Friday, May 15, 2009

Una realidad inoculada contra la creatividad.
























¿Quién o qué cosas te hacen ser un cristiano? Pareciera ser que la vida dogmática nos lleva mucho terreno por delante a todos quienes pensamos que el motivo fundamental por el cual uno se constituye en cristiano, es porque simplemente ha aceptado a Cristo en su corazón y luego ha decidido cambiar de modo de vida. Las tradicionales propuestas religiosas de un protestantismo totalmente agotado y sin ideas, tienden a caer en una especie de somnolencia imposible ya de comprender o explicar, la vida de los cristianos ha tenido que sufrir en cambio, todo tipo de ventoleras venidas a veces desde dentro mismo de la religión, para que muchos de ellos tomemos en serio lo que Jesucristo nos está demandando en este tiempo.

El océano religioso es inmenso, enorme para que cualquier creyente sucumba ante tan desoladora imagen, pero el problema no se encuentra en el tamaño de la propuesta, el clasismo establecido por las colonias norteamericanas en el campo de la vida espiritual en nuestras realidades, deja prácticamente inmóviles a quienes tienen algo que decir o plantear, diferente a lo que los padres de la evangelización mundial establecieron como vida espiritual, esto incluye morbosa y descaradamente, la minimización e importancia de los dones nuestros en el campo de la vida valórica y espiritual de La Iglesia de Cristo. Es decir, la creatividad, principio que mueve al arte, sólo se acepta si ésta se somete a los pretenciosos paradigmas del escueto y siempre formal pensamiento gringo, lo que subyuga a nuestra realidad, a un tipo de esclavitud intelectual y creativa que no permite una verdadera y constante cultura propia en lo que respecta a la modernización y contextualización de los modos que ocupamos para la evangelización y manifestación del mensaje bíblico desde nuestra realidad hacia las personas que nos rodean, este encarcelamiento de formas a lo que nos tiene acostumbrado el sistema religioso, ha cercenado y decapitado fuertísimas propuestas que sólo se quedaron en meros proyectos debido a la incomprensión y vulgaridad con que fueron tratados por los Ministros de Dios y hermanos en cuestión.

Sin embargo, este planteamiento me ha hecho pensar en la enorme necesidad que tiene el Señor en este tiempo, en lo que respecta a la posibilidad cierta de que nuestro medio espiritual sufra los cambios necesarios para que, de una vez por todas, ofrezcamos los medios e infraestructuras a quienes de verdad poseen los dones creativos y artísticos, y no a meros aprendices que sólo dedican su tiempo a copiar lo que cantantes centroamericanos y mexicanos acostumbran a traer a nuestras realidades, desde cantantes a fotógrafos y pintores, escritores y poetas, todas las artes deben ser consideradas ahora como oportunas para la realización de una evangelización con la fuerza creativa que solo puede entregar el que sí tiene esta maravillosa unción de Dios. Los verdaderos y urgentes cambios que exige la realidad actual, lejos de perjudicar a los cristianos y al cristianismo en general, podrían abrir nuevas expectativas intelectuales y creativas, razón que me parece obvia considerando que, los verdaderos creativos en el campo de la fe, siendo los mayores afectados con tal ignominia, carecen no sólo de ayuda desde la particular forma de encarar la fe que tienen las congregaciones en particular, sino que además, del espacio e infraestructura para desarrollar un genuino pero urgente despertar de las artes para Cristo.


El cambio entonces se vislumbra como una perentoria necesidad, una metamorfosis urgente que pretende cambios que van más allá de lo puramente formal y estético, no se trata de cambiar los muebles de un lugar a otro, la realidad evangélica desde hace mucho tiempo viene sosteniendo toda su dinámica creativa con métodos que desde luego fueron útiles hace muchos años atrás, pero que ahora, en el año 2009, dejaron de ser importantes, todo ello porque la naturaleza hereditaria de la forma corporativa y esencial de esta realidad espiritual, emerge desde una perspectiva casi inoculada contra la creatividad, es decir, heredera de miedos, de culpas, ignorancia, y otras especies más, solo aspira conservar su metodología sin incorporar la enorme gama de aspectos que el arte nos proporciona para la manifestación de algo tan enorme como es el mensaje bíblico. Pareciera ser que el propósito fundamental que mueve a grandes y pequeñas corrientes evangélicas actuales, cuales sean, es simplemente, “hagamos lo posible por no complicar las cosas, total, así nos salvaremos”. Este ambiente inútil ha provocado un daño inmenso a la imagen que hemos estado proyectando como cultura a un país que en estos últimos años, ha hecho mucho por querer recuperar y revalorizar la memoria histórica de este país, no obstante, el aporte de esta realidad espiritual a este concepto, puede ser de suma utilidad si se toma como base que la nuestra, es una cultura dentro de otra enorme cultura. El problema radica entonces en la marginalidad que tienen dentro de este proceso, todos quienes pueden y deberían plasmar en sus diferentes disciplinas, la cosmovisión de una verdad que no ha sido claramente explicada ni manifestada a la comunidad toda a través de los medios que ya todos conocemos, ello, porque no contamos con metodologías ni espacios que permitan a los creativos, como dije anteriormente, explicar y ser parte de esta singular cosmovisión de la que antes hablaba, dejando sin recurso artístico de valor a una realidad que sí tiene mucho que decir al respecto, no obstante, a nadie parece interesarle que no exista por ejemplo, espacios para que los pintores evangélicos puedan exponer libremente lo que ellos entienden o comprenden del mundo que les rodea, trasladándose esta problemática a los diferentes campos del quehacer creativo para convertirlo en simples caricaturas congregacionales en donde sólo redundan para un muy selecto grupo de personas, y en las cuales, dicha manifestación, no cuenta con una verdadera realización y proceso creativo de interés cultural.

El retraso es obvio, no tiene cuestionamientos, más aún que esta realidad, la evangélica, ha permitido que las nuevas corrientes musicales y de otros tipos, terminen por sepultar las intensiones de todos quienes desean abrir espacios para la nueva hornada de creativos cristianos. Por lo tanto, hay culpabilidades y responsabilidades inevitables, las cuales no serán tomadas en cuenta, ni siquiera recibirán una mínima reflexión por parte de los propagadores de Gozo y predicadores de tierras prometidas, no es de interés para ellos intervenir en tales asuntos, lo que demuestra la poca conciencia que se tiene del valor de los dones que Dios nos ha dado, y de la pobre y miserable actitud de Ministros de Dios que no entienden el valor que tienen las artes en el campo de la manifestación del espíritu humano. El modo utilizado por los predicadores en general, es una muy patética muestra de cómo no debiéramos seguir haciendo las cosas, hoy estamos en condiciones de oír y hacer una exposición bíblica que no posea los estigmas de una pasado lleno de oscurantismo y falta de originalidad, por el contrario, contamos con artistas capacitados, en todas las áreas de la manifestación creativa, para enfrentar los desafíos de un mundo que no le perdonará a esta realidad, el que sus formas aún se mantengan casi sin ninguna alteración.


Me parece agobiante entonces, toda la versión que pretende cauterizar o definir la manifestación creativa a través, únicamente, de la adoración, dicha conducta irracional e irreflexiva, no considera el cuestionamiento contextual de los pueblos en cuestión, y por simple efecto de la gravedad, no permite, valga la redundancia, que los verdaderos creativos podamos expresarnos siquiera y servir como instrumentos de Dios en el campo de la historia o la profecía, simplemente porque la jerarquía eclesiástica carece de interés por tales manifestaciones, y lo que es peor, de una verdadera vocación que permita a los creativos, sentir que estamos a salvo mientras los Ministros de Dios se encuentren preocupado de las artes para Cristo. El problema, insolucionable, compromete a quienes de verdad tenemos tanto que decir con respecto a la realidad espiritual que nos concierne, desde nuestra perspectiva, es claro que no tenemos ni tendremos jamás el apoyo necesario para desarrollar todo el potencial que Dios nos ha dado, no obstante, y para que la creatividad no detenga su proceso, el valor de nuestros trabajos no se deberá interpretar desde la especial y poco entendida realidad Evangélica, hacerlo de este modo, solo pondría en peligro el carácter con que hemos asumido la creatividad todos quienes nos esforzamos a diario por hacer cosas nuevas, desde una muestra fotográfica, hasta una trama de hilos que nos ofrezca una hermana artesana que no ha aceptado el lugar que los déspotas Ministros le han asignado en La Iglesia. Ellos, como Ministros de Dios, debieron haber protegido el arte que Dios nos ha dado, y dentro de él, a los artistas, pero no quisieron, prefirieron establecerse y propagar una fe sedentaria y aburrida, llena de preceptos y dogmas que no mejoran la vida espiritual de nadie, aún así, el arte para Cristo es una realidad tangible desde la perspectiva del valor que tienen muchos para construir, sin ayuda y sin el apoyo de las congregaciones, una forma de manifestación que la nueva hornada de la flojera espiritual o del Júbilo, jamás entenderá ni aceptara. Al final, solo quedará el trabajo de aquellos que se atrevieron a salir de la indiferencia y tuvieron la fuerza para plasmar, en sus obras, el desencanto y la visión de una fe que aceptó la flojera como medio para eternizarse, y sin tener que comprometerse ni con los creativos ni con todos los que tenían algo que decir a un mundo en completa decadencia valórica y espiritual.

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