Sunday, June 08, 2008

El costo de mantener en ignorancia a todo un pueblo.













Son muchas las razones que podrían justificar un silencio tan atroz y condenatorio como el silencio de las almas, de aquellas almas plagadas de erotismo, y de una sensualidad inconmensurable e infinitamente obscena como la de la actual dictadura del gozo y de la prosperidad. El no ser lo que somos y aparentar ser lo que quisiéramos, parece ser una de las mejores armas con que cuenta este enorme ejército de calentones espirituales que se han puesto a la entrada del camino, para evitar, precisamente, cualquier contacto con la realidad y la verdad insolente que nos llega a diario a tocar, sin medir distancias, a todos los que estamos interesados en suplir la ausencia espectral de una realidad paupérrima y mediocre, como la de la fe actual.

Algo, sin embargo, debió haber dejado toda esta pulguienta y putrefacta influencia del cristianismo centroamericano y del otro sobre nuestras realidades, algo que nos hiciera ver nuestra propia condición frente a Dios, a la vida y a los valores trascendentes, esos que nuestros gobernantes no tocan ni quieren aceptar, pero que resultan ser evidentemente necesarios en una situación como la que vivimos e intentamos desarrollar nuestras vidas en el día de hoy.

Hace muchos años atrás, cuando recién casi empezaba a tener sentido para mi vida el servir a Cristo dentro de nuestra realidad, oí algo con respecto a los cantantes cristianos que, para ser honesto, me dolió bastante, pero que después de una reflexión entendí el propósito y analizando bien la cosa, tenía mucho de verdadero. El caso era que cierto hermano, desde el lugar de privilegio que Dios nos ha dado a todos quienes creemos en Él, y con una seguridad casi de clarividente, afirmaba en ese momento, hace 20 o 25 años atrás, que los cantantes cristianos adolecíamos de ese terrible flagelo que llamamos ignorancia. Parece ser, en el campo de la vida espiritual, que al igual que los niños, las cosas que no nos gustan son las que nos hacen mejor, y las que amamos o preferimos, son la que al final de cuentas nos dañan un montón. El caso es que con el paso del tiempo, decidí ponerme, en buen chileno “el poncho”, y no dejar que otros resolvieran, como suelen hacerlo hoy muchos de los que dicen llamarse “gurúes espirituales” o “apóstoles”, los problemas que a mi, principalmente deberían preocuparme.

- Y me dije, Florencio:

- ¡Manos a la obra!

- ¿Por qué esperar más?

Así comencé a estudiar cuanto libro cristiano a mis manos llegase, aunque a decir verdad, siempre he sido un adicto a la literatura. Pues bien, poco a poco fui entrando en esta enorme escuela del saber, y fui adquiriendo ciertas nociones que facilitaron desde luego, la comprensión de mi propio Llamamiento y el de La Iglesia. De este modo además, pude entender que la fe cristiana posee bases históricas y proféticas más enormes que el mismísimo firmamento y de las cuales, difícilmente me habría enterado si es que un día no hubiese escuchado a tal hermano hacer tan enorme declaración con respecto a los cantantes cristianos. ¡Doy gracias a Dios por ello!

Quién haya sido esta persona, lo realmente trascendental para mi, es que tal declaración, por lo incómoda que resultara para mi orgullo de joven, tuvo su propio efecto en mi vida, un efecto que llegó mucho más allá que todas las predicaciones juntas que he oído a lo largo de toda ésta, mi existencia, y que no son pocas. Sin desmerecer nada ni a nadie, el caso es que la inquietud por aprender, me llevó a descubrir la enorme ignorancia que había en mi propia vida primeramente, y también, la necesidad que había en mi vida de oír a verdaderos maestros en La Palabra. Esta necesidad entonces, fue la que al final me llevó a dedicarme por completo al estudio de Las Escrituras, y a darme cuenta que una Palabra, por humilde que sea el que la diga, no debemos desecharla por ningún motivo, Dios es capaz de hablarnos y decirnos con claridad absoluta, en dónde y cómo podemos hacer frente a los enemigos que combaten con nuestras almas, de no ser así, estaríamos frente a una de esas divinidades humanas que pertenecen a la más singular creatividad y razonamientos del hombre pervertido, dejando la naturaleza e interpretación del carácter de Dios, en las manos de personas que no sabemos cómo se han construido para dar sentido a nuestra fe cristiana.

Con esta misma y asertiva sugerencia que me fue proporcionada en mi juventud, me he resuelto en esta tarde entonces, a confrontar, una vez más, la ceguera, la indiferencia, la indolencia de un pueblo tan ignorante como el pueblo evangélico chileno. Créanme, no disfruto con esto, no obstante, si hay algo que pueda explicar, a mi modo de ver las cosas, el retraso espiritual e intelectual por el que atravesamos todos como Nación de Dios, es precisamente la ignorancia. Esto resuelve además, el gran dilema que se me plantea cada vez que quiero escribir algo que pueda ayudar a despertar conciencias dentro de nuestra siempre escueta realidad espiritual, esto además explica, el que fuera de la propia realidad cristiana, a veces encontramos mucho más apoyo a los proyectos que tenemos y que bien podrían facilitar la proyección del Evangelio de Jesucristo dentro de nuestra sociedad.

La ignorancia es una de las más potentes armas con que ha contado el enemigo de Dios para estancar la compresión del proceso histórico de nuestra fe cristiana, no podemos olvidar el proceso de Israel, la ignorancia, la falta de conocimiento, todo un conjunto de elementos que por separado o en forma agrupada, parecen ser letales a la hora de medir o cuantificar si lo que hacemos o no por Dios tiene de verdad sentido. Hoy vivimos el boom de la Alabanza, pero no la del alma, sino, la comercial, la que puede estructurarse dentro de las frías paredes de un set de grabación y hacer creer a los demás que la adoración, puede ser artificial, la que nace en el corazón de personas que apoyan procesos históricos perversos como, violaciones a los derechos de los niños, violaciones a tratados sobre prisioneros de guerra, violaciones al derecho internacional, violaciones a niños y niñas que sufren el hambre en carne propia, pero que gracias a esa perversión llamada, los cascos azules, una inmensa cantidad de degenerados se esconde y puede, a vista de un mundo individualista como el que hemos construido, abusar de pequeños seres humanos que simplemente son víctimas inocentes de las perversiones de mayores que no han querido entender que sin Dios, el hombre no tiene destino en este mundo.
Este tipo de adoración que sin un más mínimo de vergüenza apoya invasiones y un lenguaje de muerte jamás visto en el mundo entero, es el que hoy día fluye como el agua putrefacta que en cloacas inmensas de colores de muerte, suelen llevar nuestros más hediondos desperdicios al fondo del mar, contaminando la vida submarina, o la poca vida que nos queda en este bien tan importante para nuestra subsistencia como es el mar. Un adoración así, necesariamente debe poseer en su entorno, el encanto que da la blancura de la indiferencia y de la arrogancia religiosa, la prostitución espiritual debe ser total, no puede ni debe haber términos medios, por nada del mundo se debe invitar pensadores o gente que haga reflexionar a la comunidad, la caca necesita fluir, fluir, lo más ligero posible, el water, hediondo de la fe comercial, se alimenta de las necesidades que dejan caer a diario los super espirituales del gozo que no desean más que ser oídos y ser admirados por ello. ¡Como si ellos con sus predecibles cantos nos fueran a aclarar algún lejano concepto que no tuvimos la suerte de comprender cuando, junto a varios hermanos en uno de esos días de algún mes de Julio allá en una pérdida ciudad del Sur de Chile, apenas, y encorvados por el frío, recién comenzábamos a comprender el Propósito de Dios!


Nunca está sola entonces, la ignorancia se debe a otros factores, a otros hermanos, otros componen y dan fuerza a su existencia, no es necesario bucear tanto para comprender por qué entonces el éxito de los llamados cantantes cristianos actuales, tampoco es necesario ahondar demasiado para entender el estado de la cristiandad actual, el de su vida intelectual, el de su progreso en la comprensión del plan redentivo, los príncipes actuales del pueblo gozan y disfrutan con la ignorancia, ¡bienvenida sea! ¡hay que alfombrar la entrada para cuando ella venga! Y no hay que esperar demasiado, a las puertas de la ciudad... etc., porque gracias a ello pagan sus deudas, la cuentas de la luz, las del agua, pueden acceder al lujo, no preguntan si hay necesidades mayores, para ellos, todo es espiritual, intangible, no hay parámetros prácticos, todo es permitido, desde el reguetón hasta no sabemos qué. Pero yo, desde mi siempre decadente columna y anfitrión de este espacio, sin aprecio a sus artimañas degradantes, sí aprecio que es enorme el daño, enorme la soledad de quienes quedan, después de haber sido trasquilados, prácticamente abandonados por estos "parásitos espirituales" que la sociedad ha permitido que existan, sin justificación alguna, solo porque les tinca, solo porque dicen que en el Nombre de Dios se puede hacer de todo.

La ignorancia se convierte así, en un certero móvil, en un instrumento super apropiado para el mal mayor, adquirir poder, reconocimiento, fama, y lo más importante, y que no debe faltar en un buen siervo de Dios a la manera de la prosperidad, ¡y hay por los hermanos que creen en Cristo y viven en las selvas amazónicas! El vil dinero, eso es todo, porque con plata en el bolsillo el ser humano es el mismo en Las Antillas como en Venezuela o en Nueva Yorck, el dinero puede silenciar a las almas, puede corremperlo absolutamente todo, lo peor no es que pueda lograrlo, lo trágico es que a pesar de estar en los huesos o de tener a su haber todo ese potencial de infraestructura para permanecer en pié, pareciera ser verdadero. El dinero siempre tendrá la razón, la compra de conciencias es cosa de tiempo, el poder que se adquiere en una realidad con tanta ignorancia como la nuestra, no tiene precedentes, todas las puertas se abren, mientras, como compositor o poeta, o artista cualquiera sea tu línea de pensamiento, te mantegas lo más cerca de Dios y los más distante del dolor de los seres que a diario mutila la indiferencia humana, todo estará a la perfección.

¡Vaya que ignorancia! Como decía Chaplín en La Quimera del Oro, ¡bendita ignorancia!

La basura es enorme, pero no más que el silencio que me deja absorto, el silencio de los Ministros disfrazados de maestros que, en escuálidas y muy discretas predicaciones radiales, intentan sobornar con palabras casi subliminales el alma de un cristianismo virtualmente prostituido y sin posibilidad alguna de un regeneramiento que traiga días de verdadera fe y sanidad en el corazón de su existencia. La ignorancia entonces, ha sido avalada, por verdaderos traficantes de influencia espiritual, por genocidas de almas que a Dios le costó la muerte de su propio Hijo en la cruz, y que por una situación de fidelidad a quién sabe quién, la cristiandad toda deberá dar cuentas a Dios, personalmente, de toda esta sórdida y hemipléjica condición en la que se encuentra hoy.

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