Friday, January 22, 2010

Viviendo junto al candor de lo SOBRE NATURAL.























Siempre habrá desgracias en el mundo, siempre habrá alguien o algo porque llorar, de eso no hay duda alguna, el caso es que para la eventualidad, siempre habrá cristianos disponibles cuando se trata de lloriquear y de hacer ver a los demás, que en verdad, no somos tan fuertes como parecemos, o en su defecto, para ofrecer a sus propias conciencias, una muy sensible y adecuada versión de nosotros mismos. En tal condición, Haití, o mejor dicho, el sufrimiento de Haití, ofrece a esta clase de seres humanos, el panorama exacto y la más clara invitación a sentirse parte de una humanidad que no siempre es apreciada ni protegida.


Las castas religiosas, de todo orden, y en cualquier dimensión, son las que pareciera, las que más sufren con la desdicha de quienes lo han perdido todo, por ello es que siempre van a la vanguardia en lo respecta a pedir ayuda y donaciones en el nombre de los sufrientes, en ello, son ejemplares, porque a nosotros, a los simples mortales, a los deudores de todo y de todos, nos hacen sentir casi lejanos, casi sin posibilidad alguna de ser nosotros, los que debemos esperar más de 5 o 7 horas para ser atendidos de EMERGENCIA en uno de esos recintos de salud pública, los que debemos aguardar quién sabe cuánto tiempo más para que un trabajo de endodoncia decente se haga real en nuestras vidas, los que siempre llegamos al final de la repartición, porque antes llegan ellos, quienes deberíamos pedir ayuda, porque Haití hace rato que venía pidiendo ayuda, una ayuda que era más que evidente, pero fueron necesarias miles de muertes para que ellos despertaran, para que se dieran cuenta que America tiene y seguirá teniendo su propia Etiopía, a pesar de los índices económicos que hoy comienzan a reestablecerse después de la crisis, a pesar de los millones que hombres como Piñera se gastó aquí, sólo en nuestro propio país, para llegar al poder, a pesar de lo que gasta solamente Estados Unidos en armas, Haití representa la tragedia de un mundo vil, un mundo que gobiernan los que detrás de cada acto esconden la infamia de querer ser ellos, los dueños absolutos del poder, a cualquier precio, y cual sea el medio, el hambre por querer gobernar nuestras conciencias es grande, se trata de una forma de fascismo lleno de carroña en donde la vida espiritual de una nación o de un conglomerado, sirve como cortina para impedir que la voz de los disidentes profetas de Dios, puedan poner los obstáculos morales y éticos para que tales representantes de la tragedia humana, no logren alcanzar el propósito final.


El mundo protestante en general, ha sido cubierto por esa nube tóxica disfraza de espiritualidad que los propios emisarios de la poderosa Babilonia norteamericana, han puesto sobre sus conciencias, para ello han utilizado toda clase de instrumentos, desde predicadores y escritores de basura, a simples compositores de alabanzas, toda una red tendida para que el verdadero hombre de Dios olvide por completo su deber, y se inserte en este sistema sin dar ninguna clase de problemas. ¡Pobres profetas, cuánto habrán soñado con este tiempo! Sin embargo, la realidad no termina allí. En un libro que escribí hace mucho tiempo atrás, doy cuenta de la gran cantidad de dinero que ha sido utilizado por los evangelizadores de Babel, para impedir que el pensamiento religioso Latino y americano, no se desvíe ningún ápice de la ruta que ellos le han trazado. Ello explica la razón de porque jamás nos ayudaron con medios para desarrollar un cristianismo a la medida de nuestro entendimiento, siempre estuvieron cerca para controlar que nada se escapara de la lengua de algún fanático predicador o cantante de Dios, todo se trató de un verdadero Guantánamo espiritual, un progromo vandálico en el que nuestra cultura fue nuevamente violada y pasada a llevar por gente que Norteamérica envió para cumplir con sus propósitos. Lamentablemente, aquí, y en todo nuestra Patria, siempre hubo esa clase de meretrices que no tuvo el mundo secular, por ello la sociedad secular chilena, aunque no nos guste, produjo mujeres como Violeta Parra, o como una Gabriela Mistral, o como una desperdiciada María Luisa Bombal, y cuántas más, pero dentro del panorama espiritual, ¿para qué sirve una mujer? ¿Acaso la mujer no debe callar en la congregación? A muchos hombres les importa que una mujer no piense, las prefieren castradas intelectualmente y buenas para la cocina, no obstante, creo que el pensamiento de protestantismo en general, carece en absoluto de reflexión y por consiguiente, de una adecuada contextualización, y por lo tanto, todos los días se desperdicia nuevas y mejores formas de manifestar el mensaje del Evangelio a quienes más lo necesitan, porque le hicimos caso a ellos, porque creímos a todo lo que nos dijeron, porque no entendimos que debíamos ser responsable de nuestra propia realidad y no de los asesinatos que ellos han cometido en todo el mundo en el Nombre de Dios.



¡Vaya basura! ¿Cómo podríamos ahora cambiar de actitud? ¿Cómo, si ya no abortamos cuando era el tiempo y solo produjimos un evangelio digno de gente colonizada y humillada por no poseer medios para realizar sus sueños? Pues bien, les invito a que vayan a Santiago y recorran el museo que hoy existe al lado de La Moneda, allí hay un pequeña muestra de cómo una mujer sencilla y humilde de San Carlos (Chillán), logró vencer todas estas mediocridades y crear un mundo que ahora nos debería avergonzar, por nuestra deslealtad, por nuestra falta de cariño por nuestros valores. Nos convertimos a Jesucristo en un momento, y es cierto, cambiaron nuestras vidas, pero finalmente, ¿en qué nos hemos convertido?, ¿somos más creativos ahora que tenemos medios?, ¿ahora que tenemos canales de televisión y acceso a la cultura? ¡Todo ello apesta, me produce una gran vergüenza! Nuestra tragedia entonces es evidente, yo mismo he sido testigo de sus reuniones que no pasan de ser bulla, ruido nada más, porque así han entendido la alabanza a Dios, como una escena de fuertes sonidos sin destino más que el de intentar con ello, llenar el vacío que provoca en el alma del cristiano la ausencia de Cristo y de su Espíritu Santo. Por lo tanto, sigan así, no cambien para nada, aunque sé que en nada cambiarán, pues lo tienen todo, equipos para hacer bastante ruido, buenas salas de conferencia, y un sinnúmero de otras miserias que no hacen ni harán jamás a un ser humano ser mejor cristiano.


La versión americanizada de fe, nos dejó estancados entonces, ellos no vinieron a promover nuestra forma de vida ni nuestros cantos, ellos vinieron a llenarnos de basura, de basura espiritual, ¿y qué vamos a recibir por ello?, el mismo pago que han recibido ellos por parte de Dios, nada más, solo quienes tengan un corazón de este porte lograrán sobrevivir, los otros, los artificiales, los construidos de caca espiritual, ya saben, saben a donde va a parar todo ello, sin embargo, sé que en algún lugar de toda esta podrida realidad, hay personas valiosas, no sólo por sus creencias sino, por sus dones, por lo que ellos valen y significan para un evangelio que la Prosperidad y el Gozo simplemente olvidó e ignoró.

Thursday, January 21, 2010

Cristianismo actual, sin tiempo para el dolor.
















Entonces, ¿qué hará el cristianismo actual de la prosperidad y todas sus perversiones con este dolor? ¿Qué harán los emisarios del gozo y de la prostitución espiritual con semejantes imágenes? ¿Logrará el dolor de Haití doblegar el espíritu soberbio y orgulloso de quienes se han erguido como los representantes de Cristo aquí en la tierra? Mi reflexión me induce a pensar que no, que no hay ni existe nada en el mundo que pueda hacer que tales y monumentales representaciones de la indiferencia espiritual, dejen el Circo espiritual que han propagado por toda la realidad Latino y Americana, y se declaren en quiebra, que dejen de agitar banderas y den inicio a una etapa de quietud y de reflexión en donde los pordioseros del gozo no tengan ninguna oportunidad de opinar ni de expresar sus predecibles alabanzas.

Sin embargo, estoy claro que nada de lo ocurrido en Haití podrá derribar semejante orgullo, si lo sucedido con las torres gemelas allá en la poderosa Babilonia norteamericana, si lo acontecido con el Katrina en New Orleans, si la gran ola y el terremoto que hizo desaparecer miles de almas en Thailandia no logró conmover el corazón de miles y miles de cristianos en todo el mundo, menos lo hará Haití con el corazón de quienes hoy día dicen estar guiando el alma de un cristianismo podrido e indiferente al dolor humano, seguramente hay mucho que perder, mucho que dejar atrás, primero, reconocer que han estado equivocados, que el camino elegido por los oportunistas no tiene sentido, y por lo tanto, carece de norte y de contenido, luego, admitir que todo lo que han hecho hasta ahora, no deja de ser más que un movimiento religioso fundamentado y edificado en torno al dinero y a la indiferencia, un Circo de gente inmadura que no admite los errores y que carece de autocrítica para reflexionar en problemas de verdad trascendentes para la vida humana. De esto es lo que he venido hablando y escribiendo hace bastante tiempo atrás, y he sido criticado por ello, por no condescender, por mantenerme fiel a los predicamentos bíblicos, pero eso no es todo, me he ganado la bendita indiferencia de quienes dicen estar representando el Carácter de Cristo aquí en el hoy, lo cual se transfiere no sólo a críticas sino que además, a no contar con el apoyo de toda esa inmensa mayoría de cristianos que nunca verán el peligro de estar siendo partícipes de una realidad semejante.


Pero aunque ustedes no lo crean, eso no ha sido suficiente como para enmudecer mi canto y mi forma disidente de pensar, para nada, mientras más grandes han sido los misiles que la derecha religiosa protestante y toda su cobarde representación de la miseria espiritual han lanzado sobre mi trabajo, más fuerza me ha dado Dios para seguir luchando y oponiéndome a tan enorme torre de Babel, además de recibir otra clase de bendiciones que la Prosperidad simplemente no toma en cuenta, como por ejemplo, bendiciones en forma de cariño, en forma de fidelidad, en forma de entender el mensaje que Dios desea que entreguemos en este tiempo, y en la manera como muchos cristianos, que al igual que yo, cansados de la cobardía que inyecta la realidad espiritual actual sobre nuestras minúsculas vidas, han decidido apoyarme con sus oraciones y sus donaciones, todo para defender dignamente no solo el mensaje de Cristo, sino que además, para aullar si es necesario cuando nos toca defender con nuestro canto los derechos de los niños.


Por ello es que tengo moral para criticarlos y despedazarlos si fuera necesario, no tienen excusa, sé que no van a cambiar, que el mexicano de Witt seguirá infiltrando sus cuerpos para que el dolor se mantenga lejano, casi tan distante que no lo puedan percibir, porque al final de eso se trata toda esa basura de las alabanzas, de mentir, de ocultar, de impedir, de enmudecer, de ocupar un lugar en la realidad espiritual lo menos cercano o comprometido con el dolor, no obstante, aquí estoy, inmerso en propio dolor, ahogado en mis encrucijadas diarias y esta vez, para defender la amargura y la miseria que viven hoy día los haitianos, seres humanos que la Prosperidad y el Gozo nunca ha tomado en cuenta, por no tener nada que sacarles, por no tener nada que robarles, como lo han hecho a diario con sus caravanas de vagos extendidos por todo el hemisferio.

Pero nuevamente, aquí estoy Marco, y toda tu saga de ignorantes, ¿qué vas a hacer con el dolor de los niños de Haití? ¿Con que miseria nos vas a sorprender ahora? ¿Servirá de algo en Haití tu propaganda de ultraderecha religiosa? ¿Servirán allí tus conceptos religiosos ortodoxos y pasados de moda?



Pero bien, sé que no van a cambiar, ningún rostro de un niño desfigurado y los cuerpos prácticamente despedazados por el terremoto logrará sensibilizarlos, a lo más, lloriquearán un poco y tal vez se junten para hacer algún tipo de donación, cosa que el arte de la mediocridad y de la cobardía salga ilesa de esta encrucijada que la naturaleza ha puesto sobre nuestras vidas, pero cambiar el estilo de vida que han propagado entre gente mediocre, jamás, Dios me ha dicho, “no habrá cambios, pero por nada vayas a intimidarte, golpea fuertemente sus conciencias, hasta que sangren, de modo que quede testimonio de mi Palabra”, así que, Marquito, prepara tu Circo, muéstranos nuevamente de cómo en el arte del mimetismo y de la mediocridad, tú eres el más grande, tan grande como para negarle la verdad a tantos seguidores tuyos que
sólo atinan a llorar, como las señoritas, como los cobardes, como los afeminados, a ver si puedes esta vez escribir algo que valga la pena, algo que traiga interrogantes tan enormes como era Cristo, como eran los Apóstoles, echa una mirada en YOUTUBE, a lo mejor una de mis canciones, que están llenas de dolor, puedan servirte de inspiración, tal vez así comience tu verdadera y única redención, me lo vas a agradecer, y cómo sabes, hasta podría iniciarse una bella amistad, aunque de verdad, ahora lo dudo, lo dudo porque en este instante solo tengo tiempo para mi proceso, el cual, ha sumado un peso más, una enorme carga que sólo El Señor puede ayudarme a llevar, pues la desolación de las almas y las vidas que se pierden en Haití, no me permiten retroceder, ni un centímetro atrás.

Thursday, January 14, 2010

"Haití, una nación golpeada por el dolor."















No existe palabras para describir lo que ha acontecido a Haití, no hay una forma, por lo menos humana, que nos pueda ayudar a entender el por qué una nación que ya se encontraba en condiciones infrahumanas, golpee ahora nuestras vidas para dejar nuestras conciencias, sin alternativas más que las de una enorme consternación, una nebulosa imposible de descorrer, aunque nos encontremos fuertemente armados como para resistir el embate de cualquier enemigo que nos aceche, aunque nos aferremos a todo lo que tenemos, nada puede contra un dolor que apenas comenzada la tragedia, nos impulsa a repensar la vida que hemos elegido como patrón de conducta, para nuestras familias, para los que vienen con el impulso de la propia vida que se nos ha legado, en fin, la vida de todos aquellos que nos rodean y que forman parte de nuestras existencias, la tragedia es demasiado profunda como para dejarla pasar y hacer como que si nada hubiese ocurrido, porque lo acontecido a todos esos seres humanos allá en aquella isla, es algo que a todos nos concierne, a todos los que formamos parte de esta humanidad tantas veces golpeada, tantas veces maltratada, por diferentes causas, por diferentes razones, lo cierto es que las fuerzas ahora no pueden ni deben estar divididas, nadie debe sentirse ajeno frente a tanta crueldad de la naturaleza, cualquier conjetura al respecto de nada sirve, lo único que puede ayudar a la mitigación del dolor que hoy día nos convoca, es tomar la fuerte decisión de invocar, lo mejor de cada cual, y rogar, rogar todo lo que se pueda con tal de que las puertas del cielo se abran y Dios nos escuche, ya no como seres partidos y segmentados en pequeñas islas de poder, sino, como personas, como hermanos, hechos a la imagen y semejanza de Dios, con un Propósito y destino común.


Sin duda que estamos frente a algo que nos ha de hacer meditar mucho, y no sólo meditar, ya vendrán las oportunidades para que nuestros actos puedan ser capitalizados de tal forma que nuestros afectos y sentimientos, puedan convertirse en ayuda directa hacia nuestros hermanos haitianos que lo han perdido, prácticamente todo, sin embargo, lo que seguramente no ha de terminar con las razones que mantienen a ese solo país en las circunstancias en que estaba hasta antes de la tragedia, que ya era una enorme tragedia humanitaria, es la incapacidad que tenemos los seres humanos para dimensionar el dolor de nuestro prójimo, pareciera ser que si no ocurría semejante tragedia, muchos de nosotros seguiríamos ignorando el profundo drama que desde hace tanto tiempo se encuentra devastando a esa sola nación, y ello ocurre no sólo porque hoy día poco nos importa el dolor de los demás, sino, porque la filosofía del individualismo y el materialismo, establecido como una dictadura en nuestras realidades, hace estragos hasta con la vida de los más desprotegidos seres que forman parte de nuestras naciones, porque la cadena de males que arrastramos como sociedad, se ha tornado muy pesada, desde el momento en que la indiferencia, en forma de Regueton, en forma de lo que sea, en nuestros propios barrios, asedia, con una violencia inusitada y casi inhumana, justo en las madrugadas, cuando muchas personas deseamos reponer fuerzas para continuar al otro día con nuestras cotidianas labores, no hay policías para tanta tragedia, ellos se ven sobrepasados, la bulla, el ruido, como verdaderos proyectiles lanzados muy cerca de las ventanas y puertas de nuestros hogares, no nos permiten reconstruirnos para la gran batalla del diario vivir, nos mantienen despiertos, y detrás de esa nube de violencia, muchos prefieren callar, guardar silencio para no indisponerse con los malditos que no desean un mundo bello para nuestros hijos.

Es decir, la tragedia que nos ofrece nuestra propia realidad, no está lejos de constituirse en una hecatombe, por sus dimensiones morales, por su enorme conflicto ético, los políticos y desertores nos han ignorado como ciudadanos comunes, sólo se interesan en nuestro voto, nuestras necesidades ni siquiera constituyen una causa para emprender una campaña digna de valores, digna de propósitos que afronten y vayan en directo beneficio de nosotros, los que debemos pagar a diario por nuestra tranquilidad, los que soñamos con un mundo mejor, tal vez sumidos en una inocencia casi infantil, pero inocencia al fin que no todos comprenden, porque la noche se aproxima, porque los días malos no van a retroceder porque la derecha o quién sea gane las elecciones este Domingo, en un momento a otro, la fuerza de la misma naturaleza que golpeó a Haití, golpeará nuestro territorio, una vez más, hasta que los malditos sean arrancados de la faz de la tierra, y de una vez por todas, los bienaventurados sean los herederos de este mundo que siempre pudo ser un poquito mejor, si hubiésemos pensado tal vez, en nuestro prójimo, en nuestros vecinos, en esa anciana que debe sufrir con los trastornos que provocan estos dictadores de las tinieblas con toda su cultura y sus ruidos infernales.


Haití nos habla del dolor más elocuente, de la muerte que tiene miles de nombres esparcidos como hojas sobre la lápida de la tierra. La columna de cadáveres es interminable, todos sabemos cuándo y dónde comenzó, pero nunca sabremos dónde termina, la muerte es demasiado impredecible como para saber dónde golpeará y de que modo lo hará, lo único seguro en este instante, es que ella volverá, desde cuando supimos de la tragedia, desde mucho antes, aunque no nos guste hablar de ella, aunque el cielo que nos cobije y hogar que nos proteja, parezca inexpugnable, la muerte nos viene acorralando y en algún momento nos habrá de alcanzar.