Falsa religión = realidad templista.

La estructura física entonces, “no es el Templo del Espíritu Santo”, esta es una enseñanza absolutamente católica y pertenece a la imaginería apostata de los primeros siglos, Jesucristo, el creador del cristianismo, no tuvo jamás en mente ni el diseño ni la construcción de semejantes estructuras para que albergaran al Espíritu Santo, y consecuentemente, la vida de La Iglesia, que somos todos los creyentes, por el contrario, su vida está plasmada de quejas en torno a la falsa espiritualidad que se fomentaba en su tiempo, debido a la existencia de una realidad como la del Templo de Salomón, que a esas alturas, ya casi nada quedaba de él.
El Templo, si bien en los días de Salomón tuvo importancia cabal en el nacimiento y florecimiento de una nación como Israel, absolutamente Teocrática en su gobierno, poco a poco fue perdiendo su verdadera importancia, y más que un recurso espiritual para la propia nación judía, se acrecentó alrededor de su falsa religiosidad, la corrupción política y social de la nación, ofreciendo a los judíos de aquel tiempo, una forma de espiritualidad basada en la manifestación externa de la fe más que en la genuina del alma. Los líderes religiosos, coludidos con el sistema imperante, fueron capaces de dar a luz, las más pervertidas expresiones de la oscura y tétrica inventiva humana, llegando incluso, a establecer dentro del propio territorio israelita, y dentro del Templo, la adoración a Baal.


Anteriormente planteaba que para los israelitas, la realidad templista sólo se remitió a ofrecer un antecedente externo de una experiencia profunda del alma, por

¿Pero de qué han servido realmente los enormes elefantes blancos? Porque no vamos a hablar de las pequeñas comunidades, de esas que tienen que juntar monedas con monedas para pagar los gastos de luz y agua, y que para hacerle un sueldo al Pastor, necesitan hacer grandes y forzados esfuerzos que, finalmente, convierten a esta realidad, en una problemática constante que no permite a las personas, ver o vislumbrar otros aspectos de la fe cristiana. Pero no se vayan a creer que ahí, en esos pequeños reductos no existen los déspotas, por el contrario, la tozudez humana no tiene límites, se encuentra en todos lados, es omnipresente. Sin embargo, no queda claro si los creyentes comprenden realmente, para qué o qué propósitos cumple el “Templo” en la vida de La Iglesia, ello porque muchos piensan que el parámetro más importante que debe exhibir un hijo de Dios a la hora de dar testimonio de su fe, es su asistencia dominical al Templo, argumento que tampoco tiene asidero bíblico, por el contrario, La Biblia deja un enorme ámbito de especulación al

¿Pero los templos han servido para que los creyentes sean más cristianos? Para nada, la experiencia del hombre con Dios, debe ocurrir en el alma humana, y por lo tanto, difícilmente una realidad jerarquizada y establecida sin características nómades, podrá evaluar y guiar siquiera, al hombre con propósito. Yo sé que a muchos no les va a gustar lo que estoy diciendo, que estoy en contra del Templo ahora, y que sólo deseo la erradicación de la fe cristiana, lo que simplemente se transformaría en una calumnia de este porte, ya que mi crítica, está centrada en la forma en que se utilizan dichos instrumentos y no en su erradicación. Yo sé que para el Pentecostal, el Templo es “La Casita de oración”, para el Bautista, La Primera o La Segunda, y así, cada cual le da el significado que desea, lo que indudablemente aclara el concepto anterior de que La Iglesia de Cristo, no estaba diseñada en su origen para ser albergada por templos o construcciones de este tipo, y que por el contrario, La Iglesia, en su forma itinerante, debía ser capaz de desarrollar los propósitos para

De este modo es como la posibilidad de que la realidad templista tenga o cumpla con verdaderos propósitos, simplemente se extingue, ya que la herencia norteamericana y judía en su concepto de templo = sinagoga, no permite que esta realidad albergue los dones y puedan desarrollarse en ella, todo el potencial que Dios nos ha dado, debido a que la religiosidad, no permite que un edificio como el templo, sirva como instrumento de manifestación diaria y genuina de las diferentes propuestas que nos ofrece la imaginería de Dios, es decir, mientras el templo solo sirva para adorar y cantar a Dios, la realidad de La Iglesia que, equivocadamente se ha establecido allí, deberá soportar las críticas fundadas de quienes creemos que la predicación y la alabanza a Dios, en estos tiempos, ya nos son métodos efectivos para la transmisión y propagación del mensaje profético y contextual para la propia Iglesia encadenada a tal realidad ritual.
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