Friday, December 04, 2009

Televisión abierta, sinónimo de facismo y de flojera intelectual.












¿Y quién se atreve a capitalizar el dolor humano y darle el tratamiento que merece dentro de una realidad erotizada como la nuestra? ¿Los programas de farándula? ¿Los Reality? ¿Los cardenales? ¿Los papas? ¿Las monjas? ¿Los curas que practican la pedofilia? ¿Los cantantes cristianos que viven antidotados contra el sufrimiento? La lista nuevamente es enorme, casi infinita, podríamos ir y volver a Marte y no terminaría, pero el dolor persiste, el hambre de la verdad es una cruel tragedia que ocurre a solo unos pasos de aquellas virulentas realidades espirituales, impermeabilizadas contra estos y otros males que corrompen a nuestra sociedad.

Si el ofrecimiento de paz y salvación del alma a la humanidad perdida está determinado a horarios irrisorios, qué nos espera como sociedad, ¿qué nos separa o nos hace diferentes a otras civilizaciones que también corrieron el mismo destino que nosotros? Acaso, ¿no vemos realmente el peligro, o simplemente hacemos como que no vemos lo que está en juego? El entretenimiento pasa entonces a asfixiarnos, porque vivimos para endeudar nuestras conciencias con tal de tener de todo lo que el sistema nos ofrece, de modo que a la voz de una alerta espiritual, nuestras decaídas y siempre frágiles defensas espirituales, no perciban el peligro en el que estamos. Esto significa que tal vez, como puede ser la costumbre de alguno, no comulguemos ni estemos de acuerdo con tal o cual programa de televisión, con tal o cual propuesta televisiva, no obstante, vemos televisión, absorbemos todo tipo de imágenes que nos impone la cultura milenaria de la estupidez, y no digo en que nos hemos convertido, pues ustedes mismos lo saben. Así dejamos entrar a nuestras almas, de todo un cuanto hay en esa empobrecida feria de espectáculos baratos, minimizando aún más nuestra vida espiritual e intelectual para dar paso a los siempre predecibles interpretes de la comedia profana de la vida antivalorica, locutores y locutoras, periodistas en general, a expensas de una tragedia ocurrida unos cuantos minutos antes de comenzar el noticiario, y que sirven de plataforma para la exacerbación o desaparición de alguna acción notable de algún ser humano perdido en medio de la gran selva de cemento que, movido por sus instintos y actos claramente al servicio del bien de la humanidad, y que logra eclipsar, según mi criterio, todo lo malo y terrible que puede llegar a ser este mundo sino ponemos más policías en cada esquina de nuestras calles, hacen su aparición.



Ocupamos entonces, gran parte de nuestro itinerario en tragedias, en tragedias acontecidas o inventadas, en leer vidas que no tienen nada que aportar a las nuestras, como son las vidas que muestran los reality, una completa y aburrida ceremonia de zanganos que apestan y que además, prestan un claro servicio a la causa del aburrimiento por un puñado de billetes mugrientos, y no porque el dinero sea malo, sino por el costo que seres humanos de verdad, de carne y hueso, son capaces de pagar diariamente encerrados en lugares que pertenecen a la vida real, y que por el cual reciben en su mayoría, un miserable salario que apenas sirve a veces para pagar las deudas. Entonces, ¿quiénes son mejores? ¿Los de la tele, o los reales, los de la vida cotidiana? ¿Cómo lo hacen? ¿No se merecen algo mejor?

Un lector honesto no necesita reallity, un ser humano de carne y hueso se nutre de otros valores, los predicamentos de nuestra sociedad no le sirven a quien cree que la vida de los demás, sí tiene importancia. Por ello, denuncio, no me importa si están o no de acuerdo con mis predicamentos, aunque agradezco a quienes tienen el valor de enfrentar la realidad y de repente dejan caer un par de sabias palabras en este blog, proporcionándonos, un modo objetivo de ver las cosas y una completa confirmación de que no estamos solos en este periplo. Eso me deja en paz, pero no tranquilo, porque la comezón me vuelve de inmediato, solo basta con llegar a cierta hora a alguna casa para darse cuenta de la influencia que tiene toda esta cultura de la basura televisiva, y así volver nuevamente a las trincheras, hasta que ya no queden municiones, hasta que finalmente las pocas conciencias que se encuentran aún despiertas, se hallen a salvo, lejos de los matinales, de los realitys, de los programas de baile, y de toda esa basura estúpida que nos tiene apabullados y sin modo de traer un poco de oxigeno a nuestras sencillas formas de vida. Nos creen predecibles, nos creen estúpidos, poco inteligentes, que somos fiables, que necesitamos ver televisión para alcanzar nuestra felicidad, pero no es cierto, todo aquello es falso, ellos han transgredido nuestros valores y principios para dejar a una gran parte de la población sin recursos intelectuales, sin recursos reales que permitan el crecimiento y el desarrollo de las vidas comunes, de ese modo se ganan la plata, metidos allí dentro intentando explicarnos lo que todos ya sabemos, lo que no necesitamos saber, así han dejado a gran parte de las personas que consumen a diario televisión basura, sin defensas posibles, sabiendo incluso cuáles son las necesidades de las personas que vivimos dentro de esta realidad, pero, obviamente, evadiendo el deber ético que les concierne por el hecho de estar ellos capitalizando el mensaje que podría emitirse a través de uno de los más extraordinarios logros de la humanidad como es, proyectar una imagen dentro de una caja con pantalla.

El culto a lo fatuo parece entonces no tener final, el segmento televisivo de los candidatos a la Presidencia y otras urgencias, parece agrandar aún más la tragedia de un medio antiguo como es la televisión, y no porque la televisión en sí sea FOME, sino por la poca honestidad con que los directores de canales estatales y de los otros, dan pase libre a una forma de televisión basada en el consumo y en la vergüenza de sus precarias armas de lucha. ¿Cuántas cosas más se nos vienen encima? ¿A dónde iremos a parar? Imagínense a todos los canales de televisión abierta de nuestro país, trasmitiendo el que una animadora de un matinal X, se traslada a otro matinal, todos diciendo lo mismo, a la misma hora, en las mismas circunstancias, todos luchando porque la noticia tenga mayores contorciones periodísticas, y así lograr la atención de la gente. ¡El absurdo ha llegado entonces! Se ha instalado en nuestra vida cotidiana, una forma de periodismo barato y de televisión con carácter de "fascista", que no elogia al que piensa o se nutre de la verdad! ¡En vez de haber educado a los ciudadanos, les dieron entretenimiento y con ello, sepultaron toda posibilidad de redención para un tipo de vida urbana que necesitaba de grandes propuestas para un invento enorme y con posibilidades a la par con la llegada del hombre a la Luna!


La decapitación de nuestra sociedad comienza entonces por la vida valorica, y en el caso de la nuestra, por los medios de comunicación abierta como es la televisión, que no se guarda nada cuando es necesario hablar de líneas programáticas, o cuando la gente no reflexiona y no exige lo que se merece, en tal caso, pareciera ser que la instrucción es, “mientras los ciudadanos no exijan más, con esto suficiente”. “Al carajo”, no me interesan los reality, no me interesa lo que le pasa a algún zángano que se gana la vida metido allá adentro, aquí afuera la vida es mucho más complicada que allá adentro, aquí hay oxigeno, y la vida, aunque dolorosa a veces, nos ofrece ciertas instancias de paz que nos ayudan a ser mejores ciudadanos y a no convertirnos en esponjas, que todo lo absorben, que nada lo meditan. El cortejo de almas al desfiladero es enorme, una a cada segundo, almas tras almas, nada objeta que ellas se desperfilen, no hay medidas de ningún tipo, a ningún sociólogo le afecta que la muerte de nuestra sociedad haya comenzado por un medio que parecía tierno y entretenido, casi inocente sino fuera por los programas juveniles y aquellos en donde la desnudez humana simplemente pasa a ser un elemento de pura connotación erótica.

Total, ¿qué significado puede tener la medida de un simple ser humano, si el prójimo, para una sociedad erotizada como la nuestra, hace rato que perdió su sentido y su valor?