Friday, July 08, 2011

Le Ética de la indiferencia en absoluta práctica.






















Pero ni mi enfermedad, ni la falta de recursos para transigir desde mi escueta realidad virtual, serán motivos para detenerme, de ningún modo, no le daré ese gusto a mis detractores, a los que no han aportado absolutamente nada para que la fe del Señor Jesucristo en este tiempo, cuente con una versión realmente original y honesta, aquí voy a continuar entonces, como siempre, con la misma o quizás, mayor intensidad que antes, no estoy dispuesto a dejar a un lado lo que tanto me ha costado, lo que me ha valido horas y horas de reflexión, el tiempo que no se han tomado los comerciantes de la prosperidad y los meretrices de la mediocridad, todo ello adquiere en este instante, una enorme y valiosa importancia, tanto como para no desertar, como para pasar por sobre vuestros propios egoísmos e indiferencia, y continuar. Si algunos piensan que esto es fácil, que no tiene costos, váyanse al carajo, me importa un bledo lo que ustedes piensen, sé que tienen plata para gastar en porquerías, pero no para bendecir Ministerios humildes, porque sé que les gusta la comparsa, el reconocimiento, que les soben el lomo, les gustan los ministerios con luces de colores, con ambientes de discotecas, light, sin heridas, sin cruces, ese es el evangelio que están dispuestos a proteger, a guarnecer del frío, no éste, lo ven menor, porque no tengo letrero, apenas un par de canciones, un par de libros tal vez mal escritos, pero ese soy yo, sin pintura, sin espejos, real, de carne y huesos, con deficiencias, como mi enfermedad, como mis debilidades.

Esta cultura es la que me impulsa a escribir, no otra, podría estar paralizado frente a tanta deserción, a tanta miseria que han propagado con sus cantantes de mierda, pero no, me estoy moviendo, deliberadamente, por donde nadie desea que me mueva, por donde tienen marcadas las calles, para que no les resplandezca absolutamente nada de la verdad del Evangelio de Cristo, para que sigan pensando que todo marcha bien. Todavía, pese a todo el tiempo, el espacio, y por supuesto, el dinero que poseen, en nada me sorprenden, pasan los días y nada nuevo advierto, siguen siendo los mismos, con las mismas letras, los mismos pensamientos, solo que cambian un poco los tonos, pero en el fondo, es la misma caca, solo que difieren en el nombre. La cultura que fundaron y ustedes mismos ayudaron a fundar, se halla en penumbras, al igual que Israel en Egipto, a donde vayas, la luz del día no logra iluminar siquiera vuestros pasos, y así, de ese modo, no se puede andar, porque si no chocas con el que viene frente a ti, puedes hacerlo con cualquier cosa que se mueva o se encuentre detenida. Yo sin embargo, para nada me siento ahora desplazado por nadie, es que finalmente, no me siento parte de ninguna de vuestras culturas, por lo menos de las que denigran la verdad de Cristo, sea esta católica o protestante, el nombre casi no importa, ahora solo vale la verdad, siempre debió haber sido así, no obstante, hoy día la tormenta arrecia, muchos ni siquiera lo notan, se encuentran tan protegidos y distantes que piensan, “aquí nada nos va a pasar, aquí nadie nos va a sorprender”, no me digan, las plagas de Egipto ya están hace tiempo con nosotros, asestando violentamente contra todo lo que se mueve, mientras, los hijos de la luz, contemplan, espantados, casi inmóviles las cosas que han de venir cuando las certezas simplemente se pierdan y el olvido, finalmente, como una enorme y poderosa ola, absorba los segmentos desarmados y desamparados de una cultura ruin y material que se desarma, paulatinamente.

Los profetas de la próspera realidad espiritual no notaron nada, no tuvieron visiones de Dios al respecto, aunque estaban muy cerca de todo ello, aún así, permanecieron en silencio, como siempre, hasta ahora, pero los jóvenes periodistas de televisión lo habían advertido, tantas veces, casi desesperadamente, con alaridos incluso, pero nadie les creyó, nadie los oyó, aún hoy, muchos hoy día lo dudan, estando las evidencias sobre la mesa, pero, no existe peor ciego que aquél que no desea ver, por lo tanto, la verdad seguirá su curso, pronto irrumpirá sobre las alcantarillas y allí, en la orilla del océano, junto a las montañas de desperdicios que vertimos a diario se perderá, inevitablemente, solo quedarán en la memoria de los que sintieron y vivieron en carne propia la tragedia de Karadima, espectros de una historia oscura y tenebrosa que aún hoy día no logra ser confrontada por los grandes maestros de la Predicación. El problema es que cuando se tiene demasiado, se pueden perder incluso hasta las certezas, aquellas por las cuales uno sería capaz incluso hasta dar la vida si fuera necesario si con ello, va a dejar en alto el Nombre del que todo lo hizo por Amor, ese es el peligro, un peligro atemorizante y cercano para cualquiera, ya no para algunos, sino para cualquiera, para cualquiera que pretenda desconocer que vivir en Cristo, en medio de una sociedad como la nuestra, no tiene mayores significados que la pura y permanente contemplación de la realidad, esa es la basura que hoy día combato, esa es la porquería de la cual no me importa formar parte, porque allí se encuentra el ambiente propicio para que mi arte y mis dones se adormezcan, porque solo así seguiré siendo el que soy, y no otro, no otro que desean tal vez los que me conocieron antes, sino, el de hoy, el que ve con impotencia el empoderamiento de los grandes ministerios que nada hacen para que los nuestros sobrevivan al espanto, al quiebre indeclinable de una realidad plasmada y construida de epidemias y bacterias, asesinas y mortales, mientras, dependemos, no de ustedes, no de sus bolsillos, llenos de víboras, de cascabeles, de serpientes, sino, del Altísimo, de Aquél que todo lo ve y todo lo ausculta, no se trata de pedir limosnas, como los curas, como los maleantes de la prosperidad, o como los comerciantes del canto predecible, sino, vidas verdaderas de hombres verdaderos, adjuntos como una estampilla a vuestros oídos metálicos, a vuestros ojos de vidrios, polarizados, para que nadie pueda ver lo que hacen con su tiempo, el cómo desperdician el paso de las horas en aquellas cosas que ningún bien producen al alma.

Pero esa clase de hombres que alguna vez produjo La Palabra, ya no existen, por lo menos dentro de esta realidad, dentro de esta casta de vagos y parásitos que produjo la miseria espiritual de la prosperidad y la flojera intelectual, no es posible detectar algún tipo de actitud que parezca creíble cuando se trata de violaciones a niños o abusos sexuales por parte de sacerdotes católicos o de quien sea, no, para nada, el vil dinero lo ha comprado absolutamente todo, las palabras, las conciencias, los ministerios, la música, los versos, las predicaciones, ¿por qué anhelamos tanto vivir entonces?, ¿para qué vivimos si no deseamos disentir, si no queremos confrontar con la verdad la realidad que nos ha tocado vivir? Si ser cristiano hoy día consiste en mover un par de piezas solamente, entonces no vale la pena serlo, mejor quedarse en lo que uno es y mantenerse simplemente quieto, inmóvil mirando todo por lo que no se está dispuesto a sufrir ni a luchar, eso es mejor, esconderse detrás de un face book para almacenar congratulaciones no tiene valor, no señores, en este tiempo no, hay demasiado dolor en las calles como para obviarlo, demasiadas muertes como para continuar creyendo al sistema y a sus apóstoles vendidos y podridos en dinero. Yo no tengo prisa sino para seguir transigiendo, no tengo otras alternativas más que la de avanzar, aún con la enfermedad, aún en medio de esta trágica y espantosa realidad cercenándome los huesos.

No me puedo contener, tengo un poco de fiebre, no sé con certeza si podré o no comprarme todos los medicamentos esta vez, pero que importa, a quién le puede importar, una vida, una miserable e insignificante existencia que habla de Cristo a un podrido sistema, no va desequilibrar las finanzas de nadie, porque nadie estará dispuesto a dar un miserable centavo por alguien como yo, lo tengo claro, sé cuál es la verdad que me corresponde, sé que serían capaces de todo por lo que dicen amar, pero no por lo que podría iluminar un poco sus vidas, no señores, para eso no hay recursos, ¿o pensaban que la verdad era gratis? ¡Y si es gratis como dice La Biblia! ¿Por qué hombres como Witt, Chaparro, y cuántos más se han hecho millonarios con ella? ¿Por qué se lo permitieron? Sólo porque ustedes no han defendido a los verdaderos y a cambio han preferido olvidarlos, y en el peor de los casos, evadir el hecho de que personas como nosotros, hijos también del Dios Todopoderoso, también tenemos necesidades, enormes necesidades que si no fuera por el Señor que nos ama, habríamos perdido hasta la fe. Pero aquí estoy yo, en pie, de pie ante ustedes, encarándoles por mezquinos, por cómodos, por habituarse a lo que les ofrece este mugroso sistema de porquería que ha comprado sus conciencias, con mugre, con mierda espiritual que no sirve ni para sacarse un resfriado del cuerpo, esa la única verdad, todo lo demás es apariencia nada más, una vil y poderosa apariencia que no logrará impedir que la verdad suprema de Dios, un día de estos emerja, con mucha más violencia y determinación que una tempestad, así será, es inevitable.

Mi cuerpo se ha ido doblegando lentamente a los impulsos de esta enfermedad, y desde luego, esta noche me esclaviza, con mucho más dolor que antes, por lo menos en mi parte externa, la de las células, la de mis nervaduras, ofreciéndome una especie de calabozo para que estas manos y estar piernas no puedan ya moverse con la libertad que ellas quisieran. Mi pecho, agujereado y convertido en un poderoso témpano, me detiene, en esta angustiosa y vertiginosa dictadura de dolores, de valles escarchados que me sojuzgan, inyectándome, enormes cantidades de aguijones cristalinos ya sin nombre, sin direcciones posibles, todos convertidos en cuchillos, delgados y afilados, quebrantando uno por uno los pocos huesos que quedaban sin padecimientos, al menos así parecían. A pesar de aquello, aquí permanezco, con la misma voz de siempre, con mis manos y mis dedos entintados, transigiendo, postergando mis ilusiones, dilatando mi sufrimiento, ahora que la verdad forma parte de todas mis evidencias, las de Cristo, las de quienes no ser dormirán y aquí permanecerán, despiertos, conscientes, alertas junto a mí…

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