NUESTRA VERDADERA VOCACIÓN EN DIOS.
Vivimos en medio de una sociedad violenta, ecléctica,
nihilista, materialista, indiferente, una sociedad que a todos nos hace daño,
de una u otra forma, no podemos evitarlo, estamos en medio de ella, imbuidos,
instalados, de manera que vivimos para ver, oler, percibir, toda forma de
maldad que llega hasta nuestros oídos, es indudable que ello nos afecta, nos va
desgastando, va creando dentro de nosotros, ciertas murallas, ciertos límites
que nos puedan mantener salvo, de lo contrario, ello nos puede derrumbar, logrando
incluso hacernos perder el pie de apoyo.
A los hijos de Dios, a los que vivimos y dependemos de nuestras
convicciones, siempre este tipo de condiciones nos va poner a prueba, porque de
algún modo, de alguna forma, para mantenernos despiertos y conscientes, tenemos
que evitar adaptarnos, sortear de cualquier forma, cualquier tipo de
ofrecimiento que nos haga la realidad, con tal de vernos desnudos,
incapacitados para evaluar, para poder valorar y ver las enormes diferencias
que existe entre la verdad que nos ha propuesto Jesús, y la verdad que nos
sugiere a diario la vida que pasa delante de nuestros ojos.
Mantenerse en pie entonces, con todos estos principios de
vida a nuestras espaldas, con todas las carencias propias de una fe construida
a golpe de sacrificios y negaciones, no es fácil, de ningún modo, porque no se
trata de repetir cada día la experiencia de vida que viviste el día anterior,
no se trata de extraviarse en programas de televisión que nada te dicen, que en
nada contribuyen a nuestro crecimiento, para un cristiano actual, embebido de
Cristo en todas las áreas de su vida, no se te presenta para nada el día a día cómodo
o fácil, con esta clase de experiencias sobre tu conciencia y tu alma, vibrando
con exhaustiva persistencia, solo puedes esperar dificultades, obstáculos y
problemas no programados, grandes inconvenientes que solo tendrán como
propósito, poner a prueba una vez más, el gran e importante significado de nuestro
carácter, y de cómo La Vida de Cristo se va introduciendo en nuestras células,
y de esta manera, lentamente, va dejando en nosotros una huella profunda e
imborrable, indestructible.
Todo esto es lo que nos hace diferentes, todo esto es lo que
nos hace ser lo que somos, y por lo tanto, debemos darle un valor, una
importancia que trascienda, que vaya más allá de nuestro viaje en el metro,
mucho más allá del mero trámite que en una fría mañana de otoño, debemos hacer
en el centro de la ciudad, así, y solo de esta forma, es más que probable que
nos hagamos una clara idea de lo que somos y valemos para Dios en este mundo,
lo cual, inevitablemente, nos ha de llevar a una reflexión constante, a un ir y
venir en medio de todos nuestros procesos, seguros de estar dando los pasos
adecuados en el lugar exacto.
Aun así, aun llenando nuestro mundo de certezas, no podemos
escapar de nuestras responsabilidades, de nuestro compromiso con Dios, y esto
es algo que debemos tener muy claro, ahora que la religión nos ha puesto
límites, formas, modelos a seguir, muchos de ellos, por no decir la mayoría,
totalmente inalcanzables, imposibles de aplicar a nuestras experiencias
diarias, lo cual va en total desmedro de nuestra realidad espiritual como hijos
de Dios, y como personas que tenemos compromisos serios con un Dios que espera
de nosotros, algo más que creamos en Él. Porque en realidad, el mundo en que
vivimos, sí está pasando por malos momentos, por tiempos críticos en donde el
materialismo y la economía que nos ofrece el sistema, ha construido en el mundo
interior de los que vivimos bajo estas premisas, verdaderos muros valóricos,
murallas indestructibles que nos guían a un tipo de soledad apremiante y
agotadora, una forma de asilamiento que nos aleja del prójimo de una manera
devastadora, basta con solo mirar nuestro comportamiento diario en los carros
del metro.
Pero es precisamente en medio de este mundo que produce
soledad e indiferencia por miles, a cada momento, a cada segundo que pasa, en
donde debemos crear vínculos, abrirnos a algún tipo de relación que nos permita
transmitir a la gente, aquello que nos ha sido confiado, es decir, paz, amor,
misericordia, benevolencia, perdón, etc., todo lo que forma parte o es, El
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Somos nosotros entonces, los encargados
de transmitir este mensaje, esta forma de códigos valóricos que nos ha regalado
Jesús, para que el mundo que no le conoce o vive en medio de este sistema,
angustiado, asfixiado, encuentre en lo que vamos a compartir, una salida, una
verdadera escapatoria a una formad de vida que no te perdona el que seas
humanamente frágil, sensible al sufrimiento humano, debemos ser capaces de
romper a como dé lugar, ese hielo casi eterno que rodea las vidas de las
personas, y que a veces, lamentablemente, invade el mundo incluso, de los
propios hijos de Dios.
Aquí debemos dejar nuestro sentir en Dios, debemos ser
caritativos con los que sufren, con los que no encuentran aún, una puerta que
les permita dejar atrás, cualquier forma de dolor o sufrimiento que en este
mundo, lamentablemente, a diario estamos acostumbrados a percibir en nuestros
propios hogares, ya sea en la experiencia de algún vecino, de algún hermano, de
algún amigo, como sea, debemos dejar en este mundo, en las personas que nos
rodean a diario, todo lo que podamos en cuanto a palabra salutífera, en cuanto
al sentir de Cristo con respecto al hijo que partió de casa y sus padres no han
vuelto a saber de ellos, los hijos pródigos de nuestro tiempo, a veces van
sentados a nuestro lado, en un bus, en el metro, en donde sea que vayamos, el
hombre solitario, grita su dolor, su angustiosa necesidad, y nosotros, los que
hemos sido llamados por Él, no podemos guardar silencio, no podemos descansar
en lo que cantamos el Domingo en la reunión, la necesidad está en nuestro
entorno, en nuestro trabajo, en la universidad, en el colegio, Dios no necesita
que le cantemos tanto, la verdadera necesidad está en nuestro prójimo, de otro
modo, habremos perdido una maravillosa y única oportunidad para dar a conocer,
a este mundo en el que vivimos, La Verdad que permitirá a mucha gente, llegar a
conocer aquello por lo cual, hemos decidido caminar en este mundo, pero caminar
en compañía de un Dios que nos ve con Misericordia, y un Amor inextinguible que
de seguro, cambiará las vidas de muchas personas.
Florencio Navarro
Cantautor Cristiano.
0 Comments:
Post a Comment
<< Home