Friday, November 24, 2006

La Nueva Esclavitud

Ciertamente se dice que la esclavitud ya fue abolida hace bastante tiempo atrás, no obstante, la esclavitud como concepto, jamás ha sido ni será erradicada. Entonces la pregunta sería: ¿Qué tipo de esclavitud fue abolida? Por cierto, cuando pensamos en la esclavitud, casi siempre recurrimos a las imágenes de conquistadores que llegaban a un Continente determinado, casi siempre África, y allí tomaban a los más jóvenes y fuertes y los encadenaban a modo de animales, convirtiéndolos en esclavos. Luego, eran trasladados en barcos en donde una gran cantidad de ellos moría, víctimas de maltrato o de enfermedades que eran ocasionadas por este cambio abrupto y bestial al cual eran sometidos por sus captores.

De esta forma eran trasladados a diferentes lugares en donde se les ofrecía públicamente y a modo de mercadería, quedando bajo la custodia de quienes compraban su libertad y los utilizaban como herramientas de trabajo. La raza negra supo de esta realidad, aprendió, con el paso del tiempo, a sobreponerse al egoísmo de seres humano que sólo por una cuestión de color de piel, humilló, y aún sigue humillando con su conducta retrógrada a quienes no sólo tienen diferente color de piel, sino que además, no piensan como ellos, es el caso de las guerras fraticidas perpetradas por criminales a modo de Hitler o cualquier otro espécimen que sienta o experimente odio por su prójimo.

Pero cuando hablamos de esta nueva esclavitud, la cosa se pone un poco más compleja, primero, porque en nuestra conciencia permanece aún latente la antigua idea que se nos ha enseñado e inculcado desde niños, de que la esclavitud ya fue abolida, y segundo, porque como veremos, esta esclavitud moderna, si bien subyuga al hombre en cuestión, no le priva de nada, en tales circunstancias, la persona acepta y no lucha, es decir, acepta sin cuestionamiento la forma de esclavitud que le impone el sistema en el cual estamos insertos, se trata entonces de un tipo de esclavitud en donde el hombre, sin distinción de genero, raza, cultura, religión, etc., no sabe o no se da cuenta que ha perdido el poder de decisión con respecto a lo que de verdad necesita para seguir viviendo, es como si estuviera sin conciencia, abstraído por completo se sumerge en la aventura del placer y no alcanza a descubrir el peso de su propia esclavitud, las cadenas que le atan a esta forma de vivir no son visibles, pero ellos viven como libres, se comportan como libres, actúan como libres, piensan que son libres y que además, esta libertad, es provocada por el estilo de vida que ellos han asumido como propios, y no por una profunda experiencia reflexiva en donde los parámetros éticos y espirituales son de un alto valor para la construcción de su realidad existencial y material.
En tales circunstancias, el concepto o el valor llamado “libertad”, queda expuesto al momento que vive tal o cual persona y por lo tanto pierde su valor intrínseco y universal. Pero éste, no es un problema reciente, también los hombres del tiempo de Jesús parece tenían, sino el mismo, un problema semejante, no en vano el Señor Jesucristo les dijo a sus contemporáneos: “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.” También les dijo: “Si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.”
Pero la nuestra, es una sociedad que no quiere ni desea hablar del pecado ni de sus esclavitudes, el tema es bastante incomodo, incluso se le relaciona solamente con predicadores, pastores, sacerdotes, etc., pero nunca con actores de la vida cotidiana, y es que la palabra pecado suele a veces provocarnos cierto recelo, no obstante, y a pesar de nuestra evasiva actitud frente a ella, pecado significa simplemente, “errar el blanco”, es decir, “no hacer lo que nos corresponde”, no dar en el punto exacto, pero en el contexto en que vivimos, tendríamos que decir que pecado es, cuando por ejemplo nuestros padres nos mandaban a comprar al negocio de la esquina y nos quedábamos con el vuelto, eso es pecado, como también es pecado mentir, robar, levantar falso testimonio, es decir, hablar mal de un hermano, como también es pecado cuando gente del o vinculada al gobierno, utiliza los recursos materiales o humanos, destinados a ir en ayuda de los más desposeídos, que no son pocos en nuestro país, en campañas políticas. Por ello existen los pecados nacionales y los individuales.

La Biblia afirma en el libro de Romanos, “que todos hemos pecado”, cual más cual menos, todos, incluso los Apóstoles del Señor, María, la madre de Jesús, todos los santos entronados por Roma incluyendo a los papas muertos y al que hoy día gobierna lo destinos de Roma, todos hemos en algún momento disfrutado del extraño y perverso placer que nos produce el pecado en alguna de sus múltiples y excitantes formas.

Lo judíos del tiempo de Jesús, si bien afirmaban ser hijos de Abraham y de estar siguiendo los preceptos de la Ley, mentían cuando decían que ellos nunca habían sido esclavos de nadie, su orgullo nacional los privaba de reconocer que en su historia se encontraban pasajes realmente elocuentes en lo que respecta a la esclavitud, como su estadía por más de 400 años en la tierra de los egipcios, por ejemplo nada más, también estaba la invasión Persa, la Babilónica, la Griega, y en ese mismo momento, la Romana, es decir, a la declaración de Jesús en cuanto a la verdad que liberta, primeramente mentían, Jesús sabía que estaban mintiendo, Él no ignoraba lo que había en sus corazones, pero de la esclavitud que el Señor quería hablarles, no era de origen histórico como ellos pretendían transformar la afirmación de Él, ésta, era de origen espiritual, y en cuanto a eso, en nada, pero absolutamente en nada nos diferenciamos a ellos, somos una sociedad que hemos construido nuestra realidad basados en el pecado, hablamos de justicia, de igualdad, de derechos civiles o sociales, del bien común, sin embargo, no es precisamente por buscar y defender estos valores que se caracteriza nuestra sociedad, por el contrario, aún no se ha erradicado la pobreza del mundo, el modelo económico vigente, que pretendía ser la solución a tantos problemas que acarrea la explosión demográfica y otros derivados, ha fracasado, la sóla puesta en marcha de este modelo neoliberal y aplicado a las economías del mundo y sus consabidos costos sociales, en especial los países con economías muy frágiles como las de Latinoamérica, África, etc., no sólo ha traído más pobreza al mundo, sino que además, la estigmatización de todos aquellos países que no tiene acceso al crédito y el endeudamiento lógico, a modo de esclavitud, a la que las grandes economías del mundo tienen sometidas a las pequeñas realidades económicas de un mundo que, lamentablemente, no encuentra la salida.
Pero el pecado, sí, el pecado, con todas sus variables y palpables esclavitudes, está enquistado sin lugar a dudas en nuestra sociedad, en nuestra vida diaria, en nuestros hogares, en nuestros colegios, en nuestras iglesias, en nuestro parlamento, en los programas de televisión sin contenidos valóricos, en la justicia, cuando hace oídos sordos a quienes claman día y noche por solución a sus demandas, en nuestras autoridades, en nuestras Universidades, en nuestro modelo económico, etc., a modo de hedonismo, materialismo, ateísmo, sincretismo, indiferencia, consumismo, injusticias sociales y laborales, en la falta de amor para ponernos en el lugar del que sufre, y un sin número de otras perversiones más que representan, patéticamente, la condición espiritual, moral y ética de una sociedad que práctica y sistemáticamente rechaza a diario, la oferta generosa y misericordiosa de un Dios que no ha quitado la mirada de su máxima expresión de su eterno amor en toda la creación, como es el hombre.

En tales condiciones, si el ofrecimiento de Jesús, y de ser Él nuestro libertador para dar solución a todos nuestros males, pensemos bien en lo que vamos a decir, reflexionemos antes, no sea que vayamos a replicar lo mismo que dijeron los contemporáneos de Jesús, lo cual sería un descaro de este porte. Así que, basta de lloriqueos, a ponerse en pie, así como promovemos campañas para ayudar a los niños de la Teletón, a limpiar nuestras playas, a mantener limpio el ecosistema, hagamos campañas para dejar, o por lo menos a disminuir ostensiblemente nuestra inclinación al pecado, tomando decisiones individuales desde luego, ayudaremos a mejorar en parte lo enferma que se encuentra nuestra sociedad.

Así que, Pastores, Rabinos, Sacerdotes, y todos cuantos tienen la responsabilidad de guiar e instruir a las personas en su ámbito espiritual, moral y ético, basta de Circo, basta de fiesta, a trabajar, a no descansar, a no desmayar, el remedio no puede seguir guardado, la institución no quiere este tipo de cristianos, ni menos el formato en el que tienen encuadrado los cantantes del gozo y predicadores del maloliente y vil billete, al cristianismo actual, no será fácil tampoco, ¿pero cuándo fue fácil? Los cristianos actuales sólo quieren placer, pasarlo bien, no quieren oír la verdad, eso está claro, la pregunta sería entonces: ¿Cómo puede un cristianismo enfermo como el nuestro ayudar a esta sociedad a salir de la encrucijada en que se encuentra?

La respuesta la tiene cada uno, no los grandes interpretes del gozo, no los grandes exponentes de la predicación actual, no los grandes representantes de organizaciones religiosas en donde la experiencia con Cristo casi no existe, nosotros en forma individual y con lo que Dios nos ha dado, tendremos que asumir el Llamamiento que Dios nos está haciendo, si no somos capaces de romper las cadenas que nos atan al sistema, cómo podremos hablarles de libertad a quienes viven en la llamada, Esclavitud Moderna?