Sunday, January 26, 2014

Sin La Unción, nada tiene sentido.













Este tiempo entonces, con todas sus proféticas realidades sacudiendo nuestras vidas, asediandonos por completo, nuevamente ofrecen para nuestras perspectivas espirituales, enormes posibilidades, desde luego que sí, porque es sabido hasta el cansancio, que cuando somos probados o aquejados por el entorno, es entonces cuando nuestra verdadera vocación tiene real sentido en este mundo, porque es el instante exacto que nos propone el Señor, para que abandonemos todo tipo de inmovilidad espiritual y nos acerquemos a lo verdadero, a lo autentico de Dios, y no a depender de toda esta mazamorra de alternativas espirituales que nos entrega el sistema en sus decadentes posibilidades. Es por lo tanto, la oportunidad de ofrecer a nuestros hermanos y a quienes no lo son, un rasgo al menos del por qué y para qué Dios nos trajo a este mundo, y no para sustraernos del enorme significado de un Llamamiento que a todas voces parece ser, el último que hace Dios a esta generación de comodidades e indiferencia espiritual sin parangón en la historia.

Como lo he dicho en otras tantas veces y a través de este humilde trabajo, la enfermedad que me aqueja, no ha pasado inadvertida para mi alma, en ningún momento, y ello, indudablemente, corresponde a un tipo de Llamado con el cual Dios, el Eterno Dios del Cielo, pretende seguir afectando a una serie de vidas que la religión establecida, no logra siquiera tocar, con toda su onerosa y siempre dispuesta mercadotecnia viviente. Por ello es comprensible para mí, que al pasar de estos últimos meses, envuelto de una gracia ineludible y evidente, al menos para mi humilde humanidad, haya sentido en mi cuerpo, una fuerza increíble que me ha permitido ponerme una vez más de pie, lo cual, a mi modo de ver, si bien no corresponde a una sanidad total del mal que me aqueja, me permite, en la comprensión del trabajo que Dios me ha dado, retomar lo que tiene que ver con el llamado para el cual Dios nos ha dado todas las herramientas con que contamos para enfrentar este tiempo en cuestión. Esto, además, me ha llevado a creer que dentro de la realidad espiritual genuina de Dios, es decir, dentro de los parámetros de Su Reino y de La Iglesia verdadera de Cristo, no de las realidades convencionales de fe, no puede existir el tipo de cristiano que no cuente al menos, con alguna forma de responsabilidad que lo vincule al gran Propósito de Dios, de ningún modo, porque todos los que hemos creído con el alma en su realidad, en Su Persona, en Su Palabra, en Su Voluntad, también nos damos cuenta que tenemos con Él, profundas demandas que aún se hallan vigentes, y por las cuales, también deberemos dar cuenta algún día. Así que, nadie puede sentirse dentro del campo del Reino de Dios, inútil o sin demandas por parte del Señor, ello simplemente, y en este sentido, no existe en el mundo de Dios, porque Él, cuando nos ha llamado, lo ha hecho no solo para salvarnos del pecado, o para guardarnos del mundo y de sus arteras irrupciones que traen tanto dolor al alma del hombre, sino que también, para que cumplamos con ciertos itinerarios dentro de lo que pueda durar nuestra vida en este mundo, sin esperar por cierto que nuestra vida espiritual, dependa en absoluto del reconocimiento, o de la comprensión de los demás para que ella tenga el sentido para el cual Dios nos la ha dado, es decir, El Señor, si nos ha llamado, o mejor dicho, si realmente tenemos la convicción en nuestras vidas de que un día Él, con toda su bondadosa Misericordia, inundó nuestra existencia, ello mismo nos ofrece como creyentes y partícipes de este Llamamiento Santo, una real oportunidad para que junto a Él, seamos capaces de desarrollar, en lo que dura nuestro paso por este mundo, todas y cada una de las posibilidades que nos ofrece semejante experiencia de amor y fe.

Es obvio que en este sentido, la religión establecida, más aún la renovada y centrada en los medios más que en el propósito, da mucha más importancia a la realidad contingente desde su especial posición, lo cual dará como resultado, la ya bien sabida actitud de un cristianismo decadente en el cual, el cristiano, envuelto y rodeado de posibilidades y ofertas, no se niega a nada, y luego, haciendo uso de las herramientas que le ofrece la sensual propuesta de La Prosperidad, simplemente se empodera de su entorno, corroborando con ello, un punto central en toda esta cuestión que dice relación con cuáles vendrían siendo para esta forma de cristianismo, las verdaderas motivaciones de su existencia. A mí no me queda duda alguna, un cristianismo construido en base a esta forma, solo tiene un propósito, despertar en el creyente la codicia por supuesto, y apuntar en su vida espiritual, a esa forma de sensualidad ya evidente que solo puede ser comprendida en todas sus perversiones cuando, el cristiano liberado de tal esclavitud, comprende que Dios no está interesado en todas esas cosas que para él, en un momento a otro, tuvieron tanta o más importancia que Su propia Palabra, sino que a diferencia de toda esta propuesta de errores, Dios busca afanosamente el alma del ser humano, para destronar de él, aquellas principios y convicciones equívocas que hoy día destruyen a tantos y tan buenos seres humanos. 

En este sentido además, habiendo comprendido el rol de Su Palabra en nuestras vidas, el apoyo y la asistencia de Su Espíritu Santo, no dejan otra expectativa, Dios ama al hombre, sin ataduras de ninguna especie, lo desea libre, no obstante, la religión como decía antes, en su afán humano de justificarse delante de Dios, no logra liberarse de las culpas y de este modo, no tiene propuesta alguna para esta clase de creyentes que solo aspiran en sus vidas, a ser fieles a Dios, a conocer aún más las virtudes de Su Carácter, y por supuesto, a hacer extensiva hasta sus propios grupos familiares, esta maravillosa experiencia de Cristo manifestado en una imagen que fortifica el Carácter con el cual deberíamos entender esto que se llama cristianismo. El fin último entonces de la religión con esta clase de pensamientos es, REFORMATORIO, VIDA ESPIRITUAL COLMADA DE ANALGÉSICOS, esa es su verdadera naturaleza, no cuenta esta forma de fe por tanto, con todas las herramientas que tiene el cristianismo apostólico, por ello es que uno de los últimos y grandes esfuerzos que la religión institucionalizada ha hecho para evitar, de algún modo, la ya decaída vida espiritual en que se encuentra la cristiandad mundial, es ofrecer, a muchos de sus Ministros, al igual que La Prostituta Romana, la posibilidad que a muy bajo costo, ellos puedan obtener títulos honoríficos que en Su Palabra, solo detentan grandes siervos del Dios Altísimos, y no una tropa de abusadores y mequetrefes construidos de materialismo y vanidad de la más arrogante que se pueda encontrar en toda esta confundida realidad llamada raza humana, es decir, para nuestras comprensión, ya no es la Unción la que determina la función y dirección de tal o cual Ministerio por Dios entregado a Su Iglesia, sino, el título o nombre con que cada congregación define la función de tal o cual Ministerio, como por ejemplo, esta verdadera lluvia de APÓSTOLES y PROFETAS que han aparecido en estos últimos años, ello, claramente define, a mi modo de ver, la liviandad e imaginación con la cual, dichas instituciones religiosas, están combatiendo la perversión y los efectos de un sistema que ha hecho notar, dentro de la propia realidad del cristianismo protestante, toda su decadencia.

La enfermedad por cierto, si bien me ha impedido desarrollar todo el capital que Dios ha puesto en mi vida, no ha sido impedimento para poder testificar a otros de lo que Dios, cada día, es capaz de realizar en bien de nuestra salud espiritual y física. Por ello es que al comenzar este año, pienso en todas y cada una de las cosas que quisiera hacer para servir a Dios, y de este modo, mantenerme en contacto con esta Voluntad y esta clase de Amor en perfección que nos impide desertar cuando el dolor de un mal, cual sea su naturaleza, pretende inundarnos con sus afilados aguijones, y desde allí, voltearnos espiritualmente, de manera que el plan de Dios con nosotros, quede totalmente truncado, y así, de esta manera, nos convirtamos en detractores, más que en propagadores de una fe histórica y profética que la realidad institucionalizada , ha llegado a convertirla nada más en una forma de comercio espiritual, lo cual deslinda obviamente, en lo banal y miserable del corazón humano, y yo, por nada del mundo, estoy dispuesto a que todo lo que Dios me ha dado, por mi pura soberbia, llegue a convertirse en algo semejante a esto, no hermanos, estamos llamados a otra cosa, a cosas mayores, mucho más bella incluso que traducir nuestra vida espiritual, a puras estadísticas de economía, tampoco hemos sido llamados para perpetuarnos en una posición que nos resulte agradable dentro del campo espiritual de La Iglesia de Cristo, ello no me parece justo desde ninguna perspectiva, la realidad bíblica de los ministerios nos hablan de esfuerzo y negación, el ejemplo apostólico no deja dudas al respecto, “si el tiempo apostólico ha de servirnos en este tiempo, será por el espíritu misionero y de servicio que caracterizó a esos hermanos, y no por otra cosa”. Pues bien, y en cuanto a esto mismo, por el hecho de sobrellevar la realidad de una enfermedad semejante sobre mi cuerpo, ello, sin duda, me ha permitido comprender que cuando el toque de Su Amor, ha llegado hasta mi alma, ni siquiera el dolor de mi cuerpo, con todas sus eléctricas y espasmódicas repercusiones, ha sido lo suficiente poderoso para que mi alma no pueda llenarse de ese maravilloso Amor, y de este modo, sentir que a pesar de esta enorme dificultad que afecta mi cuerpo, Dios, el Dios de la creación, el Dios de todos los astros, el Dios del cielo, me ha hecho sentir que nada está perdido en mi vida, y que mi humanidad, con toda sus incoherencias, con todas las dificultades con que cuento para desarrollar mi ministerio, no son, ni serán jamás, motivo alguno para que este mismo Dios del cielo, siga creyendo que un canto como el mío, en medio de todo este universo de voces, continúe teniendo sentido para Él.       

Lo cierto es que ya va casi un mes y medio que he comenzado a sentir en mi cuerpo, una recuperación que ha beneficiado fuertemente mi realidad y la de los míos, hacía muy poco que mis manos, producto de la misma enfermedad, habían comenzado a sufrir de fuertes y dolorosos calambres, los cuales, prácticamente, me impedían ejecutar cualquier tipo de trabajo. Los dolores no obstante se iban multiplicando, y por supuesto, como todo ser humano, uno se entristece. Sin embargo, ha sucedido que los tratamientos con drogas, si bien no los puedo abandonar por completo, por el hecho de estar sintiendo que una nueva fuerza ha ido tomando control de mi cuerpo, me he visto en la obligación de bajar la intensidad de estos medicamentos, y con ello también, disminuir el efecto negativo que me producen cuando debo digerirlos por cuestión médica. Sabemos no obstante que nuestras vidas, son totalmente  procesales, porque contamos también con el registro bíblico que nos aclara que hombres como el Apóstol Pablo, el que si bien nunca fue sanado por completo de la enfermedad que le aquejaba, al igual que Timoteo su discípulo, Dios, en Su Eterna Sabiduría, también se las arregló para que ellos, con todas esas montañas de dificultades precipitándose por sus cuerpos, no fueran lo suficientemente enormes como para impedir que el mensaje y el propósito para el cual ellos fueron llamados, se perdiera por estas y muchas otras razones más, de manera que, junto con él, y humildemente, también podemos decir:

Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.


Finalmente, queda claro para mí, que el verdadero cristianismo apostólico, nunca aspiró a perpetuar a las personas a un tipo de quehacer ejecutivo o light, muy por el contrario, lo único que ha traído esta bobería de nombramientos honoríficos al cristianismo, es la profesionalización de una realidad que jamás debió haber quedado en manos de gente tan vanidosa y amante de la imagen más que del contenido, y ello, por cierto, con la debida autorización de un pueblo que no desea bajo ninguna perspectiva, que se le dé a conocer la verdad, a la manera de un Dios que gracias a La Unción, aún actúa y bendice nuestras vidas, quiéranlo o no lo usurpadores de su realidad.