Sunday, May 07, 2017

NUESTRA VERDADERA VOCACIÓN EN DIOS.




Vivimos en medio de una sociedad violenta, ecléctica, nihilista, materialista, indiferente, una sociedad que a todos nos hace daño, de una u otra forma, no podemos evitarlo, estamos en medio de ella, imbuidos, instalados, de manera que vivimos para ver, oler, percibir, toda forma de maldad que llega hasta nuestros oídos, es indudable que ello nos afecta, nos va desgastando, va creando dentro de nosotros, ciertas murallas, ciertos límites que nos puedan mantener salvo, de lo contrario, ello nos puede derrumbar, logrando incluso hacernos perder el pie de apoyo.

A los hijos de Dios, a los que vivimos y dependemos de nuestras convicciones, siempre este tipo de condiciones nos va poner a prueba, porque de algún modo, de alguna forma, para mantenernos despiertos y conscientes, tenemos que evitar adaptarnos, sortear de cualquier forma, cualquier tipo de ofrecimiento que nos haga la realidad, con tal de vernos desnudos, incapacitados para evaluar, para poder valorar y ver las enormes diferencias que existe entre la verdad que nos ha propuesto Jesús, y la verdad que nos sugiere a diario la vida que pasa delante de nuestros ojos.

Mantenerse en pie entonces, con todos estos principios de vida a nuestras espaldas, con todas las carencias propias de una fe construida a golpe de sacrificios y negaciones, no es fácil, de ningún modo, porque no se trata de repetir cada día la experiencia de vida que viviste el día anterior, no se trata de extraviarse en programas de televisión que nada te dicen, que en nada contribuyen a nuestro crecimiento, para un cristiano actual, embebido de Cristo en todas las áreas de su vida, no se te presenta para nada el día a día cómodo o fácil, con esta clase de experiencias sobre tu conciencia y tu alma, vibrando con exhaustiva persistencia, solo puedes esperar dificultades, obstáculos y problemas no programados, grandes inconvenientes que solo tendrán como propósito, poner a prueba una vez más, el gran e importante significado de nuestro carácter, y de cómo La Vida de Cristo se va introduciendo en nuestras células, y de esta manera, lentamente, va dejando en nosotros una huella profunda e imborrable, indestructible.

Todo esto es lo que nos hace diferentes, todo esto es lo que nos hace ser lo que somos, y por lo tanto, debemos darle un valor, una importancia que trascienda, que vaya más allá de nuestro viaje en el metro, mucho más allá del mero trámite que en una fría mañana de otoño, debemos hacer en el centro de la ciudad, así, y solo de esta forma, es más que probable que nos hagamos una clara idea de lo que somos y valemos para Dios en este mundo, lo cual, inevitablemente, nos ha de llevar a una reflexión constante, a un ir y venir en medio de todos nuestros procesos, seguros de estar dando los pasos adecuados en el lugar exacto.

Aun así, aun llenando nuestro mundo de certezas, no podemos escapar de nuestras responsabilidades, de nuestro compromiso con Dios, y esto es algo que debemos tener muy claro, ahora que la religión nos ha puesto límites, formas, modelos a seguir, muchos de ellos, por no decir la mayoría, totalmente inalcanzables, imposibles de aplicar a nuestras experiencias diarias, lo cual va en total desmedro de nuestra realidad espiritual como hijos de Dios, y como personas que tenemos compromisos serios con un Dios que espera de nosotros, algo más que creamos en Él. Porque en realidad, el mundo en que vivimos, sí está pasando por malos momentos, por tiempos críticos en donde el materialismo y la economía que nos ofrece el sistema, ha construido en el mundo interior de los que vivimos bajo estas premisas, verdaderos muros valóricos, murallas indestructibles que nos guían a un tipo de soledad apremiante y agotadora, una forma de asilamiento que nos aleja del prójimo de una manera devastadora, basta con solo mirar nuestro comportamiento diario en los carros del metro.

Pero es precisamente en medio de este mundo que produce soledad e indiferencia por miles, a cada momento, a cada segundo que pasa, en donde debemos crear vínculos, abrirnos a algún tipo de relación que nos permita transmitir a la gente, aquello que nos ha sido confiado, es decir, paz, amor, misericordia, benevolencia, perdón, etc., todo lo que forma parte o es, El Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Somos nosotros entonces, los encargados de transmitir este mensaje, esta forma de códigos valóricos que nos ha regalado Jesús, para que el mundo que no le conoce o vive en medio de este sistema, angustiado, asfixiado, encuentre en lo que vamos a compartir, una salida, una verdadera escapatoria a una formad de vida que no te perdona el que seas humanamente frágil, sensible al sufrimiento humano, debemos ser capaces de romper a como dé lugar, ese hielo casi eterno que rodea las vidas de las personas, y que a veces, lamentablemente, invade el mundo incluso, de los propios hijos de Dios.

Aquí debemos dejar nuestro sentir en Dios, debemos ser caritativos con los que sufren, con los que no encuentran aún, una puerta que les permita dejar atrás, cualquier forma de dolor o sufrimiento que en este mundo, lamentablemente, a diario estamos acostumbrados a percibir en nuestros propios hogares, ya sea en la experiencia de algún vecino, de algún hermano, de algún amigo, como sea, debemos dejar en este mundo, en las personas que nos rodean a diario, todo lo que podamos en cuanto a palabra salutífera, en cuanto al sentir de Cristo con respecto al hijo que partió de casa y sus padres no han vuelto a saber de ellos, los hijos pródigos de nuestro tiempo, a veces van sentados a nuestro lado, en un bus, en el metro, en donde sea que vayamos, el hombre solitario, grita su dolor, su angustiosa necesidad, y nosotros, los que hemos sido llamados por Él, no podemos guardar silencio, no podemos descansar en lo que cantamos el Domingo en la reunión, la necesidad está en nuestro entorno, en nuestro trabajo, en la universidad, en el colegio, Dios no necesita que le cantemos tanto, la verdadera necesidad está en nuestro prójimo, de otro modo, habremos perdido una maravillosa y única oportunidad para dar a conocer, a este mundo en el que vivimos, La Verdad que permitirá a mucha gente, llegar a conocer aquello por lo cual, hemos decidido caminar en este mundo, pero caminar en compañía de un Dios que nos ve con Misericordia, y un Amor inextinguible que de seguro, cambiará las vidas de muchas personas.        
  
Florencio Navarro
Cantautor Cristiano.

  

0 Comments:

Post a Comment

<< Home