TODO LO QUE NOS ATA CON ESTE SISTEMA...
Sin embargo, nuestro cristianismo se halla totalmente afectado
por las influencias de una sociedad secularizada y plena de vida hedonista, no
hay duda de ello, está en todas partes, en todos los lugares, no es necesario
bucear en las profundidades de este inmenso mar como para darnos cuenta de esta
gran verdad que daña tanto a quienes deberían estar en algo absolutamente
diferente.
Dios, que sustenta todas las cosas, que crea y da vida en
donde no la hay, ha provisto para La Iglesia de este tiempo, coronada de placer
sensual y llena de materialismo, de todo un depósito de bendiciones espirituales
que puedan contrarrestar, el efecto corrosivo que provoca la deserción constante
en la cual viven involucrados los cristianos de este hoy, Él, como Dios, no ha
dejado de pensar en Su Iglesia, en Su Esposa, en Su Novia, Él desea que ella se
nutra, que crezca, pero por sobre todas las cosas, que aprenda, que sea consciente
de todo lo que Dios le ha demandado como tarea por hacer.
Para aprender, no obstante, es necesario la humildad, no la
pobreza, sino, la humildad, que es un carácter, una cualidad, una virtud moral
que está en total oposición a la soberbia, aunque a veces cohabitan y parecen estar tocándose. La
humildad es parte de este gran depósito con que contamos los hijos de Dios para
sacar adelante nuestras vidas, nuestros ministerios, nuestros dones, no podemos
servir a Dios o a lo menos, intentar ponernos al servicio de Su Voluntad si no
comprendemos la importancia de este valor, ello, debido a que en el mundo en
que vivimos, precisamente, esta clase de valores se hallan extintos,
desaparecidos, lo cual trae graves consecuencias a nuestro cristianismo, porque
en cuanto a importancia, la humildad, como otras virtudes más, no tiene homologo.
Los cristianos de hoy, sumidos en la tarea de sacarle a este
sistema un cuanto hay para, según ellos, servir a Dios, han olvidado de dónde
vienen y se originan todas las cosas, de dónde proviene la fuerza que tanto necesitamos
para continuar luchando, quién es finalmente el que provoca este manantial de ríos
y cantos dispersos en nuestros corazones, vivimos de esta manera entonces,
ignorándolo, creyendo que haciéndonos esclavos de este sistema, cumplimos con la
demanda de Dios, sin embargo, el creerse poseedor y centro de la bendición de
Dios, no representa para nosotros más que una clara demostración de que el
orgullo humano, incluido el de los cristianos de este tiempo, es mucho más susceptible
a ser engañado y por tanto, puede ser manipulado a piacere por este sistema.
Alguien lucra en tanto con esta clase de evidencia, alguien
se realiza y se contenta cuando un hijo o hija de Dios, no aprende de las
lecciones que El Señor nos dejó y se mantiene en una forma de vida, llena de ceguera,
de limitaciones que el propio cristiano es capaz, bajo la influencia de un
sistema al cual le ha creído pero absolutamente todo, de imponer en su propia vida,
demostrando con ello, ya ni siquiera sutilmente, el desinterés por crecer y
aprender a la medida del Varón Perfecto que es nuestro Salvador.
La autoridad y valía que puede alcanzar un hijo de Dios,
debido a su arraigo con el crédito, es el ambiente propicio que el enemigo del
alma necesita para que, en un tramo muy pequeño de tiempo, logré desperfilar a
quienes tienen por modelo de vida moral y espiritual, nada menos que al Señor
Jesucristo. No está clara la dimensión del engaño en el cual satanás, padre de
mentira, la serpiente antigua, el dragón de Apocalipsis, o como quieran
llamarle, influye en las decisiones de los seres humanos de este planeta, La
Palabra de Dios dice simplemente:
“…en los cuales, el dios de este siglo cegó el entendimiento
de los incrédulos para que no les resplandezca La Luz del Evangelio de La Gloria
de Cristo, el cual es La Imagen de Dios.”
ll Corintios 4: 4
Ello nos debería claramente poner a resguardo, con urgencia,
a todos los cristianos de este tiempo, hacernos meditar constantemente en
cuanto a los peligros que vivimos por el solo hecho de haber sido llamados,
hijos de Dios, se trata de una conducta que al final, si no ponemos la atención
debida, puede transformarse en un peso que obviamente no querríamos estar
sobrellevando, más aún cuando la vida, en su proceso social, material y
político, ha alcanzado horizontes imprevistos para muchos de nosotros, y desde
luego, el planteamiento profético, no cuenta con el respaldo de la cristiandad
ensimismada.
Actos de soberbia y de egoísmo los vemos constantemente en
programas de televisión, aunque no soy adicto a la Tv., esa es una escuela en donde
muchas personas lo aprenden todo, todo lo que necesitan para valerse, incluido
el orgullo, porque eso es lo que estos medios te traspasan, orgullo, engreimiento,
jactancia, por el solo hecho de que, en algún momento, fuiste capaz de sacarle
al sistema, algún tipo de rédito, y de este modo, necesariamente, llegaste a sentir
que eras un triunfador, exactamente como lo predican y exigen los selectos
interpretes del Evangelio actual, no existe términos medios para ellos, si has
de servir al Señor, entonces puedes valerte de todo y de todos, no hay reglas
morales ni valores profundos que puedan obstaculizar la compra o adquisición de
lo que sea, un instrumento musical, un mueble o un artefacto eléctrico, todo
está afectado o influenciado por la maestría que satanás adquirió en sus espinosos
estudios acerca del comportamiento del ser humano.
Cristo, El Señor, nos enseñó no obstante a vivir vidas con
equilibrio, aún desea enseñarnos a vivir vidas con balance interior, en donde
la paz sea una verdadera y genuina pieza de oro que todos admiremos y cuidemos,
para alcanzarla no basta creer solamente, lo tengo claro, o por lo menos creer
a la manera religiosa, sino, luchar por alcanzarla y luego valorarla, que no se
te escape porque en un momento te viste sobrepasado por la realidad, por nada
del mundo, eso no es paz, la verdadera paz está en Jesús, ¿pero dónde, en qué
parte de Él? En Su Carácter, en su estilo y modo de vida, en su poderosa
influencia por sobre las mezquindades humanas, para hallarla entonces, como tantas
e importantes virtudes morales más, es necesario detenerse en La Vida del Señor
Jesucristo, en Su Poderoso Evangelio, en lo que dijo y enseñó, estoy seguro que
al hacerlo, estaremos de acuerdo en una cosa, y es que El Señor, a pesar de
todo lo que digan o no los demás, sigue siendo El Camino, La Verdad y La Vida
para este mundo.
f. navarro m.
cantautor cristiano chileno