Tuesday, February 03, 2009

Sin Palabra de Dios, no hay cristianismo.


















Hay tiempos cuando La Palabra de Dios escasea, se trata de una realidad inobjetable por la cual los hijos de Dios debemos atravesar, porque sólo de ese modo somos capaces de abandonar la comodidad y enfrentarnos con la soledad, la cual, con el Señor, nos provee de este maravilloso instrumento sin el cual, difícilmente podríamos permanecer arraigados en Él. ¿Pero cómo puede faltar a un pueblo lleno de Palabra un elemento tan propio de él? ¿Cómo es que llegamos a vivir sin pensar en lo importante que es para nuestras vidas el recurso de Su Palabra?

Muchas son las razones que podemos esgrimir en el momento de considerar tal situación, porque no por el hecho de ser hijos de Dios estamos a salvo de todo lo constitutivo y propio de un sistema que a diario es capaz de pernear nuestras más sólidas defensas, por el contrario, a veces el sistema nos sobrepasa, pero si tenemos el valor de conspirar contra nuestra comodidad, y además, nos involucramos por entero en los aspectos más profundos del mensaje profético y contextual, es claro que todos, cual más cual menos, tenemos graves problemas para comprender, el cómo nuestra realidad simplemente va perdiendo efectividad en el campo de las necesidades espirituales, el propio diseño de nuestra sociedad nos dicta con mucha claridad, que la industria comercial, está dispuesta a erradicar por completo cualquier vestigio de la verdad profética, con el fin de establecer, en el corazón del cristiano y del hombre común, el peso de sus propios parámetros. Este problema, no menor para los hijos de Dios, simplemente no lo consideramos, porque luego de habernos mezclado durante todo el día con elementos que carecen de importancia para nuestras vidas y nuestra supervivencia espiritual, dejamos que la noche nos traiga la calma sin antes haber confiado a Dios nuestras débiles a veces, defensas.

De este modo, tenemos que nuestro cristianismo, al no considerar el peligro de estar involucrados en la construcción de una sociedad plagada de hedonismo y otras manifestaciones, va perdiendo piezas fundamentales en el ámbito de la batalla espiritual, la aceptación y la inútil trivialidad pueden llegar a formar parte de nuestra condición, llegando a convertirnos en oidores y no en hacedores de La Palabra de Dios, lo cual también representa un grave peligro para nuestra relación con Dios. El estado de necesidad constante es una prerrogativa de la vida espiritual, todo hombre que forma parte de un ejército, obviamente se encuentra en un flanco de la guerra, y consecuentemente, debe revisar toda su realidad instrumental, con el propósito de verificar si de verdad está o no preparado para el próximo enfrentamiento. En tal condición, sólo La Palabra de Dios nos ofrece toda una panorámica de respuestas que nos permiten resolver, cualquier amputación de alguno de nuestros más valiosos elementos con los cuales contamos para defendernos.

Para considerar tal situación entonces, deberíamos en algún momento de nuestra vida diaria, detenernos, tal como hacemos cuando nos enfrentamos a un semáforo en rojo, o un letrero que nos obliga a parar el vehículo en el cual nos movilizamos. La vida espiritual es demasiado importante como para desechar “algo” que en su verdadera naturaleza, no es de importancia total, en tal caso, personalmente, y como lo he venido planteando, la realidad espiritual actual, no nos ofrece un panorama espiritual adecuado para entender el valor de nuestro cristianismo, y de cómo reparar las piezas que forman parte de él, luego de haberse dañado en algún enfrentamiento. La realidad actual nos ofrece sin mesura ni entendimiento, un tipo de cristianismo basado en la sensualidad y el hedonismo espiritual, lo cual, atenta contra la verdad profética y nos deja en una condición de suma peligrosidad, porque no por cantar alabanzas de moda nuestro cristianismo se completa, es absurdo pensar de este modo, no resiste ni siquiera una mínima crítica, la verdad profética, distinto al mensaje evangélico, es un arma irrenunciable para los cristianos en cuestión, es la armadura que nos permite enfrentarnos con las más variadas artimañas que el enemigo de nuestro alma ha desarrollado para evitar que comprendamos hacia donde debemos dirigir nuestra vida espiritual, más aún en un tiempo en donde “los profetas y enviados de Dios”, florecen como hongos, inhabilitando por completo a la comprensión del Propósito de Dios, a una forma de cristianos que siempre necesitan que alguien les diga algo para poner en movimiento su realidad espiritual, son los más dentro de nuestra folclórica realidad, lamentablemente, son los acarreados, son los que no tienen vida propia, los que no tienen nada nuevo que ofrecer, salvo ciertas costumbres que después de un tiempo quedan obsoletas y luego nadie las recuerda.


La vida espiritual entonces, es el área de mayor importancia mientras dura nuestra estadía aquí en este planeta, no hay duda de ello, no hay, ni existe nada en el mundo que pueda reemplazar su importancia, para su sustento sólo tenemos una posibilidad, el recurso de La Palabra de Dios, y en ella, el profético, el contextual, porque este aspecto es el único que nos permite ubicarnos dentro del gran Propósito Divino, el cual, sinceramente, en el lenguaje de personajes ultra-conocidos dentro del ambiente espiritual evangélico, simplemente no existe, para ello, han ofrecido un férreo apoyo a cultores de alabanzas y promesas de tierras prometidas, excluyendo eso sí, el fuerte llamado que Dios está haciendo hace bastante tiempo a Su Pueblo, a ir cortando definitivamente sus ataduras con un sistema que, paralelamente, hace mucho y todo por detener el avance de la verdad y del conocimiento de Dios en lo que respecta a la verdad profética. Así tenemos a grandes cultores de alabanza en general, los cuales, carentes e indiferentes al conocimiento de Su Palabra, hablan de sus experiencias personales con una realidad de Dios que se encuentra mucho más interesada en sus motivaciones sensuales más que en dar a conocer el riguroso panorama que hoy la realidad mundial deberá afrontar, se trata de una forma de silencio que no permite la discusión ni la búsqueda de verdades que podrían ayudar a la recuperación de un cristianismo que hace tiempo se haya en decadencia, no porque Dios lo haya querido así, sino, por la ineptitud de quienes tienen la responsabilidad de dar a conocer al pueblo de Dios la verdad profética para el día de hoy.

Nos encontramos ahora dentro de un marco histórico único, nada podemos desechar, nada podemos pasar por alto, la crisis mundial está cobrando vidas en muchas partes del mundo, existe muchas personas que lo han perdido todo, y seguramente, con el paso de los días, muchos más también habrán de ver como la realidad que construyeron con tanto esfuerzo se derrumba frente a sus propias narices. Así, La palabra, el recurso de Dios para dar a conocer su consejo a los hombres, no puede ser sustituida por una forma de cristianismo que no da a conocer ni se interesa en los problemas de los seres humanos, y tómese en consideración, sólo porque a algunos les gusta la sensualidad de las alabanzas, tal condición fornicaria de la realidad espiritual actual, no sólo fomenta la mediocridad con respecto al gran tema que nos debe importar, sino que además, no permite que quienes sí tienen algo que decir a la inmensa mayoría de cristianos y no cristianos, puedan decir lo que Dios ha puesto en sus corazones. El recurso bíblico nos enfrenta ahora a ciertas realidades que deberemos asumir como propias, mientras, veremos como la realidad prostituida de la fe evangélica mundial, salva el fuerte peso de la verdad profética y evade, de modo traicionero y artero, el Llamado que Dios hace en este tiempo a Su Pueblo.

No es difícil pensar, en tales circunstancias, que lo escrito y revelado en Las Escrituras, no pasa de ser sólo Escritura, se trata entonces de realidades que hoy, hoy mismo se están gestando para confirmar, una vez más, que Dios sí lo había dicho antes a través de sus profetas, por lo tanto, nada carece de respaldo bíblico, nada de lo que vamos a hacer de aquí en adelante, puede no tener, no sólo apoyo, sino, estar enraizado en la verdad profética y contextual que nos ofrece el panorama bíblico, pensar de otro modo simplemente es evadir la responsabilidad que nos concierne como maestros, profetas, evangelistas, sacerdotes, pastores, etc., si el profeta sentenció en el Antiguo Testamento que el pueblo falló a Dios por falta de conocimiento, debemos hacer las reflexiones y esfuerzos necesarios para incorporar a nuestro cristianismo tales fundamentos, la adoración y la alabanza actual, han dejado simplemente en el olvido a quienes sí tienen contenido y algo que decir en un tiempo de escasez de La Palabra, no que La Palabra no exista, recuerde que los fariseos y saducedos también conservaban el testimonio escrito, no obstante, quien trajo y puso en movimiento la dinámica de La Palabra de Dios, fue el propio Señor Jesucristo, del mismo modo, en el día de hoy, las grandes congregaciones, haciendo uso de su portentosas infraestructuras, utilizan también La Palabra de Dios para proteger y dar sentido a sus propios intereses, evadiendo, como dije antes, el recurso profético.

“Entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 Pedro 1:20-21).


Los adoradores actuales también caen en la misma perversión, intentando ser luz únicamente con el recurso musical de la Palabra cantada, ofrecen rústicas formas de interpretación que sólo se transforman en burdas repeticiones de textos supersabidos. Así, el pueblo en cuestión, lentamente ha ido alejándose de tal y monumental verdad, quedando expuesto a la sórdida y mezquina interpretación de falsos agoreros espirituales que hoy por hoy, frecuentan y son el pan de cada día en las diferentes realidades que conciben La Palabra de Dios, como, el referente para todo cristiano. Si bien la adoración cumple propósitos dentro del programa de Dios en lo que respecta a la verdad interna del cristiano, no resuelve el dilema del gran bloque Escritural en que debería estar la cristiandad, transformándose, la alabanza, en un medio para ser conocido, el adorador, y una manera de adquirir dinero y bienes personales a los cuales hoy, los propios defensores de esta moda espiritual han llamado, bendición, que no es otra cosa más que la demostración de lo fértil que ha sido el cristianismo actual para los tentáculos de la Doctrina de a prosperidad.

Pues bien, contar con La Palabra escrita en nuestro poder, no representa peligro alguno para el enemigo de nuestra alma, eso debe quedar claro, Satanás, el Diablo, así lo hizo saber al propio Señor Jesucristo, por ello, si en este tiempo sentimos que La Palabra de Dios comienza a escasear, puede que ésta sea la ocasión que Dios nos da para que podamos confrontarnos con un medio que ha ofrecido, como bandera de lucha, la profesionalización de una experiencia que en verdad, todo cristiano debe poner en práctica a diario, por otro lado, rechazar la importancia de la verdad bíblica y poner en su lugar otras alternativas, inclusive, como es y ha sido desde hace varios años, la alabanza, debe representar un síntoma de incredulidad que finalmente, habrá de llevar a la mayor parte de la cristiandad actual, a la deserción total del mensaje profético y bíblico, lo cual pone en movimiento el planteamiento profético de que, la Iglesia apóstata deberá pasar por el período de La Gran Tribulación, algo inobjetable, algo que los cantantes de moda no desean que los cristianos seguidores de sus alabanzas conozcan, porque de otro modo, ellos perderán todo el terreno ganado a costa de mucha ignorancia e indiferencia por uno de los mayores y más importantes pilares de la vida espiritual.

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