Saturday, August 22, 2009

Una imagen que mucho de nada nos dice.



No es fácil enfrentarse a los gigantes de hoy, no es para nada fácil saberse con ciertas responsabilidades y vivir con ellas sin que los demás sepan del costo que conlleva el tener que lidiar a diario con tal realidad. Aún así, es fácil hallarse a diario con personas que viven de manera que nada les afecta, y lo hacen notar, en sus modos de vivir, en sus formas de interpretar el presente y toda su angustiosa procesión de encrucijadas. Para algunos es mucho mejor huir, de manera que nadie sepa que estuviste allí y no hiciste nada por cambiar tal situación, paro otros en cambio, ninguna oportunidad es clara en la vida como para poner en juego todo lo que uno piensa sin tener que pasar por los rutinarios métodos que posee la ingeniería espiritual, para evaluar cuándo debemos o no inmiscuirnos en los siempre clásicos y muy repetidos problemas de la vida cotidiana.


Es por ello que cuando comencé hace años atrás mi andar en Cristo, tuve la impresión de que lo verdaderamente importante del cristianismo, debía ocurrir dentro de nosotros mismos, y por supuesto, sin ignorar lo que estaba sucediendo a unos cuantos metros de nuestras propias vidas. Porque la calle, con toda su vertiginosa entramada de vidas en oposición, ofrece múltiples posibilidades para aquellos que intentamos al menos, ver la realidad de un modo diferente, de una manera en que podamos poner a prueba nuestras capacidades y ser lo suficientemente creativos como para dar a luz, alguna honesta propuesta artística, un trabajo que permita a las personas que circulan por esas vías invisibles que nos rodean, hacerles notar el inmenso vacío en el cual nos encontramos viviendo aquí, si es que Cristo no gobierna o no ha tomado el control de nuestras vidas. De hecho, nos ocurrió, alguna vez formamos parte de este enorme ciclo de vidas sin propósitos que deambula por las calles de este mundo, y cuando menos lo pensamos, fue Jesucristo quién nos detuvo y nos hizo pensar que las mismas calles que nos hacían olvidar que alguien, muy en el alma, muy dentro de nosotros, nos ama de continuo, en todo momento, en cada situación de nuestras vidas, en las más extremas, cuando el día se oculta y la noche enviste con su punzante realidad de vidas sin rumbo, allí también, Dios nos observa y constata que nuestras vidas se encuentren a salvo, sólo que con el paso de los años pudimos darnos cuenta de aquello, antes, imposible, porque nuestros ojos estaban cerrados a tal realidad, y por lo tanto, no alcanzábamos a ver lo que Dios nos mostraba, percibíamos tan solo un pequeño rayo de luz, que no por ser pequeño dejó de ser importante, al contrario, justo al momento en que más necesidad de Dios tuvimos, nos fue de mucha utilidad, pues pudimos escapar, pudimos dar un salto enorme con nuestras vidas, del mismo modo como las aves se alzan en sus vuelos cortejando nuestros sentidos para que sigamos creyendo que la libertad existe, que no hemos nacido ni sido creados para ser esclavos de este mundo sino, luz para quienes aún se encuentran en la misma o peor situación que nosotros antes de emprender el vuelo.


El día nos ofrece por lo tanto, un sinnúmero de oportunidades, enormes o pequeñas, pero oportunidades al fin y al cabo, las secuelas del costo por supuesto, algunas se hallarán a la vista, las otras, permanecerán, en nuestro interior, en silencio, son las intangibles, las que nadie ve, las que nadie percibe, y que a pesar de no estar a la vista, duelen también, en el alma, en el corazón del cristiano, éstas, además, son la que “otros”, no conocen ni saben de su existencia, porque han vivido vidas aparentes, vidas con entornos protegidos de tal forma que nada pueda afectarlos. Portones blindados, seguridad en las puertas y todo aquello que pueda servirnos para ponernos a salvo del que hurta, del que roba y maldice nuestra calles con sus improperios, allí también se encuentra el cristianismo, protegido, sin dolor, sin presencia de sangramiento, una patética a veces demostración de indiferencia que ciertos prototipos de la vida espiritual actual han patentado y han puesto un nombre, APÓSTOLES, DOCTORES, PROFESIONALES. Allí se encuentra entonces, atada, como en una pesada y colosal roca en el fondo del océano, una gran cantidad de cristianos que nada hacen, que su conformidad se traslada a su forma habitual de vida, sin afectar en lo más mínimo a quienes aman, a quienes necesitan de su ayuda, es allí es cuando de nuevo todo empieza a heder, un olor insoportable de cobardía mezclada con indiferencia se convierte en la moda de muchos seudo-cristianos, y de este modo, la pequeña luz que muchos necesitan en las calles se extingue, no por lo pequeña, no por lo inusitada, sino, por el comportamiento de quienes sólo se han preocupado de construir con sus vidas, una imagen, sin historia, sin dolor, sin aroma, sin quejidos, porque ellos han olvidado que todo se trataba del Amor, de un Amor que nadie comprende, porque de a poco se va extinguiendo de nuestras existencias y nos encontramos faltos, de tantas cosas, miserables, pobres, hasta ciegos, porque si al tener la luz no permitimos que otros la vean, nos constituimos en ciegos, entonces, ¿de qué nos sirve haber conocido a Jesucristo?, ¿por qué la vida me duele tanto si muchos hoy celebran?, ¿por qué mi alma cavila y se angustia cuando el cristianismo se encuentra de fiesta?


Ya nada de lo mío importa, nada de lo que yo piense y declare en este espacio hará cambiar en algo la realidad, pero las palabras seguirán fluyendo, siempre fluirán, el universo es demasiado bello como para ignorarlo, pero es seguro que los clarividentes de la fe comercial harán un nuevo trato, una nueva propuesta, un nuevo acto de mediocridad creativa que implantarán sin oposición alguna en la matriz de esta realidad intoxicada de placer. Los que no hemos firmado ninguna clase de convenio con ellos, poco a poco iremos dejando esta realidad, retroceder será imposible, el tiempo no se detiene, y el límite de nuestras fuerzas en Dios nos impide retroceder, afuera hay seres humanos, aquejados y angustiados, enfermos, desnudos, alguien deberá acercarse a ellos, alguien deberá intentar traspasar los límites para que quede al menos, alguna evidencia de que ese alguien, en este tiempo, en este mundo, no resistió permanecer allá inmóvil, distante, lejano, y que aunque dejó en entredicho su futuro espiritual para ir en pos de los que de verdad, le necesitaban, no dudó en nigún minuto que su deber estaba afuera y no dentro de su propia comodidad.

Sunday, August 16, 2009

Una dulce deserción con tintes de honestidad.



Uno quisiera haber tenido en la vida, muchas más herramientas para luchar, más posibilidades para confrontar la realidad, pero el destino se encuentra allí, a la vuelta de la esquina, como un estigma, indicándonos que no será posible, por lo menos dentro de este sistema, contar con verdaderos apoyos para ejercer aquello que Dios nos demandó, la gente al parecer, carece de temperamento, de un carácter que implique compromisos honestos con la verdad, porque la mentira no tiene necesidad de ofertas, seres humanos dispuestos a colaborar con ella no faltan, faltan los que no desean más discursos sino hechos, los opuestos, los sin corbata, los sin dirección establecida, los que no tienen miedo a decir lo que sienten, porque simplemente la vida a diario les cobra un enorme tributo llegada la noche, sólo por haber despertado y haber iniciado y terminado una jornada plena de insatisfacciones, ellos por supuesto, no tienen la misma certidumbre que otros, carecen del parlamento con que cuentan los narradores de noticiarios cuando, desde la caja inmóvil, intentan mantenernos informados con respecto a la barbarie de la delincuencia en nuestras calles y barrios, como si nosotros no conociéramos el significado de la pérdida o del dolor.

Pero las armas que Dios nos ha dado han sido utilísimas a la hora de demandar de “otros” honestidad, la palabra, desde tiempos remotos, ha sido y seguirá siendo uno de los mejores instrumentos con que contamos los desertores para increpar, a los que no han tenido el valor suficiente, pudiendo, para decir y poner las cosas en el lugar en que corresponden. El verbo en tal caso, no omite absolutamente nada, logra en su simpleza, abordar y luego desnudar, si es necesario, algún tipo de realidad que no tiene en sí misma, la oportunidad ni las herramientas para cuestionar y cuestionarse cuando la marea está subiendo y los cerrojos comienzan a vibrar. Pero el encanto de tal condición nos sume a veces, y debo ser sincero, en momentos inolvidables que cuesta dejar atrás cuando la palabra te subyuga, el alma se abre como un enorme pliego de papel, y las líneas del atardecer comienzan su delicada pero persistente obra. Son momentos de suma fragilidad, es la instancia en la que la vida humana logra trascender por sobre las minúsculas miserias de unos pocos que no han entendido por qué y para qué Dios nos puso en esta vida, allí la fuerza de la naturaleza logra empinarnos mucho más alto que la más enorme montaña, se trata de un desprendimiento absoluto, una forma de alejarse estando aquí, sin toxinas de por medio, sin drogas, simplemente con la observación, para no perdernos ni separarnos de lo terrenal, de lo puramente humanos con que nos ha tratado este mundo.

Y cuando la palabra nos detiene en este viaje, es posible que tengamos serias contradicciones con lo predecible que es la realidad a veces, porque ella no aparece para fomentar lo que otros han dicho y han logrado expresar desde tiempos antiguos, nuestra deserción con el sistema se ofrece como el medio apropiado para que nuevamente, con toda la crudeza de nuestra propia persistencia, volvamos a reconstruir lo que dañaron quienes dijeron estar al servicio de una causa, noble como la de servir a Dios, aquí, en nuestra propia realidad. Para lograrlo entonces, serán necesarias muchas cosas, en primer lugar, aceptar que todos hemos cometido grandes errores, y el primero, es el haber olvidado quiénes somos y hacia dónde vamos, porque cuando uno tiene claro estas dos cosas, nada de lo que pudiera ofrecerte la corruptela de los cercenadores del Cuerpo puede tener éxito en nuestras vidas, es demasiado consistente para el hombre la certeza de Cristo como para poner en juego o en duda, la propia Soberanía de Dios sobre este pequeño y exiguo pueblo diseminado.

Podemos entonces ser olvidados, no ser tomados en cuenta, carecer de cierta representatividad dentro de este sistema absurdo, no obstante, nuestras vidas seguirán tras el curso de los ríos, pues aún quedan vestigios de la verdad, seguiremos aquí dando ciertas señales de nuestra precaria humanidad, no estamos presos ni tampoco nuestras vidas como para renegar de nuestra condición, a pesar de lo trágico y absurdo que puede sernos el presente, la luz, es cierto, a veces enceguece, pero la mínima sensación de claridad en medio de un mundo en plena confusión puede sernos de mucha utilidad, y en ello, la palabra tiene mucho aún que manifestarnos a través de los poetas, de los que se atreven aún a decir lo que sienten, nuestra torpe humanidad no será motivo para detenernos y quedarnos sin aliento, seres humanos es lo que somos, nuestra condición de hijos de Dios implica un doble esfuerzo, no podemos entonces fallar a la hora de confrontar, aunque sabemos que éste, es un mundo lleno de mentiras. Muchos de ustedes ya han llegado al límite de sus vidas, y los entiendo, porque todo finalmente termina por cansar, todo se torna con el tiempo en una pesada y agotadora jornada, pero aquí hemos nacido, aquí nos ha puesto Dios, y sin duda, no nos va a dejar solos, aunque ya nadie nos nombre, aunque las mentiras terminen por destruir a la humanidad, aunque los avisos comerciales nada digan de Su Venida, en algún lugar, en algún sitio de esta tierra, no habrá ninguna clase de mutación, todo será como Dios siempre quiso, con honestidad, aún a pesar de lo precaria que resulte la realidad, ¿qué otra cosa más podríamos ofrecer a Dios ahora que las mentiras forman parte de nuestras propias existencias?

Thursday, August 06, 2009

El dolor que nos aqueja.







Existe momentos en la vida cuando la verdad pareciera ser sinónimo de realidad, sin embargo, cuando nos encontramos frente a un hecho tan horroroso como el asesinato de la niña, Francisca Silva, la realidad, con todas sus encrucijadas, con todas sus contradicciones, se nos presenta de manera que no quedamos desconectados, desperfilados para volver a contactarnos con aquellas sonrisas que nos hacen ser personas, a pesar de la dura tarea que nos ha dejado Dios, la de sobrevivir en medio de un mundo en donde los gestos y las circunstancias, nos hacen pensar que la vida, con cada día que pasa, se nos vuelve cada vez más dolorosa, mas hiriente, más difícil de salvar.

Como tantas personas, soy de aquellos que siempre me la he jugado por lo que creo, por ello mismo, intento ser lo más verás cuando se trata de ser objetivo, de manera que quienes tienen la oportunidad de leer mis escritos, sepan, que desde mi lugar, desde esta posición en la cual me encuentro, no voy a condescender con lo que creo está mal, sea ello un punto de vista religioso, político, histórico, etc., no tengo puntos medios ni apreciaciones mínimas para los problemas que decidí tratar desde que comencé a escribir en este espacio. Y todo nace simplemente porque estoy cansado, aburrido de la mediocridad, de que unos pocos nos digan qué debemos hacer con nuestras vidas, de que nos dicten a dónde y como debemos vivir, que nuestras miserias humanas sean tomadas como porquerías y en cambio, los que nutren el alma de éste, “nuestro cristianismo”, jamás nos hablen de aquello que nos interesa, verlos subyugados y desconectados de la realidad debido a una dulce canción entonada por un profesional de la música cristiana, me produce náusea, me agota, pero también me apesta, porque los encuentro cobardes, indiferentes, sin contacto con los problemas valóricos y espirituales que todos acarreamos porque a Dios todavía no le place venir a este mundo a corregir lo que está mal, y a poner en su lugar a toda esta casta de mal paridos que no dejan que nuestros hijos puedan crecer libres y confiadamente.

Pero hoy día no se trata de cantantes cristianos que no dicen nada de nada y que se la pasan de fiesta en fiesta, no señores, ellos hoy día a penas me quitan un poco de sueño, porque estoy seguro que ninguno de ellos dirá nada, la realidad es demasiado para ellos, no están construidos parra enfrentar problemas como el desahucio, la pérdida de tiempo, el ocio, la corrupción, los asesinatos, los niños violados, y ahora, una pequeñita ultrajada y asesinada cobardemente por un individuo que ya tenía antecedentes penales. Lo que pudo pasar por su mente en el momento de cometer el acto, ya no tiene importancia, nada de lo que él sienta o piense interesa, esta sociedad está demasiado enferma para oír a los que producen esta clase de dolor, y nosotros estamos demasiado cansados para soportar que un asesino de esta calaña, pueda sobrevivir al peso de la justicia y pasar largos años de su vida aprendiendo a escribir o a desarrollar cualquier actividad en un recinto penitenciario. Por ello es que hoy día, cuando a penas han pasado un par de horas desde que se supo toda la verdad, he oído a muchas personas comentar, padres de familia, madres, seres humanos, que sería bueno que la pena de muerte retornara a nuestra realidad.

Yo sé que el debate es constante, nos dirán, “que en otros países aquello no ha resuelto el problema”, y me pregunto, “a esos otros países, ¿les interesa de verdad lo que nos pasa?”, por ejemplo, ¿Estados Unidos, Rusia, China? Esta es una sociedad que todos hemos construido, en la que todos hemos colaborado para que la vida del chileno común se haya convertido en un constante dolor, las cifras económicas hasta antes de la gran crisis servían como una especie de cortina para tapar los grandes desastres que asolan a nuestras calles, pero hoy día la situación no da más, aunque me digan que Chile es un país seguro en el cual aún se puede vivir y respirar tranquilo, porque no estoy pensando solo en nosotros sino, en todos los que vienen detrás de nosotros, en los niños, en aquellos que desde hace muchos años han sido motivación e inspiración para mis canciones y por las cuales, la propia cristiandad rechaza mi exposición. Mi argumento siempre ha sido el dolor que como sociedad le hemos ocasionado a los más débiles, en especial a los niños, en ello se ha sustentado casi toda la estructura de mis canciones, y gracias a ello he podido darme cuenta de lo indiferente y cruel que puede resultarte la realidad evangélica, cuando adoptas algún tipo de postura que contradice ciertos principios que no tienen más fuerza que un papel con tinta, yo lo he vivido y palpado de continuo, he tenido la oportunidad de verlos y darme cuenta que no serán capaces de revertir ni afectar en nada a una sociedad que mucho del propio cristianismo necesita para enfrentar la condición en la que estamos dejando esta realidad.

Desde escupitazzos, a ser tratado de lo último, ¿pero a quien le importa eso cuando tu deber te conmina a perder el miedo al qué dirán? La sociedad en cambio, se ha construido de manera que este tipo de problemas sirva para amenizar un poco la mañana de algún miserable programa de televisión, total, díganlo o no, reciben un sueldo por aquello, así que el problema más pronto que tarde pasa al olvido y la imagen del ya reconocido conductor del matinal, nos pone nuevamente en actitud de pasarlo bien, total, no hay nada realmente doloroso en este mundo como para que te derrumbes y digas a la vida y a Dios:

¡Hasta cuándo Señor!

¡Cuándo juzgarás a los moradores de la tierra por todas nuestras maldades!

Así me fui quedando solo, absolutamente solo, envuelto en mis propias contradicciones, solo porque a un sistema religioso como el evangélico no le interesa el que un hombre de Dios, diga ciertas verdades que podrían ayudar a esclarecer algún tipo de dudas o por último, que podrían servir para producir un tema debate que cambie en algo la rutinaria escena de cultos que no colaboran a la edificación del cristiano en cuestión, sin embargo, esta misma soledad me ha llevado desde hace algún tiempo, a ir desarrollando en casa de ciertos cristianos, un tipo de reunión en donde se pueda orar y clamar por la sociedad, por un mundo mejor, por nuestras calles, por nuestros vecinos, no me he dejado amedrentar por una religión que no ama la verdad, que no desea al sincero, aunque para ser honesto, jamás me he quedado quieto, siempre a donde puedo, voy y comparto lo que Dios me ha dado, no obstante, el Domingo fue algo especial, los carteles en los buses, en las esquinas, todo el barrio de Placeres se unió para ayudar, Francisca Silva, una pequeñita de apenas 5 años había desaparecido, sólo se sabía lo que la Policía había logrado recopilar en una intensa pero lamentable investigación. Por ello es que oramos, leímos La Palabra, compartimos unos salmos y nuevamente oramos por nuestro barrio, porque Dios pudiese ayudar en la búsqueda, aún así, todo fue infructuoso, finalmente el asesino confesó y hoy día, a sólo dos cuadras de donde me encuentro escribiendo, ha sido formalizado el asesino de nuestra pequeña vecina Francisca Silva.

Sin duda el dolor que este personaje nos ha producido, puede que no sea tomado en cuenta por los grandes profetas de la prosperidad y el Gozo, ellos están demasiado extasiados con Witt y su arrogante ejército de indiferentes, no tienen tiempo para llorar, sólo lloran cuando una alabanza les llega al alma, el dolor humano no es carta para gente tan bien estructurada, para ellos, como bien lo explicaba el DR: LUCAS MARQUEZ, en un espacio del canal cristiano de la Quinta Región, “somos perdedores, y con los perdedores no hay que juntarse”. A pesar de ello, y de la opinión de este Dr. en no sé qué cosa, el cristianismo de Cristo, su fundador, se basó en cambiar las vidas de estos mismos perdedores y no en rechazarlos, sus bienaventuranzas están basadas en la pérdida, en el dolor, en la desdicha, las bienaventuranzas son una completa contradicción a la razón de ser este sistema, pero hoy día ellos, los ungidos, con una cátedra de cobardía imposible de describir, y porque lo dicen a gente que solo ve en blanco y negro, el evangelio solo es de uso de los ganadores y los postergados no tenemos opción dentro del plano de la fe cristiana. Con un pensamiento de este tipo, con un predicamento de esta envergadura, es claro que la maldad seguirá su curso, y que la propia cristiandad apóstata habrá colaborado para que nuestra realidad sea el escenario para que tales enfermos mentales anden sueltos como si nada por la vida.


Lo que nos incumbe ahora, es el dolor, es la tragedia, no el gozo, no la prosperidad de los falsos profetas, sino, hacernos parte del problema de esta sociedad involucrándonos, dejando de lado a aquellos programas de televisión que nada aportan a nuestras vidas y que sólo nos ofrecen más y más mediocridad intelectual y espiritual, la tragedia por cierto, no acabará cuando comencemos a buscar y a orar por nuestra sociedad, no existe ni puede generarse una condición de este tipo solo porque nos damos cuenta que hemos estado vegetando en la fe y que debemos tomar parte, allí sólo es el comienzo, esa es la gran tarea que Dios le ha dado a los cristianos de este mundo para que los niños, en primer lugar, reciban la protección que nosotros como sociedad no hemos sabido darles, Dios, desde luego, nos ayudará para que hechos como lo acontecido aquí, y que tiene a Valparaíso sumido en una angustiante tristeza, no vuelvan a repetirse.

Wednesday, August 05, 2009

Los paradigmas de la fe actual.





La realidad espiritual corporativa ha lucrado con la fe, no se ha preocupado del problema moral ni espiritual de la sociedad, no contradice, no lucha, no tiene capacidad para enfrentar los enigmas que hoy destruyen a nuestros jóvenes, por ello han optado por un tipo de evangelio Light, una forma de cristianismo inconcluso que no cumple con roles proféticos, como si el Evangelio del Señor Jesucristo fuera solo un epigrama moral, un pequeño atuendo que el ser humano se puede cambiar cuando lo desee o cuando las circunstancias se pongan de veras difíciles. Por esta misma razón es que no es raro de repente, encontrarse con personas dentro del propio sistema secular, abriendo su corazón e intentando por lo menos un dialogo que permita dar a conocer “al otro”, es decir al prójimo, que uno no está tan solo en este mundo, que alguien por lo menos entendió aquello de:

"Id por todo el mundo; predicad el evangelio a toda criatura."
Marcos 16: 15

Se trata de una manera afectiva de dar a conocer a Cristo en medio de un sequedal espiritual enorme, aquello se agradece, tal vez lo rudimentario pueda pasar desapercibido por los doctores en Gozo, no obstante, para un ser normal, construido de problemas y dificultades difíciles de salvar, la palabra siempre llega en el momento preciso, el apretón de manos, el saludo, cualquier tipo de gesto que pueda hacerte sentir persona y que para Dios, aunque no para los etéreos discípulos de Witt y su casta, significas algo más que un número o una mera coincidencia.

Es claro que los cristianos han decidido guardar silencio, sin adquirir compromisos, es claro además que la cristiandad se ha estructurado de manera que todo ocurra dentro de las cuatro paredes en donde tienen la verdad guardada, a cambio de una casi tormentosa e interminable jornada de alabanzas que no han traído mayor claridad a quienes esperamos de verdad, El Retorno de Cristo a este mundo. Los planteamientos están más que predeterminados, se hace lo que dice el Apóstol, aunque ello signifique la castración de los dones y talentos que Dios ha puesto en las vidas de las personas para que traigamos a otros a Cristo, y no para que nos encerremos y vivamos una especie de “abducción espiritual” que nos inocule en contra de la verdad y por supuesto, de la autocrítica.

Pero este silencio cobarde tiene sus propios parámetros, su propio carácter, para que exista, debe estar envuelto en una nube de espiritualidad en la que no quepa dudas que se trata de algo especial, algo que Dios ha mandado, algo que ni el mismísimo ungido pueda poner en entredicho. Pues bien, de este modo es como hemos llegado a esta condición en la que una alabanza o adoración, es el único mensaje que la cristiandad evangélica está recibiendo como Palabra de Dios, es como si estuviéramos sirviendo “mamaderas” a personas que ya son hombres y mujeres formados, se trata de un retorno a la adolescencia, una laguna mental que no permite al cristiano en cuestión, repensarse su realidad, y por lo tanto, no tiene interrogantes ni respuestas enormes a tanta desdicha que se plantea a diario a través de los medios de comunicación. Envuelto en esta nube entonces, está decidido a no tomar la vida espiritual en la medida en que la propia Palabra de Dios exige, a estas alturas, yo me pregunto:

- ¿Por qué los hijos de los papitos acomodados que hay en el Evangelio no salen a pasar peripecias por causa de Cristo?

- ¿Por qué siempre son los mismos los que sufren?

- ¿Por qué siempre quedan atrapados en esta clase de problemas los hermanos que no tienen muchos recursos?

Parece ser que la contiende sigue siendo desigual, pues dudo que un papito de esos que tienen una billetera suculenta en la fe, permitan que sus hijos dejen cualquier iniciativa profesional para que ellos opten por una carrera de evangelistas o misioneros. Está claro, la religión organizada ofrece expectativas espirituales mucho más interesantes que dejar a los niños para que vayan en pos de los que sufren en este mundo, y ofrecer de este modo, un genuino servicio a Dios. Pero eso no ocurre ni ocurrirá jamás, la carrera de discípulo de Cristo no parece ser muy rentable e interesante desde el punto de vista monetario, para los precursores y sustentadores de la Prosperidad, recuerden, “vivimos inmersos en un mundo de oferta y demanda y la fe también posee sus propias perversiones”. Todo esto se traduce ahora, a GOZO, a placer espiritual, a tener parámetros mínimos de reflexión para una fe que en la historia ha dejado su propia huella, es el cristianismo de Witt, de los cantantes de moda norteamericanos, de toda esa casta de hijos del sistema mercantil de la fe, que en nada han aportado con sus métodos musicales y textuales al desarrollo del cristianismo, por el contrario, cada vez más ecuménico, el cristianismo actual va decayendo en su propuesta y por lo tanto, la sociedad va perdiendo una preciosa oportunidad de conocer al que un día murió y resucitó para salvarnos.

El temor y el miedo a confrontar y confrontarse, ha pasado a ser la tónica en la que, predicadores y predicados están desarrollando toda su infructuosa jornada de alabanzas. El método, por supuesto, no ha sido resistido, es que la verdad no interesa cuando tu corazón parece estar henchido de gozo, de plenitud, a eso le llaman, “integridad”, “fidelidad a Dios”. Basados en esos parámetros, la conducta del cristiano ya no tiene cuestionamientos fuertes para lograr un verdadero “carácter”, los cursillos de la escuela moderna han logrado evadir el fuerte peso de los predicamentos doctrinales de nuestro cristianismo histórico, por lo tanto, el futuro no puede ser auspicioso, de ningún modo, la cobardía es una herramienta muy bien aceptada y practicada por los propios mentores del gozo, los cuales, sin siquiera preocuparse, han omitido el peso profético del propio mensaje de Cristo, “celebrando” un episodio que aún no ha acontecido.

De este modo, la cristiandad y el mundo en general, se prepara para ofrecer uno de los mensajes proféticos más potentes con que cuenta La Palabra de Dios para estos tiempos y que es, La Apostasía, no la de un grupo determinado, no la de una organización, no la de una sola denominación, sino, la de la propia y real cristiandad que hoy día no se interesa en verdades potentes, sino, en pasarlo bien, en llenarse de gozo y éxtasis espiritual, porque este es el tiempo de la evasión, de los hombres amadores de sí mismos, de los que tienen poder y lo utilizan para su
propio provecho, por lo tanto, se trata de una enfermedad del alma, aún más contagiosa que el Sida, que la malaria o la lepra, es el tiempo en el que el sistema habrá seducido completamente la vida de quienes tenían por destino sufrir por la causa de Cristo, padecer, jamás ceder, es un hito en la historia, uno de esos paradigmas con el que la propia organización eclesiástica ha colaborado para su aparición, se trata de una de esas pandemias espirituales que no tendrá remedio por lo menos, dentro de este período, y si bien algunos pretenden enfrentarla con aspirinas espirituales como la música actual y sus derivados, está bien, pero en la realidad, en la de Dios, en la de la Profecía, no hay escape, no hay alternativas, el cristianismo organizado habrá sucumbido totalmente y Cristo, a las puertas de este sistema, no será aceptado una vez más, Él seguirá llamando, pero Su Voz se extinguirá entra las frías calles de alguna lejana y oscura realidad espiritual marginal.