Friday, January 28, 2011

Cuando las certezas se vuelven una forma de vida.















Cuando se tienen certezas en la vida, uno debe ser capaz de pensar que no todo ha de resultar como lo previó, pues vivimos en medio de un mundo que no acepta el que tus ideas puedan ir por la vertiente de al lado, o peor, contra la propia corriente, para ellos, solo existe una sola manera de hacer las cosas, una sola forma de manifestar lo que nos cuesta la vida defender, por ello existen los profetas, los Apóstoles, los mesías, los legisladores de nuestras conciencias, y de este modo, las instituciones, final concluyente de que no tenemos posibilidad alguna de plantearnos problemáticas que nos hagan mirar mucho más allá de donde acostumbra a mirar el común de la gente.

Para defenderse de todo esto hay que tener piel de cocodrilo, porque o si no, barren con tu vida, con tus propias experiencias, son capaces hasta de maldecirte vía Internet con tal que les hagas caso, así de fuertes son, porque entendieron que la vida no es de otra forma, aún con las inmensas renuncias y mediocridades con las que acostumbran a pararse en medio de este mundo, ellos, de todos modos, sacan fuerzas de donde no hay para enrostrarte en algún momento el que no les hayas hecho caso, y en cambio, tú te decidas a seguir adelante con tu honesta y siempre cuestionada existencia. Los castigos y maldiciones han llegado hasta mi mesa de trabajo, se están convirtiendo en un rito, yo, en medio de esta controversia, solo aspiro a continuar, hasta donde me den las fuerzas, nunca voy a volver a ver el mundo a través de los ojos de otras personas, ese error no lo voy a cometer jamás, bastó haberlo cometido una vez en mi vida para darme cuenta que nadie tiene el derecho de decirte qué o de qué modo debes vivir tu propia e irrepetible vida, aceptarlo, es renunciar a todo lo que nos está quedando, un poco de honestidad, algo que los humanos debemos defender con toda esa fuerza y riqueza que Dios nos dio.


Por ello es que ya, llegado los cincuenta, no aspiro a ser reconocido o algo parecido, no estoy para esos trotes, ya en mi juventud hice lo que creí era lo correcto para servir a Dios, pero ahora, que estoy viejo, enfermo además, no tengo las fuerzas ni la salud que se necesita para sobreponerme frente a tantas miserias que consumen a diario nuestro mundo, el peso de mi propia existencia no me lo permite. El peso entonces comienza a sentirse ahora en tus propios huesos, en cada una de las amanecidas que debes soportar porque los medicamentos te destruyen el estómago y no tienes cómo ponerte en la cama. Tu hogar, tu casa se convierte en un escenario, en cada rincón de ella vas dejando algún rastro de medicamentos consumidos o por consumir, tú no quisieras vivir de ese modo, no quisieras sentir dolores, pero eso es lo que te ha tocado, no puedes renunciar, aunque quisieras, por ello te vuelves intocable, te irritas con facilidad, no respondes como antes, cuando ni siquiera necesitabas leer o tomarte algún analgésico antes de conciliar el sueño.

Hoy día todo es distinto, un solo malestar te puede dejar fuera de carrera temprano en la mañana, ni los que están junto a ti pueden comprender, es que todo sucede dentro de ti, en cada uno de tus nervios, en tus articulaciones, nada es suficiente, todo será poco cuando llegue de nuevo el invierno, un solo resfriado puede llegar a destruirte, como el invierno pasado, del cual guardo, según la última endoscopia, una casi similar valla de calcio cristalizado ahora en mi garganta. Así, uno no puede entender cómo es que exista aún, con La Edad Media ya siendo parte hace mucho de la historia, gente dentro de las propias lides espirituales que no entienda tus dolencias, y solo se dedique a provocarte más y más dolor en donde aún no lo hay, ¿qué tipo de cristianismo practican aquellos que te maldicen? Yo no necesito más tragedias en mi vida, con las que vivo a diario en mi cuerpo es suficiente, aún así me doy ánimo para luchar, para no dejarme vencer, un poco para soñar, no he tenido la fuerza suficiente para tomar mi guitarra y volver a grabar, porque no puedo, no resisto, me agoto con mucha facilidad, lo he explicado en muchas ocasiones, no cuenten conmigo, yo les di lo mejor de mi vida espiritual cuando fui integrante del Dúo Sal, pero ahora, que me cuesta un siglo sobreponerme a todo esto, no tengo más opciones que la palabra, y estoy siendo honesto, yo no he reclamado a nadie nada, nada que pueda sacar de ustedes, mis medicamentos los compró con la colaboración de mi mujer, porque sin su ayuda ya estaría en otro lugar, por lo tanto, nadie me puede reclamar nada a mi, ya di lo que tenía, y si en algún momento volviera a cantar en las Iglesias, sería para mostrarles lo que siento y pienso en este instante y no para volver a recordarles lo que fui, eso es justo.


Aún así, muchos no entienden, ya lo he explicado en muchas ocasiones, no tengo las fuerzas que se necesitan para estar detrás de un Ministerio, menos con el egoísmo y el materialismo con el cual hoy día se están tomando las cosas de Dios, cuando comencé, las cosas no eran así, sin embargo, hoy día todo ha cambiado, y yo, debilitado como me siento, no estoy en condiciones de dar esta última batalla detrás de mi guitarra, estoy muy cansado de luchar hermanos, de enfrentarme a diario con algo que los propios médicos no han podido explicar, aún así, como dije antes, existe tiempos en que mi salud no es obstáculo para defender mis ideas, pero cómo me gano la vida entonces? No es fácil, llegado a esta edad, tener que dar explicaciones a los demás por lo que uno no es capaz de hacer, yo gané mucho sirviendo a Dios, grandes amigos, enemigos también, pero siempre respetaré el que alguna vez se me haya dado la oportunidad de servir a Dios detrás de un Ministerio como el que tuve junto a mi ex-compañero de canto, otra cosa jamás he pronunciado, solo he pedido se me respete el que no pueda representar la función que hace 20 años atrás defendí con todas mis fuerzas cuando aún no tenía ningún rastro de mi enfermedad en mi cuerpo.


Mi certeza entonces, es que Dios me de la fuerzas que necesito para ver crecer, si ÉL así lo quiere, a mi hijito Efraím, de dos años y medio, y que este nuevo hijo que esperamos, nazca sanito y venga a este mundo con la bendición de Dios. Así también, ruego a Dios que mi mujer sea guardada, que el nacimiento de nuestro nuevo bebé no le traiga ninguna complicación, que todo resulte en una gran bendición para nuestras vidas. También añado a mi hija Danielita, que ya tiene 19 años, y que gracias Dios, entró a la Universidad, ruego al Todopoderoso Dios que nada le falte para que siga estudiando. Sé que mentir a veces es de profesionales, eso lo tengo muy claro, conozco bastante a los hombres como para no entenderlo, pero yo no he mentido, en este trabajo he tratado siempre de hablarles con la verdad, no me he guardado nada, ninguno de ustedes se merece el que un hombre como yo sea capaz de mentirles, por el contrario, mis disidencias y críticas seguirán influenciando mi vida y mi trabajo, y por lo tanto, hasta el final seguiré luchando contra lo que creo está mal, Dios me dará las fuerzas cuando sea necesario, como ha sido hasta hoy, por ello no estoy aún dispuesto a renunciar, aunque me encuentre agotado, aunque me sienta sobrepasado.

En rigor, yo no me creo nada más de lo que soy, la conciencia que he adquirido debido a la enfermedad, mi propia conciencia, no me permite avanzar en el campo de las vanidades, es decir, me enfrento a la vida con lo que tengo, si debo naufragar, así será, pero aclaro, de todas esas cosas me ha guardado Dios, y si Él, en Su Bendita Voluntad, ha querido que yo haya llegado hasta aquí de este modo y con este tipo de certezas, siempre le voy a estar agradecido, agradecido por darme la confianza y el valor de creer que sin Él, en medio de este mundo, nada somos.

Thursday, January 27, 2011

La Perseverancia como una herramienta de disidencia.






















Sé que en nuestra escuálida y poco original realidad espiritual, poco importan los creativos, sé que el camino elegido por los seguidores de modas abyectas, es mucho más fácil y predecible, por tal razón, convengo en que el haber dado punto final a mi último libro de poesía, no será motivo de abrazos o derramamientos del espíritu, por el contrario, el silencio indiferente en el cual pretenden dejarnos enterrados los presuntos defensores de la verdad profética mientras dure esta esperanza, fue el contexto en el cual di crédito, nuevamente, a todas estas imágenes poéticas que intentan, desde una realidad oceánica, describir, con todas las posibilidades que ofrece el verbo en mi garganta, el como esta realidad llamada “espiritual”, asesina y sepulta a sus creativos para luego continuar, como si nada, en esa miserable condición de autores y cómplices, siguiendo los rutinarios senderos de la cotidianeidad sin percibir, en medio de toda esa espantosa circunstancia, ni el dolor de los que caen, ni el más mínimo sentido de la compasión por los que, sufriendo, son capaces de colaborar aún en la construcción de la conciencia espiritual.


Así, voy lentamente, pero a paso seguro, demostrando que toda esta fábula de construcciones espirituales y evangélicas, no son nada más que un proyecto anticuado y americanizado de cómo no debemos ver las cosas de Dios. El modelo, en tal caso, ya colapsó en la madre patria de los consumidores de tales experiencias, aunque todavía subsistan los testarudos, los apáticos, los disolutos, todo hace prever que nada hará cambiar a los sexagenarios desmanteladores de propuestas contextuales, se quedarán allí, por mucho tiempo, obstaculizando el camino, eternizándose para evitar el cambio, el quiebre tan esperado, no será fácil hacerlos cambiar de idea, por nada del mundo accederán a reconocer que han estado equivocados, que muchos en las calles de nuestra patria han de perderse simplemente porque faltó la creatividad. Para reconocer tamaña equivocación, habría que pedirle a los siempre costumbristas gozadores del poder y esas patrañas, que callaran, que por una vez en la vida, tomaran asiento, o mejor, que salieran de vacaciones, que se fueran lejos a disfrutar de la bonanza material que les trajo esta putrefacta realidad de la Prosperidad.


Me alegro por tanto de mis logros, con ellos, he pretendido construirme de tal forma que la miseria televisiva no consuma ni tenga cercanía con mis propias ideas, que por ser propias, debo protegerlas, por ello es que no escribo canciones todos los días, no grabo un CD cada mes, elijo bien las palabras, selecciono mis temas, no pertenezco a esa basura de sentimentales que no asumen el costo de sus propios errores y viven lloriqueándole a Dios, como si por ello fuera Dios a bendecirles porque ahora sí lloran, porque cuando tienen la soga apretándoles el cuello son capaces de mirar al lado y darse cuenta que este mundo apesta. En esa clase de mediocridad yo no tengo nada que ver, hace mucho tiempo atrás dejé que la propia vida me enseñara y corrigiera los errores que alguna vez cometí, ya no necesito de predicadores para que me aclaren el cómo piensa Dios y que me va a ocurrir si es que no le hago caso al pastor, ese tema, está superado, ya prácticamente nada va quedando de aquella figura, sensible, altruista, permisiva, me he vuelto yo mismo, y en eso, Dios tiene mucho que decir, pero no quieren escuchar, porque simplemente leen libros de personas que jamás conocieron, porque escuchan predicaciones de personajes que jamás hicieron ni las camas en donde duermen, por ello, y por muchas razones más, no concuerdo con muchos de ustedes.


Vivo por lo tanto, en la cresta de la ola, balanceándome, columpiándome, poniendo en riesgo mi existencia por cada palabra que he dicho, en una canción, en un escrito, en mis conversaciones, solo así podré saber si finalmente hemos sido creados para conocer la verdad de las cosas por nuestros propios medios, o porque simplemente Dios desea que las veamos y conozcamos a través de otras personas, como un gran Profeta o un gran Apóstol, que se lleva así de rápido lo que te cuesta parte de tu vida y de tus esfuerzos para ganártelo. El profesionalismo está de moda, la sensualidad es una herramienta aceptada y en uso, aunque en todos los muros de nuestro país se encuentren escritas las palabras de los profetas, muy pocos advertirán el peligro, muy pocos se atreverán, el abismo entre, hacernos responsables de nuestro propio cristianismo y dejar que otros manipulen nuestras vidas, puede ser fatal para aquellos que nunca han tomado decisiones temerarias con sus vidas, y siempre están a la espera de que alguien les lance una migaja desde alguna tribuna hecha de madera. Por tal razón, el camino que me ha sido asignado, con todos sus evidentes obstáculos, seguirá siendo un desafío, una nueva oportunidad para expresar lo que sentimos y queremos de esta vida, nadie puede hacernos creer en este mundo, que por escuchar o creer lo que dicen otros acerca de Dios cambiará en algo nuestras existencias, porque los verdaderos cambios no proceden de estas circunstancias, ellos se originan en nuestros desacuerdos, en nuestros desaciertos, en nuestros desalientos, humanos por cierto, los cuales, con la poderosa ayuda de Dios, y solo de Dios, podemos trasformarlos en bendiciones, algunas imperceptibles, otras más evidentes, pero bendiciones al fin y al cabo, bendiciones que no llegaron a nuestras manos flotando con el viento, de todos modos, siempre seremos blanco de las interrogaciones y de las confusiones, allí es donde se encuentra entonces todo el capital que necesitamos para producir y producirnos, interiormente, como criaturas, como seres desprovistos de gloria, de fama, de reconocimiento, ello es lo que debe dar pie a nuestras más diferentes manifestaciones como el arte, como la música, como la pintura, como tantas y variadas formas que tenemos los seres humanos para manifestar y expresar lo que llevamos dentro.


Parados de este modo sobre esta frágil y angustiosa realidad, ¿quién nos podría aconsejar cuando los problemas acechan nuestras tiendas, quién podría parametrar nuestras existencias, el que vive colgado de los textos, el que no tiene tiempo para compartir, el que se acuesta temprano y no ve noticias, el que cree que todo lo ha conocido y es capaz de ordenar las existencias de otros? Por supuesto que ninguno de ellos, hay textos proféticos que alguna vez deberán hacerse realidad, aunque Cristo no haya aterrizado aún sobre este planeta, la enseñanza debe ser mutua, compartida, el acto de la palabra hecha vida, no puede estar para siempre secuestrada en las realidades omnipotentes de las instituciones religiosas, alguna vez deberán ser trasladadas al lugar que corresponde, a nuestros hogares, a donde están nuestras urgencias, la visión de Cristo, contenida y estancada por siglos allí dentro de los evangelios, es clara en cuanto a ello, "id por las aldeas, id por las calles, por los pueblos y las ciudades." Yo hice ese trabajo, hasta agotarme, aprendí de ello, pero no me quedé sentado para disfrutar de las bendiciones, no señor, he seguido una rutina de trabajo que me ha permitido llegar hasta este punto de la vida, lleno de encrucijadas, con una nueva propuesta, con nuevos trabajos literarios, con nuevos textos de canciones, etc., es decir, no he vivido de laureles ajenos, prestados ni anticuados, ello resultaría reconfortante para mi alma, tal vez ayudaría a calmar en algo la neuralgia propia de mis años y de mi enfermedad, pero una mente despierta como la mía, no tiene tiempo para tales reivindicaciones, carezco del tiempo y la paciencia necesaria para aguardar los cambios que podrían ayudarnos a aliviar un poco la carga, los cambios lo provoco yo mismo, con mi perseverancia, con mi forma de entender la vida, con mi manera de abordar la existencia, no pertenecer al ámbito de los predecibles cantores de alabanzas, me ha dado la oportunidad de detenerme en aquello que sí tiene real valor para mi vida, porque yo, en mi limitada humanidad, no puedo comprender cómo Dios, con toda su Sabiduría y Omnipresencia, solo pide que le adoren, y que toda la realidad en torno a Él y sus extraños caminos, se reduzca a ello, simplemente nos encontramos sin posibilidad de expresión, hacerlo puede ser interpretado de poco espiritual, de anatema, de apostata, por ello es que, llegado a mis cincuenta años, no quiero dejar pasar el tiempo pensando que a todo lo que me mandó Dios a este mundo, es a adorarle, a bendecirle, cosa que hago, en mundo interior, a cada momento, en cada lapso de mi vida, pero yo, como ente reflexivo, y viviendo además inserto en medio de un mundo lleno de cambios, estoy convencido de que a Dios, al mismo Dios que adoran todos ustedes, nada le va importar que este nuevo acto creativo, termine siendo un nuevo fruto de mi propia y casi ritual perseverancia, de lo contrario, tendrá que entender que la vida de un solo ser humano, inquieto como yo, no puede pasar por este mundo como si nada, como si el valor de lo cotidiano en nada nos afectara, contrariamente a ello, reconozco mis limitaciones, y si debo agradecer a alguien de haber llegado al final de este nuevo viaje que me ofrece la palabra escrita, es a Dios, por supuesto, porque soy un convencido de que Él, aunque lo hagan ver de otra manera, siempre estará de acuerdo con aquellos que son capaces de enfrentar la realidad, y que no temen a decir lo que piensan o sienten de verdad.


Estoy a las puertas de haber concluido entonces muchos proyectos en mi vida, este sin embargo, tiene un valor diferente, por su temeraria aceptación de la muerte, como un medio para alcanzar el destino eterno, como una forma para transformarse y completarse en lo que se ha entendido como sublime verdad, la resurrección en cambio, la que aguardamos todos, tal vez sea un concepto casi en vías de extinción para una sociedad arraigada en la materia y el consumismo, del cual ni los propios cristianos escapamos, no obstante, el crédito será para quienes se atrevan a despertar, a quienes sean capaces de aceptar la muerte, instigada como la de esta obra, o simplemente necesaria, como la de una enfermedad terminal. La muerte no es una mala defensora de nuestras ideas, para nada, en este trabajo se establece que solo el que muere será capaz de comprender el propósito de tener que resucitar, en otra existencia, en otro contexto tal vez, pero, alerta nuevamente al devenir de las mismas y casi imperecederas crueldades de un sistema que no advierte el peligro cuando se trata de ignorar lo que muchos simplemente no desean ni comprenden.

Tuesday, January 11, 2011

La solidaridad en una plegaria.


















No siempre tenemos la oportunidad en la vida, como países tercermundistas, de agradecer y demostrar todo nuestro respeto por aquellas naciones que, cuando nos vemos afligidos por razones de catástrofes ocurridas en nuestros territorios, inmediatamente reaccionan enviándonos toda clase de ayudas que en cierta forma, si no fuera por ellas, tendríamos que enfrentar dichas tragedias en la más absoluta y total soledad. Pero las naciones a veces, no son lo que parecen ser, y es en ese preciso instante cuando aparecen de verdad los verdaderos héroes, allí, el comportamiento del ser humano puede llegar incluso a límites impensados. No obstante, la necesidad que hoy día nos convoca, no nos pide acciones heroicas ni mucho menos, desde luego, toda actitud o maniobra, por pequeña que sea, deberá, incuestionablemente, si se trata de ir en ayuda del prójimo, llevar algo de esfuerzo, de lo contario, el bien que pretendamos sobre nuestros hermanos o vecinos, o como es en este caso, seres humanos que a pesar de contar con infraestructuras sociales y económicas absolutamente lejanas a las nuestras, podría verse entorpecido desde cualquier perspectiva, y esto es algo que nadie desea, porque tal vez sea éste el momento exacto para retribuir, como al principio planteaba, el cariño y la solidaridad que nos han manifestado en tantas y diversas oportunidades naciones como Australia, Alemania, y un sinnúmero de otras naciones más que se han visto afectadas por catástrofes enormes producidas por la naturaleza.


¿Pero qué cosa podríamos nosotros entregarles o darles a aquellos que hoy día han sido o están siendo golpeados por esta secuela de dolor que afecta a la tierra entera, en especial a estas súper potencias económicas? Es obvio que ellos tienen todos los medios para enfrentar este autentico vendaval que les ha traído la naturaleza, no hay duda de que ellos, como súper potencias, están preparados para todo, siempre ha sido así, por eso mismo es que cuando las tragedias, específicamente terremotos, asolan nuestras realidades, la ayuda venida desde esos específicos lugares del mundo, no se deja esperar. El problema que ahora nos plantea la realidad, nos debe hacer reflexionar en qué tipo de ayuda es la que podríamos nosotros enviar o generar desde este lejano lugar, a gente que aparentemente no necesitara de nada, hacerlo, es nuevamente ponernos en el lugar del prójimo, una vez más para darnos cuenta que todos los que habitamos en este planeta, somos frágiles, demasiado frágiles como para obviar la forma de dolor que hoy día nos traen las imágenes que dan vuelta en cosa de segundos, todo el circulo de la tierra.


Los seres humanos, a veces no sabemos o no comprendemos la dimensión de nuestras necesidades, incluso, a veces pretendemos ocultarlas o disfrazarlas, por cuestión de orgullo, de falsa modestia, etc., el caso es que todos, todos los que tenemos un alma, un espíritu y un cuerpo que cubrir, padecemos casi de las mismas cosas, en diferentes contextos sí, pero el alma, el alma es la misma, por lo tanto, las interrogaciones que podrían llevarnos a buscar la forma en que podemos ayudar a nuestros hermanos del mundo, deberíamos encontrarlas en nosotros mismos, en nuestras propias limitaciones, porque tal vez el hecho de no contar como nación, sin mentirnos, con una economía solidaria y humanista como debería ser, puede que nos haya dado cierta fortaleza para enfrentar este tipo de tragedias, lo que manifiesta abiertamente, que nuestras humanas fragilidades y deficiencias sociales, han permitido tal vez, a gran parte de ciudadanos de esta nación, a sobreponernos rápidamente de los embates de la naturaleza, como ha sido el último terremoto y Tsunami. La tragedia entonces, nos ha hecho fuertes, ojalá, sin tintes de soberbia, sin arrogantes actitudes ni desafiantes miradas, todo lo que nos ha ocurrido en estos años, en especial el pasado 2010, debería autorizarnos, moralmente, para ejercer cualquier tipo de conducta que vaya en beneficio, como dije antes, de quienes hoy día sufren con la inclemencia de la naturaleza.


Haití estará siempre allí para decirnos que la solidaridad, es un arma efectiva cuando se trata de dolor humano, hoy día, sin embargo, son naciones con experiencias y expectativas económicas extraordinarias, pero que cuando se trata de la naturaleza, ella no distingue entre ricos y pobres, entre blancos y negros, ese engorroso trabajo es para estadísticos, para logísticos, no para quienes tenemos la necesidad de velar cuando se trata del dolor humano, cualquiera sea su origen, cualquiera sea su condición. Ésta es pues la hora que Dios nos ha provisto para que la retribución hacia estas grandes naciones, solidarias con nuestros sufrimientos, sea una realidad, y sientan además que nos están solos, que el frío y la lluvia que asolan sus territorios, pronto pasará, que todo en un momento volverá a ser como antes, porque la fuerza de una plegaria aún puede conmover el mismo cielo, de ello no tengo dudas, tampoco del amor y la lealtad que podemos expresar a esta gente cuando, en nuestra conciencia, aún no se diluye el momento cuando los aviones comenzaron a llegar desde todas partes del mundo, para ayudarnos a aliviar en algo el dolor que nos causó nuevamente la tragedia de la naturaleza. Por ello entonces, porque sabemos de dolores y tragedias, es que debemos armarnos en nuestras vidas, en esta hora, en este mismo instante, y comenzar a clamar por nuestros hermanos australianos, por la nueva y floreciente generación de ciudadanos alemanes, la oración es una pequeña tal vez, pero poderosa herramienta que puede tocar las puertas del cielo, y de este modo, hacer que Dios ponga su mano misericordiosa sobre estos países y proporcionarles, la ayuda que sólo Él puede entregar en un momento como este.


Tal vez no estemos de acuerdo en nada, tal vez la religión nos haya puesto en diferentes montículos de orgullo para no fortalecernos y crear un cristianismo real y vivo, aún así, debemos responder, responder a Dios por lo que no quisimos hacer o no tuvimos ni siquiera la necesidad de hacer por quienes hoy día tanto precisan del amor de Dios y de su gran Misericordia. Cada cual deberá dar cuenta de sus propias negligencias, aún así, estoy seguro que la oración de quienes sienten el dolor de los demás como propios, estará en estas noches dirigida en parte, hacia aquellos que no han querido estar ausentes en la hora de nuestros propios dolores, ellos son valiosos, ellos procederán como héroes, sin que los noticiarios de la CNN, o de quien sea, pueda advertir semejante muestra de cariño y solidaridad para con nuestros hermanos. Dios, de seguro, oirá, una vez más, porque al corazón quebrantado Dios no deshecha, porque Él mismo está construido de quebranto, de dolor, de soledad, y la aflicción del ser humano, seguirá siendo una enorme y poderosa razón para enviar a sus mensajeros a este mundo, y ofrecer aquella calma que en la pequeña nave de Galilea, nos sigue ofreciendo el Señor con su mansedumbre y su gran amor por la humanidad que sufre.

Saturday, January 08, 2011

La Profecía de Hoy.


Decir que la tierra hoy día, y solo hoy día gime con dolores de parto, sería una inexactitud de este porte, una mentira que solo avalaría el pensamiento clasista de la fe tradicional. El problema creo, va más allá, mucho más allá de apreciaciones súper frágiles con respecto al contenido profético que nos convoca en este tiempo. De dolores, la tierra está llena de ejemplos, desde el mismísimo día en que Dios nos echó en estas latitudes, la tierra, aunque bella, parece no ser un sitio agradable en donde poder enraizar nuestros sueños, de hecho, no estábamos destinados a vivir en este planeta, sino, en el paraíso, fuimos expulsados a esta tierra, por lo tanto, intentar eternizarnos en ella resulta ridículo. Las listas aparecidas además, acerca de grandes catástrofes acontecidas en este planeta, parece cada día darnos la razón al pensar de que jamás, pero jamás de los jamases, este territorio rodeado de mar, tuvo si quiera la intención de proporcionarnos un espacio para que desarrolláramos con tranquilidad nuestras vidas cotidianas, solo el poder redentivo del sacrificio de Cristo hizo que esta tierra se nos ofreciera en algún aspecto, confortable.


Al respecto, tengo mucho que decir, mucho porque conjeturar, a los académicos de La Palabra es lógico que una vez más, no les agradará mi reflexión, ellos de seguro querrían que uno dijera que hoy día estamos frente a una evidente demostración de que la Venida de Cristo a este mundo, es ya una realidad, solo porque un par de enormes terremotos y maremotos nos han golpeado, solo porque la naturaleza está dando claras demostraciones de que la tierra, como un ente vivo, se encuentra agotada. No obstante, el recurso bíblico en ninguna de sus interpretaciones, nos da claras muestras de que la tierra desaparecerá o algo por el estilo, el apocalipsis, el bíblico, es una instancia profética que relaciona aspectos espirituales e históricos, y que no necesariamente reflejan la realidad desde un punto de vista contextual, por el contrario, da luz y testimonio acerca del propósito universal de Dios, y obviamente lo centra en el acontecer humano, por ello es que al aplicar ciertos principios de este orden teológico y escritural, vemos que la dinámica escatológica pareciera estarnos dictando evidentes manifestaciones de que el regreso de Cristo está a las puertas. Pero siempre ha sido así, siempre ha habido catástrofes, y les recuerdo, muchas más enormes incluso que las acontecidas en estos últimos años, como la caída de meteoritos sobre nuestro planeta, la desaparición de islas y continentes, etc., es decir, las catástrofes no son propias de este tiempo, desde que la tierra es tierra, el mundo sigue moviéndose, y seguirá, por mucho tiempo incluso, hasta cuando Dios quiera, hasta cuando su poder sea entendido y respetado en esta realidad, mientras tanto, existe otros patrones en los cuales podemos afirmar nuestras convicciones para dar un mejor uso a nuestro estático cristianismo, de ello no hay duda, sin embargo, a lo opuesto que piensan muchos Ministros y teólogos en general, hay cosas dentro del plano espiritual que en definitiva no están ni estarán jamás muy claras, y no porque nos falte la fe o carezcamos del entendimiento adecuado, el caso es que nadie ha podido dar con exactitud, la fecha ni la hora en que nuestro salvador irrumpirá desde el cielo para tomar a su Iglesia y llevarla al lugar que ÉL le ha preparado desde hace muuuuuuuuucho tiempo.


La tierra entonces, no está condenada, a pesar de los estragos ecológicos, a pesar de la indiferencia con que el hombre ha tratado los recursos que ella nos ofrece, el acto redentivo de Cristo, no sólo toma aspectos relacionados con el hombre y el pecado, sino que además, incluye la realidad ecológica y todo que se relaciona con la vida y la subsistencia del hombre sobre este planeta. Esta realidad, fundamental para la comprensión del propósito salvífico en toda su real dimensión, está totalmente aclarada y explicada a lo largo de toda la Escritura, el interés de Dios no es el de destruir lo que Él mismo creó y vivificó con su eterno poder, el que se ha encargado de hacerlo, es el propio hombre, con todas sus guerras, con sus arsenales nucleares, con sus insecticidas, con los derrames de petróleo en los mares, con la extinción de animales y destrucción de la fauna y flora de este planeta, es decir, el hombre, distanciado de Dios, ha creado su propio Apocalipsis, su propio y final momento, y no porque Dios lo haya querido así, por ello es que este tema, el del retorno de Cristo y el Apocalipsis, no es tema de este tiempo solamente, los cristianos primitivos también comprendieron que estaban viviendo el Apocalipsis cuando el Imperio romano inició la gran persecución que terminó con la vida de cientos y miles de personas. Muchas generaciones vieron el Apocalipsis cumplido cuando, en el correr de su tiempo, fueron testigos de cómo la sociedad se derrumbaba, en todos sus aspectos, políticos, sociales, económicos, y acaso, ¿no esto lo que trata de transcribirnos el libro santo cuando da cuenta de cómo el hombre, con su soberbia, hace tangible una realidad que parecía solo leyenda dentro de sus páginas? ¿Cuál es el significado que le damos hoy a ciertas Escrituras que nos anuncian eventos apocalípticos? ¿Qué pensaron qué era la bomba atómica aquellos que sufrieron con su explosión? ¿Qué estarán pensando los hermanos australianos al ver su país lleno de agua? ¿Acaso eso no es un diluvio?


Es innegable que Apocalipsis ha habido en todos los tiempos, los judíos lo vivieron en carne propia cuando los Nazis ascendieron al poder y crearon toda esa industria de maldad que la historia llamó el HOLOCAUSTO. El juego de muchos entonces, es que la gente sienta miedo, que el temor sea la herramienta con la que veamos y entendamos La Palabra, para ser esclavos una vez más, para no acceder a lo mayor, a lo que Pablo llamó caridad, lo cual, transgrede el espíritu con el cual ella fue inspirada para que ciertos hombres pudiesen redactar sus páginas. El mayor y más importante tema al cual nos convoca este libro, simplemente se traduce a vida, a praxis, porque si hay algo en lo que nos hemos equivocado como cristianos y seguidores de su enseñanza, es en la práctica de Su Evangelio, por simples que ellas sean, cada una de sus indicaciones son una poderosa razón para intentar salir de la inercia en que nos tiene sumido el cristianismo del mercantilismo, haciéndonos creer que una sesión de cantos y alabanzas a Dios en un Domingo por la mañana, puede siquiera equilibrar en la balanza valórica nuestra ausencia en los lugares en donde sí es necesaria nuestra presencia, no creo exista en este mundo, otra razón para ser cristiano sino que para servir al prójimo, para ser puentes entre las enseñanzas de Cristo y las personas que aún no le conocen. Las calles de este mundo están llenas de hijos pródigos, hombres que alguna vez esperaron con mucha fe la Venida de Cristo a este mundo, pero que se cansaron de ello, se agotaron de creer y tener que sobrellevar una realidad semejante. Ello nos da un claro parámetro de cómo no debemos entender la fe, de cómo no debemos entender nuestro compromiso que hemos asumido con la Persona de Cristo, todos esos hijos pródigos merecen una segunda y tal vez muchas oportunidades más para enmendar sus caminos, ellos solo fueron víctimas, como muchos de nosotros, de la irresponsabilidad de muchos maestros que no consideraron que sus enseñanzas podrían dañar de tal forma la vida de las personas.


Vivimos entonces, en medio de un mundo que necesita urgentemente de nuestro cristianismo, de nuestra acción, de nuestra forma de entender y ver la realidad de Dios, la compasión y la misericordia divina debe ser uno de los más fuertes legados que podamos poner en práctica y dejar sobre este planeta, no tenemos otra manera de continuar con el trabajo que Jesús inició allá en Galilea hace dos mil años atrás, todos tenemos algo qué hacer por la causa de su Nombre, dolor, hay en todas partes, en todos los lugares, y de todas y muchas otras maneras, solo aquellos cristianos que están viviendo encapsulados y lejos de la realidad que debemos enfrentar muchos a diario, no tendrán la capacidad de asumir el costo de dicha palabra, en ello estoy cierto y seguro, pero sé que muchos de ustedes, y en ello también tengo absoluta certeza, tienen en sus vidas, la enorme necesidad de poner en práctica no solo su cristianismo sino además, la de ayudar a sanar el mal que hoy día aqueja a casi toda la sociedad en la que estamos viviendo, ésta, creo, es la manera en que debemos enfrentar cualquier atisbo de Apocalipsis que nos depare la realidad, otra cosa sería actuar con irresponsabilidad y carecer de Misericordia. La manera en que el cristianismo puede volver a ser lo que algún día fue, por lo menos dentro de nuestra realidad nacional, es cuando nosotros, todos, Ministros y hermanos, comencemos a perder el miedo al ridículo una vez más, y dediquemos más tiempo a los seres humanos, solo de este modo veremos la dimensión del daño y recibiremos de Dios el ungüento para salvar lo que aún podemos salvar.


Cristo de seguro volverá, estoy como ustedes, aguardando, y créanme, lo anhelo desde el fondo de mi alma, sin embargo, yo creo que no podemos pasar la vida entera sustentando todo nuestro discurso en base a este solo aspecto, hay mucho que hacer aún, estamos todavía detenidos, enfrascados en una forma de fe que poco menos ridiculiza a aquellos que intentan llegar al menos, con una palabra, hasta el lecho de dolor de algún ser humano que no necesariamente pertenece a nuestra realidad espiritual, ¿y por qué debería ser de otra manera, si la palabra prójimo significa próximo? Ello nos pone en evidencia que muchos de nosotros, por causa de la realidad que hoy día se encuentra viviendo el mundo entero, no somos capaces de abordar el tema porque creemos que Cristo vuelve, es mucho más cómodo, es mucho más agradable pensar que el mundo se condenará y que todos irán a parar finalmente al mismo infierno, este pensamiento no corresponde a la doctrina ni principios que enseñó Jesucristo, el hecho de que se están desencadenando grandes tragedias en el mundo, no significa que debemos apartarnos de los seres humanos, contrariamente a ello, el principio bíblico nos obliga a tener que detenernos y abordar todo el drama humano para proporcionarle la sanidad que solo Cristo puede dar. Muchas cosas hemos dejado de hacer desde que la modernidad llegó a las catedrales pequeñas y grandes de la fe cristiana, muchos buenos cristianos abandonaron el frente para dar lugar en sus vidas a todo lo que este sistema les ofrece, de este modo, pretender cambiar o afectar este mundo desde una perspectiva tan relativa y poco creíble como la que hoy día adoptó la cristiandad, es una muestra de lo equivocado que estamos, aún así, creo que muchos de nosotros, con todas nuestras humanas deficiencias, enfermedades y limitaciones sobre nuestras vidas, tenemos mucho que hacer por los seres humanos a través de La Persona de Cristo, ello nos dará fuerza para sobrellevar nuestras realidades y además, estaremos colaborando a la sanidad que tanto necesita este mundo para salir del fango en que se encuentra.