Monday, May 10, 2010

El cristianismo actual en la cuerda floja.























¿Cómo es que logramos asirnos de Dios cuando caemos sin perder el equilibrio? ¿Cómo es que las manos no se quiebran cuando intentan deterner la vertiente de los años que nos arrastran? Los días transcurren, inexorablemente, nos impiden realizar otra clase de movimientos, por ello es que debemos aprender a contenernos, aprender a sabernos indefensos cuando la realidad se nos muestra poderosa, impenetrable, metálica a veces, ofreciendo a nuestras frágiles realidades, una interminable y poco original cartelera de posibilidades que podrían hacernos cambiar rápidamente de opinión con respecto a Dios. Pero no estamos preparados para aquello, hemos sido creados para resisitir, para no tener que evitar el paso suave de los rayos que atraviesan los altos ramajes y llegar hasta nuestras miradas, deteniéndose, adormeciéndose, porque allí nos recuerdan que estamos de paso, que la luz no digiere nuestros cuerpos, aunque de repente parecieran estar partiéndose, en miles de pedazos de sueños y de vidas que nunca conocimos ni vivimos, en estractos de versos que nunca fuimos capaces de escribir. Por ello es que aunque tememos, como cualquier mortal, a lo impredecible, continuamos, accedemos a lo inevitable, sin dejar lugar a las dudas, en exiguas caminatas tras el lento paso de las horas hasta que la noche aparezca y nuevamente volvamos a nuestro centro, a donde pertenecen todas nuestras urgencias, todas nuestras innumerables necesidades.

Por ello es que las palabras no se extinguen, como las civilizaciones, por ello es que la lluvia y las tormentas no logran arrancarlas de nuestras almas y convertirlas en silencio, son demasiado poderosas como para borrarlas de repente, como para que de un momento a otro desaparezcan y ya no quede un solo espacio en este enorme universo en donde nuestros gestos y nuestras miradas, sean conocidas como tal, como simples y mortales formas en las que Dios, manifestándose a traves de nosotros mismos, proclame al universo entero su verdadera esencia de bien y de bondad, de esa benevolencia que la humanidad entera, cansada de luchar, no desea conquistar.



Hoy día, son otras las necesidades, estamos y nos hemos preparados para absorver la basura cósmica que nos trae la estupidez en formatos imposibles de describir, por ser infinitamente numerosos, por carecer de aquellas cosas que dicen diferenciarnos de los animales. En ello estamos detenidos, como las islas en medio del océano, sin poder avanzar un centímetro más, parpadeando y dejando pasar el tiempo sin que la realidad logre disipar de nuestras vidas, el incontenible hedor que deja sobre nuestras conciencias la insuperable fuerza de la estupidez, y el poderoso y alienante dominio del absurdo. ¿Pero cómo evadirlo entonces, cómo alejarnos de aquello, cómo mantenernos parapetados sin perder de vista el transe de la subsistencia diaria? Todo está dirigido entonces, a que perdamos el Norte, a que carezca de sentido nuestra lucha diaria, a que no tengamos necesidad de discutir con Dios el problema de nuestra estancia sobre este planeta colapsado de males, a que aceptemos sin motivo alguno el que la maldad nos supera a veces y el estigmatizante anhelo de este mundo parezca sobrepasarnos. Este no es tema relevante, no es tema que pueda discutirse desde un púlpito, pero sí aceptamos que la estupidez inunde nuestros hogares a cualquier hora, en cualquier momento, sin darnos absolutamente ninguna tregua, nos han inmovilizado para pensar, para criticar lo criticable, lo inadmisible, lo que no dicen los noticiarios. La ética de la insolencia es arrastrada y ahogada entonces en cualquier fangosa esquina, en algún podrido escondite en donde las ratas tengan la oportunidad de acceder a estos manjares.
Así la realidad se nos vuelve placentera, inhóspita al ojo crítico del alma atosigada y abrumada, no hay lugar para los disidentes, el espacio está completamente abordado por seres imaginarios que la propia publicidad ha endiosado, como los futbolistas, como los conductores de programas mediocres. El contexto nos ofrece ahora un ambiente propio de seres surrealistas, con gobernantes inapropiados para enfrentar hecatombes y problemas propios de un mundo en donde la tres cuartas partes de la población padece de hambre, ellos se encuentran totalmente protegidos para advertir el dolor, para enfrentarlo en toda su crudeza, en toda su alucinante y estripitosa mortalidad, la propia ciudadanía los eligió, creyó en todas sus mentiras, por lo tanto, las responsabilidades son compartidas. Pero ahora el problema ya no se diluye en cuestiones de derecha o de izquierda, para nada, aquello es muy arcaico, hoy día se vislumbra otra clase de lucha, otra clase de parámetros en donde se mueven los precursores de desastres, ahora hablamos de un poder inigualable, un poder que empequeñece los logros políticos y sociales de cualquier revolución y convierte a todos los ídolos actuales de la política internacional, en simples dibujos animados, se trata ahora de la lucha por un poder mundial, uno que logre absorver absolutamente todo, sin permitir que los seres humanos tengamos la libertad para escoger lo que deseamos para nuestros hijos, un mundo mejor. Para logralo es que están utilizando todos sus millones, todas sus estrategias comerciales, todos sus asombrosos logros en el campo de la economía mundial, mientras que millones de seres humanos se debaten, en este mismo instante, en este mismo momento, entre la vida y la muerte.


Por ello es que la lucha contra los cultores del Gozo ha sido asidua, desde este pertrecho, desde esta sencilla estrechez, porque no han sido capaces de comprender cuál es el papel de un cristianismo en medio de una realidad en donde el valor y la importancia de la palabra profética, es ineludible, aún así, nada los detiene, nada logra ahuyentar de sus propias vidas el sentido materialista con que que han decidido enfrentar las diferentes encrucijadas por las que atraviesa el mundo actual. La alabanza ha sido la excusa para la evasión ética y valorica, ¡cuando ambas pudieron marchar juntas, porque a Dios sí tenemos que alabarle y bendecirle! Pero no quisieron, prefirieron evadir y hacer como que no existíamos, como que éramos un par de locos que sólo vociferábamos porque estabamos desconformes con la realidad, el apetito voraz de los seductores por controlar la situación, produjo lo adverso, éra lo que faltaba, proclamar a los cuatro vientos que un cristiano sin plata en el bolsillo vale hongo.

Allí terminó de pudrirse el cajón de manzanas, allí, hasta la última de las frutas fue alcanzada por el guzano de la codicia, todo finalmente fue afectado, de tal modo que la fe cristiana se hizo compatible al sistema, abordó la problemática existencial desde esa perspectiva y se quedó sin palabra, sin méritos, sin causas, sin comprender que la mayor bendición era Cristo en nuestras vidas y no los artefactos que puedes comprar en alguna tienda a precios de propaganda y con trajetas de crédito. La fe cristiana es otra cosa, el cristianismo es algo que ellos no han podido ni podrán jamás explicar claramente, porque se trata de una experiencia que sucede en el alma, que si bien afecta el bolsillo, depende en un cien por ciento de lo que Cristo haga en el corazón del hombre, lo demás, es solo rapiña.


Pues bien, la carroña ha hecho más difícil el trabajo de quienes sí tenemos algo que decir a este sistema y al cristianismo en general, ellos, los iluminados, han logrado inocular al pueblo contra la verdad, la histórica, la bíblica, la profética, sin haber tocado jamás algún aspecto de la profecía escritural, llegaron a ser la guinda de la torta hecha con manzanas llenas de guzanos, los propios guzanos que ellos mismos originaron en sus criaderos de mediocres, sin tener que pasar por la oscura y estrecha puerta de la disidencia, allí están, inadvertidos de lo que vendrá, de lo que ya se asoma dentro del panorma mundial, sus miserias no serán suficientemente fuertes como para protegerlos y guardarlos de lo que acontecerá, porque el poder al que me he referido en estas líneas no tiene parangón, esta fuera de la ley, está fuera de todos los contextos, sólo se vislumbra si se es capáz de mirar La Palabra y aceptar que la verdad ya fue declarada, que permanece latente e intacta, y que nada podrá usurpar su importancia en este mundo, menos ahora que el día ya avanzado nos anuncia que la humanidad no ha querido volver su mirada a Dios, y en cambio, ha decidido defender a los pedófilos y sinverguenzas que la propia religión ha protegido por largos años de historia.


Por ello es que ya este no es tiempo de lloriquéos, de cobardías institucionalizadas, el destino de nuestras almas está en juego, la verdad debe partir por ser declarada en nosotros mismos, aunque duela, aunque nos desgarre por momentos el corazón, solo así podremos trascender en este sistema sin soltarnos un segundo de la mano del Señor, lo peor aún no ha pasado, sin ser vidente, uno puede ver lo que otros prefieren evadir, lo inobjetable, no habrá dinero entonces que pueda comprar las conciencias siempre despiertas de quienes luchan, palmo a palmo, por no desertar ni escapar a la suprema y eterna verdad que nos ha tocado vivir, en este tiempo, y bajo estas circunstancias.

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