Friday, November 17, 2006

El indiferente mundo de los silenciosos.











El que un cristiano a estas alturas de la vida carezca de opinión, ya no sorprende a nadie. El hedonismo, como filosofía de vida, está constituido en base al placer, la exitación que produce al hedonista un ambiente en donde no se trata asuntos de verdad trascendentes para la vida del hombre, es indescriptible, el hedonista piensa que en el mundo el dolor no existe, y es más, que aunque sepa existe, él hace todo lo que esté al alcance de su mano para ignorarlo, la cultura del éxito, la filosofía del placer, el materialismo enraizado en lo más profundo de su ser, el consumismo formando parte de su vida, son sólo algunas de las muchas partes con las cuales se ha construido interna y valóricamente, y eso, por supuesto, no lo va a cambiar por nada, por algo es hedonista.

La palabra de una persona en otros tiempos era de verdad fundamental para dar a conocer a tal o cual persona, en una forma simple de decirlo, una persona era conocida por el peso de su palabra, es que la palabra, como vehículo de nuestras ideas, es la portadora hacia el exterior, de las muchas maneras o formas que tenemos los seres humanos para dar a conocer a los demás de cómo estamos percibiendo interiormente el mundo que nos rodea. En este sentido, las artes, cualquiera sean ellas, cumplen con el valioso propósito de ponernos como sociedad, individual o colectivamente, sólo con el peso de lo que es capaz de producir, en una instancia reflexiva, es por así decirlo, una especie de filtro intelectual, moral y hasta espiritual, que nos protege y nos hace, o mejor dicho, debería hacernos, a lo menos, pensar por un momento en lo inútil e insuficiente que resulta para una sociedad, el enorme esfuerzo que se toma la misma en la construcción valórica si es que ésta es capaz de ignorar hasta la más mínima expresión artística, con el pretexto de que la velocidad de nuestros logros es más importante que el tiempo que hemos asumido en el perfeccionamiento de una obra.

Esta es la razón por la cual la labor artística es tan importante para la construcción de nuestra vida diaria, en el fondo, todos estamos llamados hasta en los quehaceres más humildes, de convertir a aquél quehacer, en una obra de arte, eso es inobjetable y pesa por sí mismo. Esto mismo es lo que permite que labores tan antiguas como las artesanales, se tornen imperecederas, trabajos o labores que se creía desaparecidos, aún conserven el vigor original y en los cuales, lejos está la idea de la extinción, felizmente, siempre habrá salmones navegando contra la corriente, el mundo, dijo alguien, está hecho de porfiados, y por ser así, estos mismo son los que siempre tienen algo que decir, algo que comentar, algo que opinar, el hombre que es tirado por cuerdas y manos invisibles no puede transgredir ni transgredirse, no puede cometer errores ni menos ensuciarse, es capaz incluso, de endeudarse hasta las masas por conseguir lo que tanto anhela su alma, pero no es capaz de de plantearse siquiera, ni siquiera en sueños, …¿Y qué pasaría si yo lo construyera con mis propias manos?

No está en los parámetros del cristianismo actual un cambio tan enorme, es que es tan fuerte el pensamiento hedonista y egoísta, que nada puede penetrar las estructuras filosóficas de él como para decir que en algún momento ellos abandonarán la monótona tradición y abordarán la realidad considerando otros valiosos e importantes aspectos del quehacer humano, por ello es que no se encuentra dentro de la realidad espiritual eclesiástica actual, algún tipo o atisbo siquiera de sutileza que permita valorar el trabajo de alguna persona en su aspecto artístico, el cristiano actual no está preparado para ello, no se ha construido para ello, sólo digiere, absorbe como esponja todo cuanto se le diga, no importa el predicador, ni su discurso, no importa lo que diga o no diga la letra de una canción o de una alabanza, no ve las diferencias, está neutralizado y paralizado en una postura absorbentemente indiferente, es más, si ello le provoca placer, eso está bien, eso es de Dios, es espiritual. Pero el mundo interior de este tipo de cristiano hedonista se ha enagenado, por lo tanto no va comprendiendo absolutamente nada, nada acerca del Propósito divino, como le han guiado a esa forma de vida sin autocrítica, el no toma asuntos discutibles, no quiere polémica, otros de menor espiritualidad pueden y deben polemizar pero él no va a perder su tiempo tratando de dar a conocer a otros lo que de verdad piensa, este formato de cristiano, tiende en muchos de los casos a tener comportamientos “súper agradables” , como no tiene contradicciones y nada es criticable, el mar siempre está tranquilo.

Esta muestra mediocre y falsamente hipócrita de lo que debe ser un cristiano, es la que hoy día está en total práctica. Pastores y Ministros ignorantes del valor de una obra artística, dictan cátedra en congregaciones en donde la crítica sólo se absorbe a través del llamado “ungido”, y no de otros, estos en mi opinión no tienen futuro, están condenados al más absoluto y total olvido por aburridos e individualistas, y ese individualismo no es otra cosa más que vanidad, la propia y la de los que los siguen, gente que en muchos de los casos sólo de vez en cuando abren Las Escrituras para ratificar o verificar si una palabra dicha por uno de estos “santos varones de Dios”, se ajusta o no a la verdad bíblica, pero lo que es peor, es que por ignorancia o condescendencia con ellos, absuelven a estos meretrices del sistema religioso comercial e institucionalizado, de todas sus perversiones y desvirtuaciones bíblicas.

De esta forma, entonces, nuestro pobre cristianismo día a día se va empobreciendo aún más. Desaparece así, definitivamente, el hombre con Propósito, y la religión organizada y banal da a luz al nuevo cristiano, al sin opinión, al sin palabra, al sin contradicciones, es decir, al cristiano virtual y Light, como los cantantes del gozo o como los predicadores del vil y miserable evangelio del “DOLAR”.