Sunday, June 27, 2010

¡La Marea Roja al Ataque!
















Cada uno de nosotros tiene un gran compromiso con Dios en este mundo, es inobjetable, sobretodo se siente cuando quienes nos rodean, abandonan con tanta facilidad el dicho de que, “los chilenos somos solidarios”, porque bastó con que la pelota fuese echada a rodar un par de segundos allá en Sudafrica, para que de un momento a otro aquél estatus de buenos para ayudar, prácticamente desapareciera. De pronto el terremoto pasó a otro lugar, ni siquiera la lluvia que hizo tambalear, nuevamente el Sur de Chile, pudo poner la mesura necesaria para que no nos desconectáramos de lo que nos corresponde, como seres humanos, como parte de un Chile que se encuentra padeciendo el dolor aún, de no saber realmente cuándo va a parar todo lo que nos está sucediendo.


Esto del Mundial, nos hace ver muchas y diferentes formas de bajeza que tienen las sociedades actuales de este mundo, para ocultar y evadir los problemas éticos y morales que suelen acarrear todos quienes pretendemos alguna vez en la vida, parecernos a esas grandes urbes que hoy día representan el poder económico y la catástrofe social que dejan sus inútiles mecanismos para combatir la pobreza, la ignorancia, y cuántos deberes más, sólo como una pequeña muestra, al pueblo se le da una pantalla gigante en el medio de la ciudad, se les insta a través de los medios a concurrir, llueva o haya terremoto, porque lo que está en juego en ese momento, es nuestra dignidad, no se trata de un juego, de un enfrentamiento deportivo únicamente, sino, de la dignidad de una nación, una nación que antes del invento del fútbol, ya tenía a su haber, una cantidad más o menos respetable de valores porque luchar y defender su patriotismo. Sea cual fuere los motivos, muchos de nosotros nos vemos realmente atrapados en medio de una sociedad que no admite otro tipo de conductas, las llamadas diferencias, estamos condenados a repetir y llevar a la práctica lo que nos dicen debemos hacer, porque eso es lo que nos corresponde, como chilenos, es decir, no estar de acuerdo con las formas y los medios de que dispone solamente el fútbol en nuestro país para su propagación, nos deja fuera del panorama casi legal, porque no hay Derecho que te pueda defender cuando una manga de destructivos seguidores de La Roja, te rompe los cristales de tu automóvil y te deja en nada, pensando que tal vez lo que has vivido se trató solo de un sueño, que no es la realidad, porque en el fondo tú también te quieres divertir, quieres de todo corazón, entender que se puede seguir siendo chileno y cumpliendo cabalmente con los compromisos que has adquirido para que la Nación, en la cual vives, sea mucho mejor cada día, aún a pesar que “el equipo de todos”, no haya podido salvar tal vez, los típicos escollos que hay que salvar para alcanzar el podium de los vencedores y así transformarse en autenticos ganadores.


El síndrome Bielsa termina por adquirirse, pasa a ser parte de nuestra realidad, y no lo digo porque no me interese o no me guste el fútbol, para nada, antes de conocer y de adquirir un compromiso con Jesucristo, milité en las inferiores de un equipo profesional de fútbol, además, siempre tuve participaciones destacadas en selecciones de mi ciudad y de mi barrio local, por lo tanto, entiendo del tema, lo que me permite no sólo abordarlo de la manera en que lo estoy haciendo, sino que además, procurar con ello, ayudar a la comprensión de nuestros procesos sin evadir el tema que nos convoca. El paradigma entonces nos incita a creer que ya no seremos los de siempre, al costo que sea, total, estamos dispuesto a creer cualquier cosa si alguien nos dice que somos buenos para el fútbol, no tiene ninguna importancia el hecho de que en nuestro país, muchos buenos deportistas a veces, no cuenten ni siquiera con la infraestructura necesaria para desarrollar sus diferentes disciplinas y de este modo, intentar capitalizar todo aquello con alguna participación de gran importancia en algún evento internacional deportivo. La moral de un pueblo para evaluar tan enorme realidad, debe ser entonces consecuente y comenzar con los propios actos que le permite o demanda cada contribuyente al Estado, en relación a la preocupación de éste por la realidad deportiva de nuestra Nación, es decir, deberíamos, no porque clasificamos a un Mundial de Fútbol, obligar e inquirir a los que algún día van a gobernar o están gobernando, a que nos hagan saber cuáles son los proyectos que beneficiarán el alma y el espíritu deportivo de quienes pensamos que la práctica de algún deporte, nos hace mejores tanto en el plano de nuestra salud física como en la moral. Para ello tendríamos que desprendernos del paradigma, deberíamos entender que el fútbol no es el único deporte que merece toda esta inexplicable y casi irracional atención por parte de los medios, los cuales, valiéndose de su condición Omnipotente, inducen o procuran derrocar, dentro del propio corazón del shiiiiiilenno, la verdadera alma del deportista, la que no necesita mundiales para entender que un buen trote a la orilla del mar, te beneficia, que quienes viven en la gran urbe metropolitana, necesitan urgentemente un mejor aire, de lo contrario, ni el propio fútbol se salvará cuando la contaminación no permita que las disciplinas deportivas, puedan ser practicadas libre y sin problema alguno en la capital de los santiaguinos.


El espíritu tercer-mundista, nos deja atrapados, prácticamente, encarcelados, desde allí podemos contemplar el panorama moral y el desastre que acarrea la preocupación de una nación por un deporte en particular, el que ni siquiera es visto como un deporte, porque la pasión que nos han inculcado, termina por convertirnos en desertores, somos capaces de transformarnos en chilenos de verdad, sin importarnos el ridículo, sin pensar en el frío o en lo que sea, con tal de que todos nos vean inyectados del espíritu nacionalista que de pronto ha descendido cual milagro sobre nuestra angosta faja de tierra. Todos hemos caído en el oscurantismo que produce el ver la realidad detrás de una pasión ilimitada y sin educación alguna, y peor, con un país, que en lo inverso, manifiesta su alegría al ritmo del ya conocido “REGUETÓN”. Allí los entes reflexivos con que cuenta nuestro país para regular el alma y la mente de una nación, no tienen importancia, prácticamente desaparecen del panorama nacional, y retornan solo cuando una nueva catástrofe nos afecta. Pues bien, los medios nos dicen que podemos hacer lo que queramos, total, nos han soltado las amarras y nos han inyectado el cuerpo y el alma con la llamada “marea roja”, que incluso, desborda lo irracional. El fútbol es una pasión, y lo creo así, porque si bien tuve muchos logros como deportista y practicante, específicamente de este deporte en mi vida, también viví en carne propia el daño que una pasión de esta medida puede provocar en tu propia alma, ello es lo que no han podido capitalizar quienes inducen al pueblo, a la gente en cuestión, a ser seguidores acérrimos de tal o cual club de fútbol, si bien el deporte es sano y nos hace bien su práctica, existe otros muchos elementos que no son constitutivos, como por ejemplo, esta modalidad desmedida en la que ha caído nuestra nación con respecto a los valores que representa un grupo de pateadores de pelotas sintéticas, eso para mí, es casi irracional, no es saludable desde ninguna perspectiva, nuevamente entraremos a discutir el tema desde la inevitable realidad que conlleva La Educación, en nuestras propias vidas, la realidad misma nos muestra además, el triste ocaso de nuestra cultura Occidental debido a su abandono ético y moral en relación a su verdad existencial y espiritual, debido a la propagación antivalórica en la cual, los propios íconos de cualquier disciplina, participan y ponen su grano de arena cuando es posible, la participación de los medios de comunicación en semejante tragedia, no hacen más que darnos un parámetro exacto de lo que nos puede ocurrir en un futuro no muy lejano si los entes respectivos, abandonan la labor pedagógica, y dejan, prácticamente al pueblo, sin parámetros para conducirse y seguir desarrollando, normalmente, todas sus actividades.

El ser humano de este tiempo, lamentablemente, carente en ciertas líneas afectivas, es probable que haya encontrado en el lugar que le ofrece aquella muchedumbre que Domingo a Domingo, asiste a algún estadio para gritar por su club, un centro gravitacional importante en donde desarrollar ciertas defensas para ocultar las carencias propias que produce la vida tanto periférica como la urbana, ello implicaría que la personas, no sólo no están recibiendo los afectos necesarios para desarrollar vidas que vayan mucho más allá del logro deportivo de tu club preferido, sino que además, nos enfrentamos a un problema que la propia sociedad, no desea abordar a través de los mecanismos que están preparados para ofrecer la ayuda necesaria y oportuna, lo que es grave, muy grave, y deja en el desamparo, el alma y el espíritu de muchos compatriotas que cuando se trata de La Roja, no se miden ni respetan ninguna clase de parámetro. Lo más delicado sería entonces, dejar que los medios de comunicación siguieran afectando nuestras vidas tal como lo han venido haciendo, desde una postura casi Omnisciente, aún conociendo el costo de lo que significa depender totalmente de una moda impuesta en nuestros propios hogares, por entes que nada entienden del poder absoluto con que cuenta la televisión, por ejemplo, para proyectar dentro de nuestras conciencias, la vida antivalórica.


El cristianismo al respecto, tiene mucho que decir, mucho que explicar, mucho que compartir, dejándonos de payasadas, mucho que escuchar también, no se puede vivir siempre dentro de una realidad espiritual especial, ignorando el peso de las transgresiones que tarde o temprano, terminarán por afectarnos, directa o indirectamente, el cristianismo no puede tener una actitud puramente contemplativa con respecto al drama que vivimos a diario, ha sido diseñado para ofrecer al ser humano, una forma de vida diferente en donde podamos participar de todo lo que no nos haga daño, y además, inmiscuirnos en los problemas actuales para dar a conocer a la gente de este tiempo, que Jesucristo es El Camino, La Verdad y La Vida, no tenemos los cristianos de hoy, otra alternativa, estamos demasiado estáticos en nuestras formas de vida, que no nos damos cuenta de lo infructuoso que resulta para el propio ser humano, tener que depender de medios que pretenden que creamos en todo lo que nos ofrece, al precio de ignorar, o peor que eso, negar la relevancia e importancia que tiene el mensaje de Cristo, para la vida de una sociedad que se quiebra y fragmenta por las infinitas razones que agobian el alma de nuestra Nación. Chile sin duda, está inmersa en el Propósito de Dios, yo no tengo dudas al respecto, lamentablemente, el evangelio aportillado que nos ha legado la cristiandad de este último tiempo, es probable que no contenga el poder decisivo que en otra época sí tuvo para enfrentar la desdicha humana, lo que virtualmente dejaría a la Nación chilena, no sin mensaje evangélico, sino algo peor, porque siempre habrá alguien que hable de Cristo en cualquier parte, sin mensaje profético y contextual, ello podría detonar en otro tipo de problemas, aunque a decir verdad, para mí, lo acontecido con el Terremoto y el invierno en el Sur de Chile, nos pone a la vanguardia, en cuanto a dolor y sufrimiento humano.

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