incapaz por sí sola de determinar cuando un delincuente delinque, si lo hace porque está loco o no, entonces, ¿quiénes son los malos, y quiénes los buenos? ¿Quién pagará entonces por la muerte de una ciudadana chilena que en los momentos más difíciles y maravillosos de su vida, pudiendo hacerlo, nadie le prestó la ayuda necesaria? El juicio de la conciencia no sólo ensombrece la vida de los que desean pasar por loca a Paola Olcese, sino, la de la propia Paola, la de Roberto Stak, la de los integrantes de dicha comunidad, la de los que permiten y jamás fiscalizan si en tal o cual comunidad, las personas son libres de ejercer sus derechos constitucionales, y finalmente, la de la propia justicia chilena, si es que en vez de condenar a ambos por el asesinato de Jocelyn Rivas, prefiere sólo condenar a Roberto Stak y declarar prácticamente loca a la Ungida de Pirque.

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