Thursday, March 15, 2007

La Dignidad no está en venta

¿Qué saliste a buscar amigo George, qué fue lo que movió tu pensamiento para dejar la triste celda en donde cada día deambula sin destino tu conciencia? ¿Acaso pensaste por un momento que todas las muertes ocasionadas por el odio de tu alma nauceabunda dejaría impávidas y sin palabra a quienes pensamos y creemos el mundo de forma muy diferente a como tú lo ves? O peor, tal vez tus consejeros de estado te dijeron que la América descubierta por Colón y todo ese séquito de vagos venidos de ese sucio y maloliente país llamado España, ya no tenía ni siquiera reminiscencias de sus antepasados. En caso de ser así, te aconsejaron mal, pues tuviste que enfrentarte a todas tus verguenzas, pues fueron muchas las personas que rechazaron tu presencia sobre este bello pero adolorido continente, y ni siquiera todo el poder militar y las garantías de tu podrida economía que ofreciste como prenda de tu fidelidad a quienes respalden tu sucia guerra, pudieron con aquellas almas que de forma muy honesta te dijeron ¡fuera! ¡vete de nuestras tierras! porque si hay algo que tu mugroso dolar no podrá comprar jamás, es la dignidad, si George, la dignidad de los pueblos, que es la dignidad de las personas, algo que tú, obviamente, no puedes entender, y no creo que no estes en condicones de comprenderlo porque tus maestros de Escuela Dominical, en tu Iglesia, o tus profesores de Escuela normal no te lo hayan enseñado, eso sí que no lo voy a aceptar, porque de tu tierra amigo, muchos son los grandes hombres que han salido a recorrer el mundo de los cuales, muchos también han sido verdaderos emisarios de la justicia y representantes del amor de un Dios común, que en nada se compara al triste espectáculo que ya, desde hace algún tiempo atrás vienes dando tú y todos tus mediocres predicadores y cantantes "espirituales", no George, para mí la razón es muy simple pero valedera, lo que ocurre, es que tú eras de esos que jamás revisaban sus tareas cuando llegaban a la casa después del colegio, por el contrario, desde muy pequeño tus padres te enseñaron la guerra, para ello, si mal no recuerdo, tus primeros regalos de navidad fueron precisamente, armas de guerra, armas que en tu silencioso mundo de niño malcriado constituyeron la única y más fuerte razón para conseguir lo que tú quisieras en la vida, es decir, nunca fuiste un gran alumno, nunca brillante, tu futuro estaba asegurado, no era importante saber o no saber a qué velocidad se mueven los electrónes sobre un Núcleo, o porque Dios se tardó siete días en construir toda esta perfección que tú, con tu contaminación, con tus guerras, con tu podrida alabanza, cada día que pasa destruyes, sin compasión alguna, sin ningún tipo de reflexión. Recuerda, nunca fuiste un buen alumno, te hacían las tareas.
Debes haber sido un niño muy solitario George, no obstante, las armas te atrajeron siempre, tus padres, tus abuelos, expertos en el negocio de la guerra, supieron guiar a un diablillo como tú, y ahora solitario, no sabes con quien jugar, no sabes con quien entablar un diálogo sensato, te abrás dado cuenta que a donde vas, muchos son los que ya no quieren verte ni en pintura, es triste George, pero es la realidad, y no hay otra.
Pues bien George, si pensabas que los Latinoamericanos eramos vulnerables o manipulables como tantos otros a los que acostumbras a comprar con tus miserables promesas, estabas equivocado, no hay forma de comprar una conciencia despierta, EL MAESTRO DE MAESTRO ya se anticipó a tus perversos métodos de concientización diciendo hace dos míl años atrás, "que un alma vale más que todos los tesoros del mundo", si George, una sola alma, más que todo el Oro que guardas bajo tu mohosa y maldecida cama, que te ayuda cada noche a olvidar el dolor y la miseria que sacude al mundo de manera violenta y letal, tan letal como tu religión, tan podrido como tu dios Mamon. No te equivoques George, la próxima vez que salgas a darte una vuelta por ahí, piensa bien a donde ir, busca algún lugar en donde seas bienvenido, pide a tus consejeros que trabajen, que se muevan, que no descansen, quién sabe, en una de esas, hay alguien por ahí que te extraña, incluso, que puede llegar a necesitarte.