Tuesday, October 08, 2013

La constante y preocupante levedad del ser.







En esos años era demasiado joven, tanto como para pensar que dentro de un mundo tan perfecto como el de Dios, era posible que existieran personas como él, sin que nadie lo notara. Pero así era la cosa, así iba a funcionar el sistema hasta nuestros días, lleno de falencias, absolutamente adjudicado al corazón de los pervertidos que aniquilaron el verdadero espíritu del cristianismo de los años 70 y ochenta, por lo tanto, nadie sería capaz, mientras durara nuestro peregrinar por esta angustiosa realidad, de ponerle el ansiado cascabel a un gato que mutaba una y otra vez, y que por tanto, nos hacía pensar en ese tiempo, que el enemigo al que debíamos combatir con todas nuestras fuerzas e ideales, pernoctaba siempre alrededor de nuestras realidades, y no nunca dentro de ellas. Con un discurso así, era posible incluso engañar hasta el mismísimo diablo, desde luego que sí, no obstante, era todo lo que se necesitaba para llegar a esa meta tan ansiada en la que miles y miles de supuestos servidores de Dios, habían invertido gran parte de sus energías y anhelos. ¡Y lo iban a lograr!

Debo haber sido recién un joven veinteañero que soñaba despierto y creía entonces en aquella perfección cuando, alejados y desarraigados de nuestras familias, tuvimos la oportunidad de conocer gran parte de este país, gracias a un ministerio musical que muchos de ustedes conocieron y bendijeron con sus vidas, y de lo cual, cariñosamente aún conservo grandes y esperanzadores recuerdos, no obstante, es necesario siempre estar aclarando que, por el hecho de no viajar hoy día al modo de antes, ni tampoco tener la obligación de asistir a sus realidades espirituales, por lo menos yo, en mi vida, he dejado de servir al que me dio esta importantísima oportunidad de servirlo, aún así, existe esa clase de hermanos hoy, que al parecer, se quedaron atrapados en el pasado y piensan, por lo menos en mi persona, como una voz que quedó detenida en el interior de una vieja cinta de casette que acaso, ni el tiempo ni los grandes adelantos en el campo del sonido, han podido suplantar, y todo gracias a que, sin duda alguna, cuando fuimos capaces de crear el Dúo Sal, también fuimos capaces de poner todas nuestras energías y fuerzas en lo que hacíamos, lo que no quiere decir que hoy día no pongamos la misma fuerza en lo que hacemos, desde luego que no, solo que las cosas han ido cambiando un poco como hemos ido viendo, aún así, muchos amantes y románticos de nuestra música, juran de guata que nosotros vivimos con sus reconocimientos y melancolías, que yo, cuando debo ir al médico y este me extiende una receta, con las colaboraciones de los que dicen ser amantes hasta no poder de la música del Dúo Sal, logro comprar siquiera una tira de paracetamol, lo cual me deja inmediatamente ausente de sus reconocimientos y solo pienso en seguir lidiando con mi vida, la cual, como lo he dicho antes, ni la enfermedad que me agobia podrá impedir que siga creyendo en la poderosa Palabra que me mantiene vivo.

Pues bien, uno se topaba en esos años con hermanos que te invitaban a sus templos, y luego de cantar, siempre terminábamos haciéndonos amigos y por supuesto, nunca dejábamos de visitarlos, eso era, al menos para mí, una manera honesta de poner nuestras vidas al servicio de Dios y jamás de servirse de los hermanos, nunca pensé en el futuro y en la desastre humano, material y moral que puede provocar un estilo de vida basado en la confianza y en amor de los hermanos, por lo cual, siempre he afirmado que lo nuestro, si hay alguien a quien debemos agradecer por haber llegado hasta donde llegamos, es a los propios hermanos y a las familias que nos ofrecieron entrañablemente sus casas para poder descansar y luego, continuar con el trabajo que Dios nos había encomendado. Mirando la realidad desde esta perspectiva, es claro que el mundo de Dios ha cambiado rotundamente, o por lo menos los hombres lo han modificado, porque hoy día un cantante de Dios, inexplicablemente, no necesita componer canciones de verdad o reflexionar en la sintomática de la fe actual, por supuesto que no, la realidad espiritual llamada, mundo evangélico, incluidos pastores y movimientos alternativos que lucran con la realidad del Reino, ha aceptado casi como una norma de vida, que la única manera de expresión posible dentro de los templos cristianos para los que tenemos el don de la música; porque fuera de ellos, curiosamente al igual que en los tiempos del Señor Jesucristo, la cosa funciona de otra manera, el anhelo de las almas es otro, y por lo tanto, nuestros ministerios sí siguen teniendo la importancia que siempre debieron tener; es la alabanza, y por lo tanto, lo único que el pueblo puede y debe escuchar según los dictadores espirituales de turno, es a quienes son capaces de repetir las mismas cosas de siempre, solo que ahora, con un poco más de ruido, porque de voces y letras, hay mucho que decir, no obstante, el tema que nos convoca, la cosa parece haber llegado hasta el punto de no querer marcharse, porque a quienes debiera interesarles el tema, no parece hacerlos cambiar de actitud, por el contrario, hoy día se fomenta la flojera intelectual y espiritual, ofreciendo a los representantes de tan mediocre exposición de creatividad, todo tipo de nombres y títulos tales como:

MINISTROS DE ALABANZA

ADORADORES

INTERSESORES

DIRECTORES DE ALABANZA

… y un gran listado de nominaciones más que solo pretenden suplantar en la realidad, el gran anhelo de Dios de poseer y dar a conocer al mundo sin Cristo, que como pueblo de Dios, sí somos capaces de producir nuestra propia música, nuestra poesía, nuestro arte, es decir, ser capaces de procrear y reproducir dentro de nuestras realidades, una cultura capaz de explicar con su arte lo que somos de verdad, y no quedarnos sentados escuchando como esos adoradores intoxicados con el gozo y el placer que les provoca la alabanza, son capaces de ignorar la gran necesidad de la verdad que existe en este mundo, ofreciendo para esa eventualidad a la hermandad y a través de sus inagotables sesiones de cantos, una muy parcelada y restringida visión del verdadero Reino que el Señor afirmó, se encontraba en medio de nosotros y no sujeto a nuestra siempre empobrecida forma de entender la realidad de Dios, y además, lo que no es menor, situación que al no ser explicada ni entendida por los parámetros espirituales de turno, solo tiene como principal propósito, enaltecer y glorificar la vida de un simple adorador, y ponerlo en importancia, por sobre quienes sí son capaces en el día de hoy, de cumplir con sus dones y talentos, esa maravillosa expectativa profética que hombres como Isaías, Jeremías y muchos más, fueron capaces de experimentar en el Nombre del Todopoderoso Dios del Universo. Ello por lo tanto es, además, lo que más me impulsa a seguir escribiendo, a no dejarme amedrentar por mis opositores, a no permitir que ese mundillo corrupto y perverso de los ministros que se han hecho rico con El Evangelio, termine por corromper en mi corazón, el anhelo profundo y sincero de Dios, y de ese modo, pasar a ser uno más, uno más entre toda esa amalgama de parásitos que solo ven bendiciones cuando leen La Palabra del Señor, de eso estoy agradecido de Dios, porque mi disidencia, mi dura oposición a este sistema corrupto de fe, se la debo a ÉL, a Su hijo Jesucristo, el cual, pudiendo haber tomado una alternativa diferente de vida, no creyó posible aquello y defendió, hasta con su propia vida, el valor de sus profundas y eternas convicciones, las cuales, hoy día mismo, una gran cantidad de supuesto ministros de Dios, ni siquiera consideran cuando vemos que el mundo en el que todos vivimos, simplemente se cae a pedazos, y esas mismas convicciones, apartadas y alejadas de las realidades espirituales, podrían sino sanar a la gente que agobiada camina por este mundo, a lo menos ayudar a encontrar en ellas, una forma de vida necesaria para llegar a conocer la verdad urgente que hoy día necesita con premura toda la humanidad.

En esos andares de Dios me encontraba cuando, en una noche de Santiago, tuve la oportunidad de conocerlo. Él, con un acento casi mexicanote-americanizado, se acercó a nosotros y nos dijo:

“¿Por qué siguen aquí muchachos? Aquí nunca van a ganar el dinero que ustedes podrían ganar si se fueran a Miami. Hagan como yo, se van ahorita mismo, luego arriendan un carro, y ya, solo hay que buscar los templos, las ofrendas llegan solas, además, no son como las ofrendas de acá, allá el dinero si corre, con ello yo tengo para todo el año, así que, no pierdan el tiempo en esta tierra y traten de ir a ese lugar, hay mucha plata por allá…”

… y muchas otras cosas más que ese hombre nos dijo en aquél momento. Él creía que nosotros éramos tan ambiciosos y fáciles de sobornar, que íbamos a dejar de lado el propósito de Dios, solo para ir en busca, al igual que él y muchos codiciosos más que ha producido esta forma de fe corrupta, del ansiado y a veces esquivo billete verde, el cual, para ser sincero, no solo ha corrompido a muchos buenos corazones, sino que además, ha destruido vidas y ministerios que pudieron haber servido al desarrollo de la fe en nuestro país. Pero bueno, el costo ha sido enorme, nos quedamos aquí, sufriendo todo tipo de indulgencias, pensando solamente en agradar a Dios, hasta que pasaron los años y debimos comenzar con nuestras vidas, en lo personal, sigo pensando que esta ralea de sinvergüenzas, sigue seduciendo, al igual que la serpiente que intentó seducirnos esa noche a nosotros, a los miles y millones de cristianos en todo el mundo que creen a pie juntito, que ellos tienen la verdad y no la verdad a ellos, por ello es que me acordé en estos duros días de dolencias propias de la enfermedad que me agobia, cuando, embutido entre las sábanas de la cama que me acoge, y al ver pasar en las noticias parte del Tedeum Evangélico de este año, la incólume e indestructible figura del todopoderoso Edito Espinoza intentando al igual que la serpiente del génesis, convencer a medio mundo de una sinceridad que no es tal, porque si mal no recuerdo, en vez de habernos dado un bello consejo de La Palabra del Señor y de haber ofrecido todas las ayudas necesarias para ejercer un ministerio de fe aquella noche, el mismísimo del “carro y las ofrendas y el billete verde”, se presentaba esta vez en el oneroso templo canuto para dar cuenta de las supuestas incongruencias del sistema. Pero pensé, ¿y si yo, personalmente, le hubiese hecho caso al señor Espinoza esa noche y no a mi Llamado? ¿Y si hubiese tomado mis maletas y partido a gringolandia, que hubiese pasado con el Dúo Sal, qué hubiese ocurrido con mis convicciones? ¿Y todos los hermanos que pudimos conocer, y los enfermos que pudimos visitar? De ello le doy gracias al Señor, por no haber oído la voz de este arrogante que produjo la miseria evangélica chilena, porque a pesar de las negaciones propias de quienes vivimos por fe, solo puedo decir, hasta aquí Dios nos ha ayudado, y por lo tanto, señor Hédito Espinoza, usted y toda esa montaña de viejos vanidosos, púdranse, Cristo no necesita de todos esos reconocimientos y trivialidades para ser servido, para esos están los ángeles, pero aquí, mientras dure nuestro aliento, la verdad de Cristo seguirá señalando a las miles de personas en el mundo entero, que nuestro canto, que nuestra humilde expresión, aunque austera y despreciada por las castas distinguidas del mundo cristiano actual, es solo una de las tantas respuestas de un Dios, inconmensurable y misericordioso como Él, a quienes de verdad desean y anhelan para sus vidas, que La Siempre Eterna y Exultante Palabra del Señor, no podrá ser ni será jamás desarraigada por completo de nuestras fieles y sencillas realidades.