Saturday, November 21, 2015

Lo que no cantan ni dicen los de la prosperidad.



Yo soy de los que creo fehacientemente en la realidad de Cuerpo, es más, estoy completamente seguro que el día que pretenda desarrollar algo en la certeza que no necesito nada de nadie para lograrlo, estoy frito, absolutamente, porque al pensar de ese modo, tendría que ignorar el valor que tiene las vidas de los demás con respecto a mi trabajo en Dios, la forma en que Dios va ordenando y utilizando los diferentes dones y como todos ellos nos complementamos, se trata de un mundo, de una manera en que nuestras vidas, ignorando la forma, Dios se vale de nuestras imperfecciones para probarnos o dejar establecido en esta vida que Él, a pesar de lo que digan o no los entendidos, si hace uso de nuestras pequeñas realidades, y que no necesitamos que los grandes paradigmas de la fe actual, nos llenen con su retórica para comprender que El Espíritu Santo si está presente en nuestras vidas, y que además, por el hecho de que en nuestra patria, los políticos nos roban a diario en educación, en cultura y salud, muchos de nosotros, incluidos hermanos en Cristo, que aún viven en condiciones inhumanas, Dios no deja de tomarnos en cuenta por esta razón, y que cuando los grandes profetas de la prosperidad y hombres corruptos de la fe sacan cuentas suculentas de sus sucios negocios, nosotros simplemente los ignoramos, si porque esa clase de fe, en nada se parece a la nuestra, tanto así, que estamos seguros que muchos de ellos, ni siquiera saben cuánto cuesta un kilo de pan en nuestro país, y que a pesar de la miseria en la que nos tienen sumidos los grandes representantes del poder político mundano, Dios nos da inteligencia para saber qué hacer con la luca diaria que Dios nos provee.

Pues bien, no es para la risa, pero desde luego no le estoy poniendo de más, estoy seguro de ello, por ello mismo es que hoy día, a pesar del gran obstáculo que Dios ha puesto sobre mi salud, puedo alegrarme de poder mirar a la cristiandad y recibir de ellos todo cuanto, en una forma de amor desbordante a veces, nutren mi vida tanto material como espiritual, y nótese, he puesto primero la vida material antes que la espiritual, pretendiendo con ello, que no dejemos de pensar que El Evangelio de Cristo, en su principal y más importante acepción, intenta que nosotros, al reaccionar con su mensaje, vayamos en pos de quienes más lo necesitan, y no como lo plantean muchos seudo ministros de Dios de la actualidad, que haciendo caso omiso de Su Palabra y del poder transformador que hay en ella, utilizan este mismo Evangelio de la Misericordia, para enriquecerse y dar rienda suelta a sus más bajos instintos de miseria humana que hayamos visto jamás dentro de nuestra realidad del Reino de Dios. Es cierto entonces, que para ejercer mi sencillo Ministerio, he debido aprender a escuchar a los demás, incluidos a aquellos que pretenden a diario dictarme cátedra de moral, o en su defecto, intentar que yo, un viejo cantor de verdades, corroído por el tiempo y la enfermedad, me desdiga de todo lo que he dicho hasta aquí en El Nombre del Señor, y luego cambie las letras de mis canciones para no hablar tanto de dolor, es decir, que me ponga de acuerdo con Witt, y le solicite una clase de cómo debo escribir una alabanza, ojalá, sin dolor. Algo así como una, Apostasía simulada.

El cristianismo actual, basado en cifras comerciales, se ha quedado pegado en lo que más dolor me provoca y que es, la forma en que se pretende ignorar las verdades supremas de la fe profética que El Señor nos ha legado. Son muchos hermanos que hoy día, ganando buenos sueldos, teniendo seguridad económica estable, asisten a congregaciones que no necesitan de esas ayudas para predicar a Cristo, desde luego que no, yo les quitaría, sin embargo, como esto no es comunismo, todavía se puede decir y hacer lo que cada uno quiera, pero note la diferencia, mi Ministerio, aún con lo equivocado que yo pueda estar, todavía depende de ciertos afectos que ruego a Dios, pueda Él, en Su Inmensa Misericordia, mantener vivos hasta el día de Su Retorno, porque sin esta clase de cariño, simplemente muero, porque no es la cantidad de plata con la que muchos amigos y hermanos en Cristo me ayudan para que yo siga en lo que estoy, lo de verdad tiene valor para mí, y lo digo del alma, sino, la calidad de esos extraordinarios aportes, de lo que lleva a esas personas a comprometer estas ayudas. Yo no soy de esos que va por el mundo sin dejar nada en la gente y luego cobrar por ello, he sabido que en Santiago, existe ciertos sementales espirituales que para ir a cantar u ofrecer sus servicios en Dios, cobran, y no pocas monedas por llevar a Cristo a otras personas, lo cual, a mi modo de entender la fe cristiana, completan un panorama lleno de vergüenzas que no puedo sufrir, el vómito se incrusta en mi garganta y me vienen unas ganas de decir unas cuantas cosas, pero, por amor a aquellos que aún mantienen su fidelidad a Dios, prefiero guardármelas, ya llegará el día en que podré decirlas sin tapujos y con toda libertad.

Así que, para sobrellevar un Ministerio Itinerante y expuesto a toda forma de crítica, dependemos de esos buenos sentimientos que aún quedan en este mundo, siempre en los corazones de aquellos hombres que, como pabilos aún humeantes, no permiten que esta clase de amor, se extinga por causas que yo no estoy dispuesto a vindicar. El hecho cierto es que en nuestra realidad, muchos que se dicen estar sirviendo a Dios, lucran, se aprovechan de la ignorancia o la falta de rigor de las personas en lo que respecta a discernir, porque es el mismo pueblo de Dios el que debería, POR LLAMAMIENTO, intentar por lo menos, poner las cosas en el lugar que corresponde, pero, lamentablemente, la gente tiene miedo, la gente se asusta si uno dice que tal o cual perico de los palotes se ha hecho millonario con la fe de nuestro Señor Jesucristo, y prefieren seguir ignorando o hacer como si las cosas estuviesen como una taza de leche, cuando, frente a un mundo lleno de inclemencias y dolores insufribles como lo que hoy día estamos viendo y viviendo; porque esto pronto llega a nuestra patria, basta darse una vuelta nada más por Santiago para ver que lo relacionado con extranjeros, ya no es una cuestión menor; tanto el discurso como el estilo de vida que ellos han asumido como norma, debería a lo menos parecerse en algo a lo que demanda o establece La Escritura, pero, como los olmos no dan porotos, la cosa no parece cambiar.

El descontento profético llega entonces en forma de canto a nuestras realidades. Yo nunca he cantado alabanzas, tampoco canto salmos, aunque muchos hermanos pretenden darle ese carácter a mi canto, lo cierto es que en cuanto a mis textos, nunca he pretendido transformarme en un éxito comercial por decir lo que todos dicen en sus cantos, por el contrario, no me he vuelto un millonario de la fe, no porque no tenga que cantar o decir con mis canciones, o mejor, porque carezca de música o gente que pudiera acompañarme, no señores, no elijan ese camino, tampoco estoy en pecado, lo cierto es que en cuanto a mis canciones, porque son canciones, no alabanzas, demoro un largo tiempo en construirlas, aunque ustedes no me crean, a veces me he tardado muchos meses en entender qué cosa quiere Dios que yo imprima en ese pequeño trozo de papel en donde un día nacerá un nuevo texto. Se trata de un trabajo diario, es decir, te levantas con ello, almuerzas con ello, en fin, desarrollas tus actividades concentrado en lo que deberías decir o no acerca de lo que estas escribiendo, todo ello sumado al hecho de que en mi caso, muchas de las canciones que canto, son imágenes que he podido rescatar de ciertas visiones o sueños que he tenido en mi vida, y que luego de orar y de reflexionar, El Espíritu Santo las ha retornado a mi memoria y yo, actuando con el don que Él me ha dado, le he puesto notas y ordenado un poco para que tengan sentido y de este modo, los demás puedan también tener acceso a este bello milagro que Dios, en mi caso, ha logrado materializar en una canción.   

Es por esta razón que las conversaciones, la lectura, el oír a los demás tiene tanta importancia, incluidos aquellos, que como dije antes, pretenden darme clase de todo, yo los escucho no más, antes discutía con ellos, me enfermaba, vomitaba, ahora no, los escucho, pacientemente, en una de esas, algo cae para mí, porque de nada tengo que sentirme dueño, todo le pertenece a Él, todo lo ha creado con Su Fuerza, de manera que nosotros, de nada tengamos que sentirnos orgullos ni dueños, en absoluto, siempre creyendo que al haber servido a Dios de esta manera, siervos inútiles somos. Por esta misma razón, aún comparto con los hermanos, me quedo en sus casas, a veces enfermo y ellos me retribuyen cuidándome, es la forma que me ha dado El Señor para este tiempo, es el método con el cual estoy siendo vivificado y fortalecido para que el dolor de este mal, no me supere en el alma, el milagro es evidente, teniendo más del 99 % de mi tráquea, mis vías respiratorias y parte de mis coronarias afectadas por esta dura enfermedad, ¿cómo es que aún puedo cantar? ¿Qué detiene el avance de este sufrimiento hasta unos centímetros bajo mis cuerdas vocales nada más? Es Dios hermanos, son las oraciones vuestras, son las plegarias de mis pequeños hijos, son los cuidados de quienes valientemente me han adoptado en sus vidas y dan gracias, al igual que yo, por mantener viva esta pequeña pero importante llama que no parece extinguirse.

El canto que Dios me ha dado, no es evasivo, bajo ninguna perspectiva, yo exalto a Dios, le alabo, pero cuando estoy frente a Él, por ningún motivo aceptaría hacerme rico cantando alabanzas, por último, donaría mis ganancias, haría cualquier cosa para demostrar a la cristiandad que el dinero, es lo que menos me importa en toda esta cosa. Pero bueno, parece que le estuviera poniendo de más, pero es así, no tengo codicia en mi vida, carezco de esa apetencia, no puedo comprender el cómo hacen muchos hermanos ignorando que solo en nuestro país, muchos niños aún no tienen ni zapatitos para ponerse, y ellos, a veces no saben qué hacer con lo que tienen. ¿Ven? No podría imitar la fe de Witt, de Romero, de Cash Luna, o de cualquiera de esos millonarios, Cristo no me permite mirar sus vidas como parámetros, Él es mucho más fuerte en mi ser, tanto como para no ignorar que en mi entorno, son muchos los compatriotas y hermanos en la fe que deben hacer tremendos esfuerzos para ganarse el pan diario, esfuerzo que no siempre se ve recompensado con sueldos “justos”, palabra que simplemente ha sido desarraigada de nuestra realidad, justicia, partiendo por los jueces y quienes tienen la responsabilidad en mi país de impedir que la corrupción, a modo de cualquier forma, tome cuerpo y soberanía sobre las vidas de las personas que más sufren. Se dan cuenta, no alabo a Dios, o sea, si alabo a Dios, pero cuando estoy en la congregación, en cuanto a texto, tengo algo que decir, algo que debo plasmar y que tiene mucha importancia para Dios y para la gente, mucho más importante que decir a Dios que es grande, que es poderoso, se trata de un modo de pensar, de ver la realidad, de cómo contextualizamos nuestra fe, de no quedarnos pegados en Cash Luna y sus millones, de no aceptar que nuestra fe se debe regir por códigos humanos, dejando de lado la experiencia de nuestros antepasados como Abraham, Enoc, Noé, en fin, hombres que aprendieron a caminar con Dios y llegaron, no por repetir vidas o formas de vida, sino, porque fueron capaces de enfrentar el tiempo que les tocó vivir, y con la ayuda de Dios, a través del caminar junto a Él, lograron comprender cuál era el método y la forma que Dios deseaba que ellos aplicaran a sus vidas. 

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