Friday, September 09, 2011

El triste llanto de una nación en un luto constante.
















Todo Chile llora la pérdida de nuestros compatriotas que fallecieron cumpliendo su deber, un deber que se autoimpusieron, un deber que creyeron debían tomar y hacerlo propio, en toda su dimensión. Poco a poco hemos ido viendo a través de los diferentes canales de televisión, las vidas de quienes lamentablemente ese día fatídico se perdieron, y de cómo, por una cuestión del destino, llegaron a juntarse e involucrarse en el servicio desinteresado por el bienestar de otros semejantes, lo que hace mucho más impactante el recuento, aunque no se quiera ver de ese modo, lo real, es que quienes viajaban a la isla ese día, tenían como principal objetivo, ayudar a la reconstrucción de las viviendas que ya en el terremoto y tsunami pasado, quedaron totalmente devastadas. Y la persona que viene a sobresalir de todo ese enorme grupo de seres humanos, en mi humilde apreciación, y por la nobleza de su causa, es Felipe Cubillos, un empresario conocido que dejó gran parte de su valioso tiempo para formar parte de las filas de muchos chilenos que no se quedan sentados cuando otros hermanos, sin importar su religión o color político, son capaces de dejarlo todo para intentar mitigar el dolor de quienes en ese momento se hallaban en condiciones de sumo sufrimiento, como la gente del Sur, en especial, la gente de Iloca.

Este valioso hombre de negocios que había afirmado que el terremoto del 2010 había cambiado su forma de entender la vida, nos hace pensar en la inmensa necesidad que tiene nuestra sociedad chilena de cambiar en algo sus parámetros de coexistencia, primero con Dios, a quien le debemos todo lo que somos, luego con el medio, con el vecino, con el amigo, con quienes forman parte de nuestro contexto social y mediatico, con la vida en general, algo debería estar ocurriendiendo en nuestra vidas para que pudiésemos ser capaces de comprender, el inmenso valor que tienen las vidas de todas aquellas personas que forman parte del mundo en el que a diario nos movemos, en el respeto que nos debemos, simplemente porque habitamos el mismo espacio, y por lo tanto, necesitamos conocernos, amarnos y querernos, y porque además, en la mayoría de las veces, muchas personas que han hecho grandes esfuerzos por mejorar la calidad de nuestra vida y convivencia, parten de este mundo sin siquiera recibir un humilde reconocimiento por ello, tornando nuestro mundo en algo mucho más doloroso y hostíl, solo porque en nuestra sociedad los valores se hallan invertidos, si, porque futbolistas hedonistas, actores mediocres, poetas y escritores convertidos en mercaderes, políticos sin valores, todos ellos, juntos, han acaparado el bienestar económico y la admiración de mucha gente en un tiempo en que la reflexión, ya no tiene interés para la inmensa mayoría de chilenos, porque nos hemos vuelto indiferentes, a los valores trascendentales, al bien común, a los que pueden llegar a representar algún valioso ideal, nos creemos capaces de menospreciar y denostar incluso lo que no entendemos ni conocemos, porque mientras en nuestra patria algunos compatriotas luchan para llegar a sus hogares con el pan de cada día, otros simplemente, a la misma hora, no tienen ni el más mínimo interés en cambiar algunas mugrosas leyes para que una gran mayoría de chilenos, pueda tener acceso a ciertas garantías y bienes que el sistema debería ofrecerles. Felipe Cubillos, sin renunciar a sus comodidades, por cierto, fue capaz de dejarlas de lado y partir, partir a un viaje que solo Dios sabe en donde terminará, pero nos deja un camino abierto, en especial a quienes viven hoy encapsulados en la vida material y consumista, a los sin compromisos, para que podamos ingresar, y desde allí, comenzar a ejecutar el cambio que muchos buenos compatriotas necesitamos para cambiar en algo nuestras austeras y muy empobrecidas existencias que tal vez estemos llevando.

Chile es un país de catástrofes, es una realidad inevitable que debemos desde niños abordar, aún así, muchos chilenos viven indiferentes al dolor de aquellos que aún pasado varios años, no se sobreponen al efecto de las inclemencias de la naturaleza, no es extraño entonces, que mientras muchos de ellos sufren, otros simplemente dedican sus vidas a capitalizar las ganancias propias de una forma de vida que siempre inclina su balanza a uno de esos perversos lados, dejando el otro, en el más absoluto abandono. De este modo, la sociedad chilena, ha caído en profundas iniquidades sociales y económicas, tan o semejantes a las descritas por los profetas en La Biblia, casos como La Polar, y muchos otros más, no son cuestiones accidentales, para nada, el sistema parece estarse alimentando de la falta de probidad y cuidado de los que gobiernan, de los que tienen a su cargo proteger los intereses de todos los que hemos nacido en esta patria, de todos sin más ni menos, y no solo de un pequeño y siempre sesgado grupo de personas, porque todos los que han sido elegidos para gobernar hasta hora, no se preocuparon por los problemas reales de la gente, como el drama de la educación, que tiene en una verdadera encrucijada al gobierno de turno, y que tampoco será fácil su solución. Porque, ¿qué podría ocurrir si la gente común, de un momento a otro, comenzara, aparte de reclamar por la educación gratis, en los problemas que tiene la salud, por ejemplo? Es sólo cuestíón de ir e indigar en las horas que debe esperar una gran cantidad de compatriotas en un consultorio público de salud para recibir un tratamiento a sus dolencias, esto es algo que aún no se corrige, algo que parece estarnos siguiendo como una pesadilla, lo que nos hace reflexionar en, ¿cómo se las arreglan quienes trabajan en los servicios de salud pública cuando se saben totalmente sobrepasados y colapsados por la enorme cantidad de gente que deben atender a diario? El problema entonces no es menor, grandes son nuestros desastres, grandes y potentes, porque los que no tienen necesidad de ir y hacer uso de un servicio público de salud para ser atendidos, nunca forman parte de los gobiernos, nunca son siquiera oídos o considerados por las castas sociales poderosas de nuestro país, por lo tanto, la sangría que van dejando a su paso, es absoluta, el desastre es cotidiano, no hay sistema de salud pública que pueda absorber en toda la dimensión humana, todo el drama que conlleva para estos gobiernos humanos, el heredar semejante cantidad de pobres y desposeídos. Las razones son muchas, yo enarbolo las que más conozco y entiendo, como el de la concentración de la riqueza en un solo pequeño grupo de personas, lo que me parece deleznable y homicida, socialmente suicida, y por supuesto, me pone en advertencia frente a los diferentes levantamientos sociales que se avecinan para las nuevas generaciones de políticos que han de nacer y tomar el control de nuestra querida patria. No será fácil gobernar para nadie entonces, eso es más que seguro, la gente no tendrá la misma condescendencia que tuvo con los antecesores, el día por lo tanto urge, urge soluciones reales a los problemas reales de la gente, la intransigencia por lo tanto, es solo una respuesta que la gente está dando a las grandes deserciones con que se ha pretendido gobernar en el campo de la distribución de la riqueza, el peor pecado para los que nos gobiernan será, que por muchos años, sin que a ellos les haya importado un miserable bledo lo que a la gente le ocurría, vivieron y disfrutaron de las primicias que les ofrece el vivir lejos de los dolores y la desdicha de la gente, ese si es un pecado, un mugroso y metálico pecado, imperdonable.

Hasta esta hora en que me encuentro escribiendo, aquí junto a mis dos pequeños hijos, se sabe ya de la recuperación de varios cuerpos más, así lo informa un noticiario, lo que se traduce en una forma de cerrar, para los familiares y amigos, un ciclo que se inició en algún momento de las vidas de estas valiosas personas, sin embargo, sigue asombrándome la vida de Felipe Cubillos, no puedo pensar en ponerlos a todos en el mismo piso moral, no podría, mi vida valórica me impide creerlo de este modo, Chile es un país que carece tanto de memoria colectiva como individual, una memoria en la cual establecer verdades trascendentes para no dejarse llevar por la corriente hedonista de este sistema que los propios canales de televisión abierta, proyectan a diario en el alma y el corazón de todos los chilenos que se nutren de aquella realidad. Por ello es que no quise dejar atrás la oportunidad de decir lo que siento, he escuchado tantas cosas, he visto derramar tantas lágrimas, sin embargo, me quedo con la imagen de ese enorme chileno y ser humano que fue Felipe Cubillos, quien, en un acto incomprensible para los estadistas y propagadores de la indiferencia en nuestra patria, supo comprender su función en este mundo, dejándonos un bello ejemplo, un ejemplo digno de imitar, la pregunta entonces cae por su peso, ¿cuántos empresarios en Chile que lloran su partida estarán dispuestos, sino a dejarlo todo, por lo menos continuar con la obra de este gran hombre? ¿Valdrá la pena invertir tiempo y dinero en aquellos que sufren? La respuesta solo la conoce Dios, Dios es quien conoce los corazones, y aún sin tener filiación con ninguno de ellos, solo le pido a Dios que la calma y la paz sean devueltas a los corazones de sus amigos, familiares y seguidores, y que en las próximas horas sepamos ya de los restos de los demás compatriotas para que, finalmente, podamos cerrar este, una vez más, doloroso transe, un transe que el destino nos tenía preparados a todos, a todos los que tenemos alma, para que sigamos viviendo en este constante luto al que nos tiene predestinados al parecer, y sin exclusión alguna, la propia naturaleza.

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