Wednesday, February 14, 2007

Aún no aprenden la lección

Parece ser que Estados Unidos no ha entendido, o mejor dicho, no ha querido comprender que su actitud arrogante y soberbia con respecto a su realidad espiritual e histórica, tiene un precio, claro que la responsabilidad recae en primer lugar, en quienes Dios ha puesto en esa nación, con el exclusivo Propósito de que cumplan con el rol profético de advertir y de anunciar a cualquier precio, de todos los peligros que conlleva el mantener una situación espiritual al margen de la Ley de Dios, y en segundo lugar, en sus propios gobernantes, hombres corruptos de entendimiento que han ignorado a todos los medios que, desde la clandestinidad, Dios está utilizando para anunciar el pecado en el cual conviven a diario todos los hijos de un imperio que hoy día, nuevamente, está siendo azotado por el imprevisto y siempre persistente poder de la naturaleza.

Hoy es el frío, ayer fue Catrina, luego el calor, aquí es cuando uno empieza a elucubrar con respecto a lo que podría suceder en un futuro próximo, hay tanto de donde tomarse y tanto que decir al respecto, pero, los norteamericanos tienen su propia manera de interpretar y de leer la Palabra de Dios, cualquier intento de contextualizar el mensaje profético es considerado antiamericano, la pregunta es entonces: ¿cómo puede subsistir en esa realidad un Ministerio Profético? ¿qué probabilidad tienen los hermanos norteamericanos de oír una palabra profética para preparar sus vidas de las cosas que vendrán?
Cuando una realidad espiritual no tiene contexto profético se torna predecible, es como si se anticipara a su propio destino, al parecer a ellos les ha ocurrido algo parecido, la razón pues seguirá siendo la misma, el orgullo, la soberbia, elementos constitutivos y prácticamente aceptados por una sociedad en donde la realidad espiritual alcanza rótulo de comercio,
convirtiendo a todos sus servidores en simples haraganes de la fe que amenazan con atacar y destruir a quien se les ponga por delante. La palabra “mercenarios” entonces, aparece como única alternativa cuando se habla de la vida espiritual de una nación, y de todos quienes desean contaminarnos con este tipo de filosofía de vida, la verdad es que son muchos, detallarlos tomaría tiempo, pero los hay, predicadores, exponentes de la palabra, gimnastas de la fe, cantantes, escritores, columnistas, profesores, y un sinnúmero de holgazanes dispuestos a poner la propia estatua de La Libertad en donde a ellos se les ocurra, claro si, sin explicar a quienes siguen este “modelito de vida”, que quienes lo aceptan, deberán también aceptar todas y cada una de sus sentencias por abandonar, deliberadamente, el Espíritu y el sentido para el cual Dios nos ha dejado su bendita Palabra.
Parece ser entonces, que la tragedia vivida por hombres como, Christopher Reeve, ex Superman, Mohamed Alí, ex, “el más grande de todos los tiempos”, y otros más, nada les dice, ellos creen ser una nación en la Voluntad de Dios y para evitar confusiones, carecen de voces proféticas importantes, el Cine, la literatura misma en este caso, va a cumplir con ese rol que ellos mismos dejaron de lado, y que llevó a esa nación a ser lo que hoy día son, una ruta obligada en la reflexión de cómo no se debe vivir la fe. Sus miserias espirituales son evidentes, y no se trata de hacer leña de un árbol caído, para nada, es que Estados Unidos no va a entender jamás que no son ellos los únicos y exclusivos portadores de la Unción y del Llamamiento de Dios, ellos no querrán reconocer que se han equivocado en invadir, en matar, en llenar la tierra de más dolor en Nombre de un Dios carente de misericordia y de responsabilidad por quienes Él ha creado, la responsabilidad entonces recae en quienes teniendo conocimiento de la verdad profética, no advirtieron, no anunciaron y callaron, guardando el más absoluto silencio en momentos en que debieron hablar, y que con ello sentenciaron además, la suerte y el destino de millones seres humanos que directa o indirectamente sufrimos por las desastrosas decisiones que esa Nación ha tomado, en el contexto mundial, para imponer su sórdido lenguaje de violencia y de muerte alevosa.